viernes, 19 de octubre de 2018

Entre el líquido y la espuma (1)




Más que un mundo líquido, el proceso de globalización ha conducido a un 'mundo gaseoso'. Esta metáfora responde a la realidad de los actuales mercados financieros y al mundo de los medios que se caracterizan, como los volúmenes que se contraen y se expanden del estado gaseoso, por ciclos de expansión y contracción, que no tienen un volumen constante. Es una imagen apropiada también para describir la naturaleza de los procesos sociales, de todo el mundo financiero, mediático y comunicativo que se basa más sobre una información 'gaseosa' que sobre la comprobación de hechos.
Daniel Innerarity (El Correo Vasco, 2010)

En un mundo sin valores solo cuenta la agitación. Lo que cuenta son las burbujas, sin importar que estén vacías y solo lleven aire, incluso viciado.
(Ibrahim S. Lerak, Cuaderno de notas)


Se gobierna mejor una sociedad que vive en el instante, que una que piensa en el futuro.
(Principio político universal y siempre actual)


La última reunión del club de los narizones fue diferente. Empezó con una cata de cavas y espumosos (prohibido usar el término champagne, ya que es nombre registrado y protegido) y siguió con las burbujas de las bebidas gaseosas pues el ponente habló de la sociedad que se mueve como en una botella de cava y que nos sitúa entre el líquido y la espuma de las burbujas. Esto fue lo que nos contó:

- La sociedad actual ya no es como la definió Bauman una sociedad liquida. Ya no se escurren los valores entre las manos. Siguen sin ser sólidas las realidades de nuestros abuelos: el trabajo y el matrimonio para toda la vida. Incluso esa liquidez se ha desvanecido y lo que antes era, ahora es solo imagen y momento  y todo se ha vuelto más precario, instantáneo, se escapa si no es novedoso y se vuelve con frecuencia una agotadora persecución tras la nada.

Es como si tuviéramos la sociedad líquida contenida en una botella, pero también con un gas que al menor impulso crea las burbujas que suben, crecen, estallan... y mueren. De hecho hoy vivimos una modernidad gaseosa en la que lo que agrada, lo que se busca y lo que vende es lo fácil, lo que no sea consistente y no implique nada más allá que el momento preciso. Lejos quedan los tiempos del esfuerzo y de la búsqueda de algo que no sea el placer del instante. Todo lo que conlleva una dificultad interna o que alberga en su seno una gran paradoja suscita encono e incluso odio. La filosofía de la vida, la búsqueda del sentido existencial se ha transformado en un ¡¿Qué importa?! Vive el momento, disfruta del placer instantáneo, eso es lo que cuenta. El resto son pamplinas.

El individuo de la sociedad gaseosa responde al impulso que le viene de fuera, a la noticia, a la emoción, al trastorno de la facilidad. Solo reacciona a eso, ya no sabe defender los valores que ha leído que existieron o que incluso le han servido para formarse. Trabajo, esfuerzo, conocimiento, relación social, estabilidad, visión de futuro... todo son palabras vacías en la sociedad gaseosa en la que todo tiene el tiempo limitado. Las burbujas suben, se mueven, parecen correr... hasta que se paran y desaparecen. Solo viven el momento. No es de extrañar que las relaciones sean solo puntuales, que todo lo que se usa cambie a cada momento y en ciclos más rápidos. 

Ya no se lucha, se deja uno llevar por el impulso, por el movimiento de las demás burbujas. Aquello de la libertad, de la fraternidad (por no hablar de la igualdad que nunca ha existido) ya no tiene sentido. Es el todos a una, por el impulso recibido y juntos es más fácil ser uno más. Es como una sociedad de pasivos que solo se mueven cuando se agita la botella. Entonces hay desbarajuste, movimiento, caos, parece que hay algo... pero se muere pronto, cuando cesa el impulso. Todo es efímero como una cachipolla.

Además de relativamente fácil todo ha de ser bonito, agradable. No se permiten las expresiones que indican algo negativo. Todo ha de ser alegre, no hay paros, frenazos en la economía, hay desaceleración; no hay gente inválida o impedida, ni se debe decir que sufren o padecen, son gente con una discapacidad. Todo ha de ser dulce y sonriente como las burbujas del espumoso. Convertir el momento en una fiesta y no querer ver lo sórdido del entorno. No negamos la muerte, la ignoramos, la hemos enviado al ostracismo y a la negrura de la noche donde ni se ve ni molesta. Cuando solo cuenta el momento y se ensalza la individualidad extrema se atomiza tanto que solo se ven pequeñas burbujas que lucen en conjunto, pero que muestran la debilidad individual.

No ha desaparecido el deseo de algún tipo de solidez, pero al caer la burbuja se encuentra con el líquido que la absorbe y la deshace, como las redes sociales  que fagocitan al individuo y lo convierten en un dato que luego se lanza arriba como nueva burbuja o bien se disuelve y se convierte en un elemento de los macrodatos. Lo fugaz se convierte en única norma, las relaciones son meros encuentros fortuitos, la inestabilidad emocional aumenta y el futuro genera miedo. Cualquier agitación que prometa salir del liquido y ser burbuja es bienvenida. Caldo de cultivo para visionarios populistas y gobiernos en la sombra.

Pocos tienen narices de oponerse y denunciarlo y quienes lo hacen quedan como meros cronistas sin que Bilderberg se inmute, ellos mismos son solo un peón. Muy bien vestido pero solo un peón en la partida.


Larga fue la discusión, pero el cava seguía estando ahí y todo quedó en burbujas de voces y opiniones... que se deshicieron y volvieron a disolverse en el líquido. Hasta que de nuevo se agite de la botella.




2 comentarios:

  1. La masa es anónima e influenciable. Es fácil dirigirla pero ¿cómo se persuade a los que la manejan?

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    1. Manejando las masas en su contra. Un juego inacabable excepto de modo violento, por desgracia.

      Gracias por el apunte Herminio :))

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