lunes, 16 de diciembre de 2013

Sombras



(Ibrahim S. Lerak, in memoriam)


Si bien las reuniones del círculo suelen ser festivas con su punto de filosofía barata de vida, no siempre es el caso. La velada del otro día fue una de las excepciones. Antonio nos había anunciado que su tema versaría sobre las sombras y algunos bromeamos sobre el nuevo Antonio Grey mientras que otros, atendiendo a su condición de filósofo con cátedra, suponian un tema más platónico en su estricto sentido.

Antonio empezó informándonos de su previsible ausencia por un tiempo. Nos dijo que estaba no en un período sombrío sino convirtiéndose ya en sombra oscura. Pensamos que aludía a su jubilación pero no era el caso. Miembro tardío, pero motor indiscutible, es posiblemente el mayor del grupo Mientras hablaba descartamos tanto el retiro de la docencia como una enfermedad incurable. "Me ha llegado la hora de ocultar mi sombra" dijo.

Sabéis todos que me apasiona la docencia. Habéis soportado estoicamente mis disertaciones y diatribas - ambos rollos indiscutibles muchas veces. Mi vocación de obispo como la habéis llamado en realidad no era más que una forma inconsciente de querer salir de la sombra. Todos somos sombras, solo nos diferencia el saberlo, sentirlo y vivirlo.

Empezamos siendo lo que seremos y no somos, promesa de un futuro incierto en muchos casos no deseado sino impuesto. Nacemos sin ser; somos la proyección de lo que otros quieren que seamos. Repetimos gestos, ideas.... de otros. Nos falta la luz propia y, por tanto, somos sombras. Más adelante creemos ser algo: esas promesas de futuro que os decía antes y como tales seguimos sin ser propiamente nada. Pasamos de sombras a sombras tenues, pero no cambiamos de entidad. Me diréis que la sociedad nos empuja y que nos hace activos. Sí, es cierto, activos pero ¿con criterio propio? recordad el dicho árabe un niño se parece más a su tiempo que a su abuelo. Todos sabemos que es cierto. Si lo es significa que la sociedad, el tiempo en que vivimos, nos manipula y nos condiciona. Y si nos condiciona... no somos dueños de nuestros movimientos y eso es propio de las sombras.

Podemos elegir, tenemos opciones, sí es así; pero las opciones y elecciones no son totales. Vienen condicionadas por el entorno, el tiempo, la sociedad, el país y su momento. Es como la sombra cuando se proyecta no en un plano sino en una esquina y se curva, tuerce o distorsiona. Son los agentes externos los que ocasionan realmente las sombras y los que limitan o condicionan. Ni tan solo es nuestra la notoriedad. La sociedad nos mira, se centra en nosotros y la sombra es mayor, más alargada; importa más .... hasta que el foco cambia de orientación y nos empequeñecemos y somos cada vez más una sombra oscura.

Nadie quiso o se atrevió a intervenir. Veíamos que no era un tema preparado a fondo salpicado de anécdotas o citas como lo eran los habituales. Esta vez nos hablaban sus sentires, quizá agotados por los años de sonrisa y ánimo a los demás; quizá simplemente tristes y desorientados.

Si antes éramos sombras y hoy lo somos no esperéis no serlo en el futuro. ¿Qué quedará de nosotros? ¿Recuerdos que se irán difuminando con el tiempo? ¿No son eso sombras en la memoria? Cuando en unos años nuestros nietos -los que los tenéis y los que los tengáis-  vean una foto nuestra y se pregunten si el abuelo era el de la derecha o el de la izquierda ya habremos incluso pasado de sombra a oscuridad total.

Nuestra vida es una sucesión de estados de sombra. No necesariamente sombríos pero no dejamos de ser sombras. Productos de factores ajenos a nosotros; existimos por otros, vivimos condicionados por otros y acabamos integrados en la oscuridad. Yo ya tengo la edad de ser consciente de ser una sombra, en eso os llevo una ventaja considerable -al menos a la mayoría- y esto conlleva la toma de decisiones. Solo hay dos posibles: aceptarlo y diluirse en la oscuridad o rebelarse, algo difícil cuando todo viene de fuera y no tienes realmente voz ni poder de actuación, salvo que seas un dibujo animado.

Por ello os comunico que me veréis menos, mi sombra se oscurece, los focos se apagan y solo quedan unos tenues marcadores solares que proyectan poco y mal. Con el tiempo aprendes que incluso las sombras más alargadas, las más divertidas, las más preciosas, no dejan de ser sombras que se diluyen en la oscuridad. No tengo ganas de integrarme en la nada ni tengo edad para rebeliones, o quizá si quizá empiece ahora el tiempo de la revuelta y el pasado no sea más que el crisol para ello. Lo veremos todos. Y como no quiero ser -todavía- una sombra para vosotros iré viniendo a incordiar y a hacer eso que me gusta tanto, de abogado del diablo.

Fueron unos postres difíciles. No soltó prenda Antonio sobre lo que realmente le había llevado a esta decisión y a la forma de explicarla. Le vimos cansado, cansado de la vida; quizá de luchar por ser algo más u otra cosa, no una sombra sin libertad real.

Cree el albardán que la soledad y el discurrir trastornan hasta las mentes más lúcidas y les hace ver la realidad escondida para muchos y que han evitado vidas enteras. Los crisoles funden elementos que deshacen pero son necesarios. Como decían de antiguo: cambiar el mundo, amigo Sancho no es locura ni utopía, sino justicia.

Para ello se necesitan locos a quienes les falle la memoria y no recuerden el pasado.