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miércoles, 15 de agosto de 2018

Diferencia entre querer y amar: amar no es poseer

Las tumbas de una mujer católica y su marido protestante, separados por una pared, Holanda 1882


Querer es fácil, amar requiere generosidad y es más difícil.
(Ibrahim S. Lerak, Cuaderno de notas)

No ser amado es una simple desventura. La verdadera desgracia es no saber amar.
(Albert Camus)


He aprendido a no intentar convencer a nadie. El trabajo de convencer es una falta de respeto, es un intento de colonización del otro.
(José Saramago)


En la reunión del Club de Narizones muchas veces se tratan temas que no están relacionados con las narices como era al principio. Esta vez el tema del amor y los celos salió a relucir a raíz de una discusión sobre pipas, pero el ponente aprovechó para tratarlo de una manera más general. Ésta fue su exposición (aunque algo abreviada J):

El amor es uno de los grandes temas de la vida y uno de los más importantes. Hay varios tipos de amor y a él suele aparecer ligado el concepto de los celos. Si es el caso, es muy probable que no sea amar el verbo a usar, sino querer. Dos verbos que se suelen intercambiar pero que no siempre son lo mismo. En general, nuestra educación y cultura en la que nos formamos nos enseña a amar desde la posesión, a creer que amar también es poseer, hasta el punto del famoso “la maté porque era mía”. Sin darnos cuenta cómo ni por qué, al amar a otra persona tendemos también lazos de dependencia, imponemos obligaciones al otro, le exigimos que sea de tal o cual forma; partimos de ciertas expectativas y no de la realidad.

No todas los dificultades del amor tienen su origen en la dependencia / posesión pero cierto es que cuando podemos enfrentarnos a ello, encararlo y resolverlo de alguna manera para poder amar sin la angustia de poseer, muchas de esas dificultades se disuelven en la libertad soberana y propia del amor.

Como hay muchos pensadores y literatos que han tratado el tema antes que yo, voy a usar dos ejemplos conocidos que ilustran esta diferencia. Una relatada por Erich Fromm y la otra por Saint Exupéry en El Principito.

Fromm compara dos experiencias poéticas con un tema común: encontrar una flor en el camino. Pone a Matsuo Basho, poeta japonés frente a Alfred Tennyson, uno de los poetas más importantes de la época victoriana inglesa.

El verso de Tennyson dice así:
Flor en el muro agrietado, te saqué  de las grietas. Te tomo, con raíces y todo, en la mano. Flor bella... si yo pudiera comprender lo que eres, con raíces y todo lo demás, sabría qué es dios y qué es el hombre.

El Haiku de Basho dice así:
Cuando miro atentamente veo florecer la nazuna en la cerca.

La diferencia es notable: Tennyson reacciona ante la flor con el deseo de tenerla. La arranca con "raíces y todo".  Basho  no desea arrancarla, ni aun tocarla. Sólo la mira atentamente para verla. Tennyson se lleva la flor y Basho deja quieta la nazuna.

En El Principito se describe la conversación entre la rosa y el principito:
—Te amo —le dijo el Principito.
—Yo también te quiero —respondió la rosa.
—Pero no es lo mismo —respondió él y luego continuó— Querer es tomar posesión de algo, de alguien. Es buscar en los demás eso que llena las expectativas personales de afecto, de compañía. Querer es hacer nuestro lo que no nos pertenece, es adueñarnos o desear algo para completarnos, porque en algún punto nos reconocemos carentes.  Querer es esperar, es apegarse a las cosas y a las personas desde nuestras necesidades. Entonces, cuando no tenemos reciprocidad hay sufrimiento, nos sentimos frustrados y decepcionados. Si quiero a alguien, tengo expectativas, espero algo. Si la otra persona no me da lo que espero, sufro.

Amar es desear lo mejor para el otro, aun cuando tenga motivaciones muy distintas. Amar es permitir que seas feliz, aun cuando tu camino sea diferente al mío.  Es un sentimiento desinteresado que nace en un donarse, es darse por completo desde el corazón. Por esto, el amor nunca será causa de sufrimiento. Cuando una persona dice que ha sufrido por amor, en realidad ha sufrido por querer, no por amar. Se sufre por posesión. Si realmente se ama, no puede sufrir, pues nada se le pide al otro. Cuando amamos nos entregamos sin pedir nada a cambio, por el simple y puro placer de dar.

Solo podemos amar lo que conocemos, porque amar implica tirarse al vacío, confiar la vida y el alma. Y conocerse es justamente saber de ti, de tus alegrías, de tu paz, pero también de tus enojos, de tus luchas, de tu error. Porque el amor trasciende el enojo, la lucha, el error y no es solo para momentos de alegría. Amar es la confianza plena de que pase lo que pase vas a estar, no porque me debas nada, no con posesión egoísta, sino estar, en silenciosa compañía. Amar es saber que no te cambia el tiempo, ni las tempestades, ni mis inviernos o manías. Amar es darte un lugar en mi corazón para que te quedes. 

—Ahora lo entiendo —contestó la rosa después de una larga pausa.
—Es mejor vivirlo —le aconsejó el Principito

Por eso el amor trasciende a la muerte o a la enfermedad. Y por eso se rompen parejas que solo se quieren cuando alguna dificultad las separa.



La discusión fue más larga de lo habitual. Los conceptos del amor, la posesión y los celos son siempre más viscerales que racionales y cuando se habla de emociones las reacciones suelen ser vehementes.