domingo, 25 de febrero de 2018

Festina lente - σπεῦδε βραδέως






Vísteme despacio, que tengo prisa.
Sat celeriter fieri quidquid fiat satis bene.

Haste is needed only when catching fleas.
(Del refranero universal)

La vida es lenta en venir, la muerte es inmediata.
(Proverbio Tsonga)

No debe la emoción rebasar a la razón sino coexistir en delicado equilibrio con ella.
(Ibrahim S. Lerak, Cuaderno de notas)


Me hizo el honor de invitarme S.M. a la sesión del Consejo de Estado en el que se trató sobre como reaccionar ante la provocación del vecino estado liderado por un dictador a todas luces loco, tanto que Calígula hubiera sido un aprendiz a su lado.

El consejero de defensa saltó inmediatamente diciendo que debíamos contestar a la provocación con un ataque fulminante, preventivo y ejemplificador. Se apresuró a sacar su plan de ataque coordinado con los jefes de los tres ejércitos y la sección GEYD. Por suerte antes de tener que soportar el rollo que nos había preparado, el consejero de economía manifestó que lo prudente era ver el estado del tesoro del reino y si nos podíamos permitir lo que para él era un dispendio innecesario. Otros consejeros callaron a la espera de ver el rumbo que tomaba la sesión y algunos dijeron lo que creían que quería escuchar S.M. 

Me había pedido S.M. que no interviniera, que simplemente observase, anotase mentalmente y luego le dijera sin tapujos lo que había visto. No fue tarea difícil, y sí muy clarificadora de lo que pasa en el reino. Lo primero que noté fue el choque de personalidades y egos. El Consejo no se reunía por una causa común con el fin de crear un consenso lo más amplio posible, sino que parecía tratarse de un examen en el que ganaba quien se llevara el gato al agua. A pesar del tiempo que duraba su composición no se llegaba a crear un egregor en beneficio del pueblo. Quizá solo fue percepción mía pero yo vi más codazos que búsqueda de intereses comunes. Todos defendían su parcela. Lo único que cambiaba era el modo. 

Que el consejero de defensa ya hubiera contactado con la sección de la GEYD (Guerra Electrónica Y Desinformación) no era más que una prueba de que había cedido a la emoción y no a la razón. Simplemente había saltado ante un estímulo producido por la declaración de un presidente que se mantenía en el poder por los compromisos internacionales que nada tienen que ver con la ética, pero ése es otro tema. El consejero de economía defendió su terreno para no soportar gastos extras que no tenía previstos; el consejero de gobierno interior adujo que una reacción inmediata no era posible sin intensificar los controles entre la población para evitar ataques terroristas y que eso requería una planificación previa; cada consejero miró el tema desde su territorio particular, solo uno de ellos (el de instrucción pública) se alzó e intentó templar los ánimos y poner algo de cordura ante la excitación de sus colegas. Cuando la tranquilidad y la rutina se establecen en cualquier situación, incluso la guerra parece una acción interesante. Su discurso básicamente nos recordaba que:

.- No hay que reaccionar en caliente, o al menos si se hace hay que vigilar las palabras y los actos. No todo es válido en ningún caso. Hay que poner las bases para poder reaccionar antes que dejar que el sistema límbico actúe.

.- Es cierto que la venganza es un plato que se sirve frío, pero también la justicia toma su tiempo. Un aguacate tarda cinco años en dar fruto y el bambú siete. Ambos llegan a los 30 metros de altura. Ni la educación ni la política  deben ser una sucesión de movimientos de acción y reacción; deben seguir una planificación continuada y llevada a cabo con el tiempo. Los bulbos florecen aunque parezca que la tierra esté seca y muerta. Solo se necesita tiempo y constancia en el cuidado. Nada sale de la nada, pero no todo es evidente.

.- La razón justifica a posteriori las acciones de la emoción, pero su función real es parar la reacción emotiva, evaluar la situación y solo luego establecer la pauta de acción. 

.- Quien no se para a pensar es juguete del viento. Apresurarse sirve para dar dos veces, pero con una y certera basta. La acción airada suele pagarse cara y casi siempre con alguna pérdida irreparable.

Cuando el consejero de defensa le interrumpió con el famoso si vis pacem para bellum, el responsable de la educación nacional le dió la razón. Hay que preparar, planificar, no saltar creyendo que una reacción por inmediata tiene más de real y de advertencia. No se puede ser absolutamente frío y racional porque desde fuera se toma como debilidad, pero el compromiso entre razón y emoción debe buscarse siempre en un "siente, analiza y reacciona".

Se me fue el pensamiento. Era una clase magistral de comportamiento humano y me quedó claro que no dejamos de ser unos teóricos, porque la supervivencia nos lleva a saltar antes de que la razón nos frene. Solo tenemos que procurar que la razón se muestre con más fuerza. No hay que priorizarla como tampoco a la emoción. Pero esto se ha de practicar, hay que darle tiempo al tiempo y veremos como lo que parece imposible germina, crece y embellece el alma. 

El final de la reunión del consejo fue menos filosófico que mis anotaciones. ¡Cuánta razón tenía Mateo (13:16) cuando dijo aquello de "más felices son los ojos y oídos de quien contempla y oye"! Y si no fue eso exactamente... era muy parecido. 

Desde la barrera se analiza mejor, la práctica cuesta; pero con tiempo y constancia germina el jacinto y crece el bambú.

2 comentarios:

  1. Reaccionar sin pensar es o muerte o gloria, pero más veces muerte.

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  2. Gracias por el apunte. Muchas veces una reacción visceral es negativa, pero negativa o no es seguro una reacción que marca un momento del que hay un antes y un después. Creo yo.

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