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domingo, 15 de marzo de 2015

La tablilla y el cálamo



Nos tememos cuando no sabemos lo que se esconde dentro de nosotros. Ese temor nos hace vulnerables a nosotros mismos. Una preocupación que hace que los granos de arena se vean como montañas .
("De los andares de la vida", Abraham Al Bardanus) 


--- ¡Hola!
---  Hola
--- ¿Irás?
--- ¿A dónde?
--- Mañana hay reunión del círculo, te lo recuerdo por si esta vez decides ir. Creo que deberías, aparte de que te esperan te conviene ir. Andas muy perdido.
--- Tienes razón, pero no se si tengo fuerzas para ir, aún no estoy preparado y no es que ande perdido es que voy liado, ya lo sabes.
--- Nos conocemos desde hace demasiado tiempo... es cierto que vas de cabeza aunque no porque no puedas ir de otro modo. Te has robotizado y has dejado de pensar. Si no te conociera diría que incluso de sentir, pero se que debajo del peto aún late la curiosidad.
--- Es cierto, no te lo puedo ocultar a ti. Has dicho bien, robotizado, todo mecánico, sin dar de mi más allá de lo esperado. Es una situación curiosa ¿sabes? Comes, bebes, duermes, vives y no solo es lo fácil del día a día, también trabajas, actúas, socializas y razonas. Puedes ser incluso brillante y nadie nota que es pura mecánica. Se puede vivir así, es cómodo, muy cómodo. En cierto modo hasta te hace un superhombre inmune a muchas bajezas que de otro modo te afectarían.
--- Pero no eres tu.
--- No y en algún modo lo sabes. Sabes que te engañas pero no te preocupa. Lo peor es que estás perdido y no encuentras el camino. A fuerza de tanta mecánica olvidas lo más importante: te olvidas de pensar, no ya en ti, sino simplemente de pensar. Y cuando estás en el mundo robotizado no es fácil volver al mundo de los sentidos. Hay demasiados caminos y vericuetos. Te analizas, te justificas, vas, vuelves y recorres el círculo completo. Las ausencias siempre tienen un peligro que es la vuelta. Nunca vuelves igual. Raramente los demás lo notan en seguida pero en general solo es uno mismo quien lo sabe. El entorno tarda en percibirlo y cuando lo hace se sorprende.
--- ¿Ya has vuelto entonces?
--- No estoy seguro de no volver a irme, a veces los caminos se entrecruzan y se toman sendas equivocadas pensando que son atajos. Y no es por sufrir menos, pero cuanto más tiempo pasa más difícil es llegar al espejo y ver en lo que te has convertido. Es lo que pasa en las familias que se distancian, se dejan de hablar y al final mueren las relaciones porque no se sabe como explicar que ganó la indolencia. A posteriori se buscan explicaciones y razones que llegamos a creernos para justificar que simplemente no supimos como seguir adelante. Nos miramos y decimos que somos únicos, especiales, pero no a los ojos de un ser supremo sino de los propios, los interiores que nos hechizan y nos mantienen a salvo idiotizados sin dejarnos ser.
--- La fuerza está en ti. No te la imbuyen a rachas en momentos especiales sin orden. Tu sabes bien como va esto, la sacas, la muestras cuando la necesitas, una palabra, una mirada, una sonrisa para hacernos más fuertes y seguir adelante. Puedes atribuirlo a algo externo que te allana el camino. ¿Porqué no? Pero es algo interior que usas cuando lo necesitas. Nadie dice que está ahí para que lo veamos y muchos ni lo ven, son los que se pierden para siempre. Pero tu sabes que está ahí, me consta y perdona por la sonrisa. Creencias y verdades hay tantas como entes pensantes; pero no te dejes llevar, piensa y actúa.
--- Es lo que hice. Pensé y cambié ... y no se si me equivoqué. Era más cómodo antes, de verdad.
--- El hombre absurdo es el que no cambia. La gente llama destino a sus propias tonterías cuando no sabe actuar.
--- Y ¿para qué? ¿Recuerdas aquel poema de Machado que recitábamos juntos? No, rectifico, que recitaba yo y tu reprobabas:

    He andado muchos caminos
    y navegado por mil mares.
    En todas partes he visto
    caravanas de tristeza
    y gentes que danzan y juegan cuando pueden.
    Nunca preguntan adonde llegan
    cabalgan una mula vieja
    sin prisa en los días de fiesta
    donde hay vino beben vino
    donde no hay vino, agua fresca.
    Todos saben que acabarán bajo tierra.

--- ¿Crees que eso es todo?
--- No, ya sabes que no. Pero es cómodo.
--- Cuando tienes el cerebro vacío si, pero el tuyo no lo está y si me vas a hablar de esos versos que discutíamos hace años deja que te recuerde el poema egipcio:

     Más allá de la creación
     mas allá de los cielos
     buscas la tabilla y el cálamo
     el paraíso y el infierno
     y la verdad es que en ti
     se hallan todas las cosas
     el paraíso y el cálamo
     la tablilla y el infierno.

Y me parece que ya has encontrado la tablilla y el cálamo. Por el infierno no te preocupes, que no es la vida aunque en algún momento te lo parezca.
--- Tienes razón. Lo sé, pero necesitaba vivirlo otra vez dentro de mi. Vamos muriendo a partir del momento en que solo tenemos la costumbre de vivir. La sensibilidad no se pierde, solo se oculta a veces y no es bueno ponerle una losa encima. A todos nos hace falta notar la humanidad de quien nos rodea.
--- ¿Entonces irás a la reunión? 
--- Si, claro, tengo que notar esa humanidad. Gracias.
--- ¿Gracias? De nada. Para eso soy tu conciencia, para ayudarte cuando me necesitas.


viernes, 6 de marzo de 2015

Devolver el favor





La peor de las guerras es la que se libra contra uno mismo.
(Ben Almonafak)
Importa más quien hace los favores que quién los recibe.
(Bottoch)
Entre los mayores favores posibles está el enseñar a vivir, pensar y soñar.
(Carolus Maximus)


Conocí a Ibrahim hace mucho tiempo, en alguna ocasión he hablado de su rebeldía y de su inadaptación al entorno social. Mente libre, idealista que prefería confortar y ayudar a los menos favorecidos, quizá rebelde o solo incomprendido, aunque tampoco se esforzaba mucho para serlo. Compartimos largos silencios y muchas horas muertas. No sé si aprendimos el uno del otro, pero yo si aprendí de él. 

El texto que copio corresponde a uno de los relatos que, como el teorema de Gaulois fue escrito en una noche y publicado --como decía él-- no se sabe bien porqué; quizá por la duda que plantea, quizá por el tema que muestra su temor al grupo. Muy joven se planteaba la vuelta al rebaño, el amor abandonado, aquello que la vida ofrece y que uno rechaza porque anhela o cree anhelar otra cosa. Uno se va, pero vuelve. (¿Se vuelve siempre?)  - “Mañana llegaré.”  ¿Y luego qué? ¿Felicidad reencontrada? ¿Desilusión? ¿Una vuelta al redil que no es más que otro comienzo? En su caso no era la vuelta a un amor, ni tan solo a una sociedad. Era la integración con los que siendo mayoría marcaban unas pautas con las que no estaba conforme. ¿Se fue y volvió? El tardó mucho en volver, no siempre se emprende el camino de vuelta. A veces la partida es definitiva y si se vuelve, se hacen visitas y hasta estancias; pero no se vuelve más que en casos particulares. Las salidas no son partidas. La diferencia está en la intencionalidad o seguridad de la misma.

Creo que no importa lo que ocurra cuando se llega. Se vuelve porque se necesita, porque la felicidad es dinámica y hay que buscarla en cada momento de una manera distinta. No hay claudicación en este regreso, sino la misma búsqueda que empuja a Ricardo hacia otros horizontes. Volver supone mirar con ojos nuevos lo ya conocido, tener la posibilidad de advertir otros matices, aplicar lo vivido a la realidad para que ésta muestre todas sus caras, darse cuenta quizás de lo que uno ha perdido con la partida o de que eso tampoco era lo deseado. “Mañana lo sabré”- dice, pero sin amargura, sin falsas esperanzas. "Mañana llegaré" no es más que un guiño que deja en suspenso la decisión. Ricardo momentos antes duda de su vuelta. Vuelve agobiado por la duda, no por la vida. Tenía posición, pero tampoco se integró donde estaba. Volvió porque la duda le corroía. Quien espera no es ella, es la sociedad. No sabe si al volver será aceptado y se dispone a repartir en caso necesario. Ibrahim se fue pero se excluyó. Volvió pero solo en apariencia

En el fondo Ricardo es más bien un lobo solitario. Lo suyo no son los rebaños y menos aún aquellos que ahogan la singularidad, aunque algo le arrastre hacia ellos.  “Corre, eres libre. Vuelve con los tuyos. Libertad ¿para qué? ¿Para volver?”- le dice al gazapo y se pregunta a sí mismo. Pues sí, para volver o para irse, para equivocarse y enmendar los errores, para ser dichoso o infeliz, para vivir solo o en grupo. Volver, sí. Y partir. Y volver de nuevo. La búsqueda es nuestra esenciaEn realidad estamos volviendo siempre. No a un lugar o a unas vivencias determinadas, sino a nosotros mismos. Nos retroalimentamos para seguir adelante y nuestro futuro siempre será deudor de nuestro pasadoVolver, efectivamente, supone mirar con ojos nuevos lo ya conocido y no en que uno se de cuenta de lo que  ha perdido: para perderlo necesita saberlo existente en ese momento.

De él aprendí que libertad y búsqueda son la esencia del hombre (y mujer, no vaya a salir la feminista). Pero difiero en un punto importante: volvemos siempre, pero a nosotros mismos, para modificar y adaptar nuestro momento intentando que nuestro futuro NO sea deudor del pasado. Lo contrario sería determinismo o peor: fatalismo.

El texto fue publicado hace muchos años. Estoy convencido de que Ibrahim lo cambiaría y lo haría más fluido y comprensible; no en vano pasaron los años para ambos, para el texto y para él. Yo le debo el favor de su visión del mundo y procuro devolverlo, no ya a él, que partió a la casa sin puertas, sino a quienes parecen buscar su sitio y no lo encuentran.

Éste es el relato:

                   ¿Por dónde seguirá el camino? Parece que aquí hay una marca. Si, es por aquí. Hoy no hay estrellas o no las veo. Cuidado con la rama. El cielo es como el hombre, oscuro y penetrar en una densa capa antes de descubrir algo. ¿Por qué no me quedé entonces? Quizá era demasiado cómodo, demasiado tentador. Parecían felices.
¡Ay!
He de tener más cuidado, es el segundo desgarrón en poco tiempo, el primero hace dos días al querer atrapar la liebre. Nunca aprenderé.
Era hermosa, pero tenía la mirada triste. ¿Estaría sola? No es como Claudia.
Claudia... si no hubiese sido por el hombro... me quedé demasiado tiempo.
No tengo prisa pero he de llegar. ¿Para qué? sentimentalismo, curiosidad, cansancio, tanto da. Ella me lo dijo: ¡Quédate! Pero yo no podía. Lo intenté. Allí estaré guarecido de del viento, aprovecharé para descansar y arreglarme la mochila. He ido muy rápido. Otra vez toda tan parecido.
-- Eres joven, aún tienes tiempo de crearte una situación.
-- ¡Quédate conmigo!
Hay tiempo, soy joven, no me atrae esa vida, ¿o sí? Es igual, me fui.
¿Luego? Luego ya veremos, así pensé entonces. El tiempo ha pasado.
-- Muchacho, todos hemos tenido ilusiones, todos hemos tenido que marchar. Fíjate cuantos han vuelto: todos o casi todos. Y somos felices, hemos madurado. La ilusión es el agua de la vida: se evapora con los años.
Cobardía ante el futuro pensé. Yo he madurado, pero aquí en la soledad.
Estoy cansado, ¿y si durmiera? hace tiempo que no lo hago. No es mejor que no. Más tarde.
Otra vez tendré que cuidar el hombro, no está bien a pesar del tiempo transcurrido.
-- Pudo ser peor, dijo el médico.
-- ¡Si no es por él nos ahogamos todos!
Ella estaba allí ¿o lo imaginaba? Era verdad, había sido duro pero no excesivamente  --eres joven-- y además pudo haber resultado peor. Su padre era --¿es?,¿habrá muerto?-- una gran persona. Debía ser alguien importante. Seguramente fue un joven notable de porvenir asegurado. ¿Le cambiaron los años?
-- hay varios modos de encontrar alimento, con el rebaño o fuera de él --me dijo. Cada uno tiene sus ventajas e inconvenientes. Si la oveja va con el rebaño el lobo ataca menos veces y si va sola cuando encuentra alimento le satisface más.
-- ¿Y si van dos ovejas? , era Claudia
Estuve a punto, pero pasó.
Amanece. Antes de dormir he de buscar una fuente y llenar la cantimplora. Casi no bebo, pero hay que estar preparado ante cualquier posibilidad. El sol todavía no está en lo alto. ¿Cuántas horas habré dormido? Quizá siete u ocho. Si fuera artista me quedaría a ver y admirar el paisaje, pero no lo soy. Es una lástima, me gustan los colores. Amarillo.ocre mezclado con verde.
-- ¿te gusta? Es un verde muy bonito, ¿no?
-- Estás preciosa.
Si, lo estaba y además era inteligente. Era del rebaño aunque le gustaba salir en busca del alimento. Sabía y además era natural. ¿Fue eso lo que me llamó la atención?
¿Que camino sigo? El izquierdo conduce a la montaña y tengo provisiones todavía; aún no de volver. No todavía no. Los árboles mueren lentamente, no hay nieve. Tardaré poco ya. Alternan los colores. Bonita época el otoño aunque algo triste. Un día probaré, puede que llegue a pintar algo.
-- Son los retratos de la familia-- me dijeron. Todos con ojos tristes como ella. ¿Cuántos años tenía entonces? Era joven y hermosa. Quizá sea feliz. No, los ojos eran demasiado tristes. Me acogieron muy bien. Todas las noches había música. Sabían tocar. Se extrañaron cuando lo hice yo.
-- ¿Dónde aprendió? ¿Sabe que lo hace muy bien?
-- ¿Compone usted también Ricardo?
--Si señora y si me lo permite haré un retrato musical de Claudia.
Ella enrojeció. Mirada triste.
Aquí hay una buena vara. Puede servirme. La navaja no, mejor el cuchillo.
¡Qué flores más bonitas! también ellas crecen en grupo y no se separan. Allí hay una en soledad. ¿Morirá aquí sola? Está cortada, solo el grupo como unidad es capaz de sobrevivir, pero ésta revivirá. Parece que sonríe, antes tenía el semblante triste. Mirada triste. ¿Será feliz?
-- Estoy de acuerdo, la felicidad es la consecución de aquello que satisface nuestros deseos y por ello la felicidad es dinámica, cambia a cada instante y no es la misma para dos personas aunque vivan los mismos hechos.
-- Si las dos personas se quieren ¿no desean lo mismo?
-- No, Claudia. Solo comparten algunos deseos otros no. Esto hace que la felicidad, como tantas otras cosas. sea personal e intransferible y en cierto modo egoísta.
-- De todos modos la felicidad de los demás influye en nosotros, nos alegra o nos deprime, pero no nos deja indiferentes.
Todos los retratos con la mirada triste. Toda la casa.
-- Ricardo sé como piensas porque yo pensé igual durante un tiempo, cuando era más joven que tu. Ve la alegría de la casa --mirada triste, es hermosa-- ¿por qué no lo piensas y te quedas? Ya sabes que a Claudia ...
-- Si , si, lo pensaré; gracias.
Casi me quedo, no por él, no. Claudia.
A medio camino ¿quién puede más el rebaño o la oveja solitaria?
Aquí podré comer. Dejaré la mochila buscaré algo. Tengo que tapar el roto de ayer ¿o es nuevo? Creo que confundo las cosas. Han pasado los años, no soy tan joven como al irme. La oveja solitaria busca, es más independiente, pero tiene menos posibilidades. Con el tiempo vuelve.
-- El rebaño va lento, despacio; recorre un camino seguro y lo hace concienzudamente. La oveja se mueve inquieta y puede irse a su antojo, solo que con menos visión.
Entonces era yo más orgulloso, ahora más viejo.
¡Ya está! Todo arreglado, aquí no ha pasado nada. Tendré que hacer fuego. La madera está húmeda. ¿Vale la pena? Y lo otro ¿ha valido la pena? Los años pasan.
-- Cuando tengas más años lo verás; no será tarde pero si muy difícil volver. El rebaño mira con desagrado a la oveja negra ahora,  al volver es una intrusa.
De todos modos ha valido la pena. Encontré cizaña y otras veces hierbabuena, pero no mi alimento. No hubiese sido diferente con el rebaño. Probablemente haya muerto; también --como él-- yo he cambiado con los años.
Una madriguera, tendré que buscar el modo, quizá coma conejo. Gazapos. Mejor, con el tiempo se adquiere práctica. ya está, joven y de buen aspecto. La mirada asustada, no triste. Hermosa como ninguna, no para un rato y para siempre era demasiado. Me fui. Si se ha ido ¿se habrá llevado la mirada? ¿Será feliz? Nobles de linaje y de corazón, sin embargo..
¡Mierda! una piedra en el zapato ¿cómo se habrá metido? Dejaré el gazapo, no vale la pena. Corre, eres libre. Vuelve con los tuyos. Libertad. ¿Pare qué? ¿para volver?
-- Si te vas y no vuelve ten éxito en lo que emprendas. Encuentra tu alimento de oveja y si no vuelves ... recuerda donde estoy.
Hace ya años de ello.
-- La oveja vuelve al redil, como el hijo pródigo.
Lo medité, no quedaba otro remedio ¿o sí? Antes nunca lo hubiera creído posible. Los años pesan. El orgullo se desvanece. Ahora, ahora no sé, puede que me quede aunque no haya nadie.
-- Te esperaré.
Los años pasan. Ya no soy como entonces. ¿Eh? Música, alguien pasa con música. Lejos.
-- ¿Dónde aprendió a tocar? Claudia me ha dicho que toca usted. Yo hace mucho que no lo hago. ¿Querrá usted enseñar a Claudia?
Solo durante un tiempo. Luego me fui. Huí. No podía quedarme. Hoy si.
Vida, libertad, aventuras todo pasó. La oveja que vuelve ¿tiene sitio en el rebaño?
-- Eres joven puedes crearte una posición.
Ya no, la tuve y la dejé. Quizá buscaba lo que aún no he encontrado. O quizás si. ¿Es esto lo que buscaba? Mañana lo sabré.
-- Te esperaré.
No, solo iré a por provisiones, las necesito.
He de volver a verla. La nostalgia es el recuerdo de un amor extinto o en tinieblas. ¿Dónde estará?
Años de lucha. Creé una posición, lejos, en otro rebaño; pero no era la que buscaba. Lo dejé todo. La oveja no cambia de rebaño, o lo abandona o se queda. Y si lo abandona ... con el tiempo vuelve.
Mañana llegaré.