lunes, 28 de mayo de 2018

La sonrisa


La sonrisa es la línea curva que lo endereza todo.
(Phyllis Diller)

Una sonrisa en el rostro o en los ojos no implica ausencia de problemas sino la habilidad de ser feliz independientemente de ellos.

(Ibrahim S. Lerak, Cuaderno de notas)

¿Quieres sentirte envidiado y especial? Sonríe en el metro.
(Realidad apabullante)


En una de las reuniones del club de narizones se comentó que solemos tener una tendencia a sonreír más que los pobres mortales de nariz normal. Se dijo que podía ser debido a una cierta superioridad por nuestra parte, pero el ponente nos lo aclaró en la última reunión… es que somos más felices que los demás. Esta fue su intervención:


--La sociedad en la que vivimos nos consume psicológicamente. El ruido, el ajetreo, la tensión producida por los problemas cotidianos terminan minando nuestro equilibrio mental. No es sorprendente pues que también desarrollemos muchas enfermedades físicas diferentes. Luchamos en una sociedad que por un lado se basa en la igualdad y por otro fomenta la diferenciación. Una contradicción que pagamos con estrés y dudas, más o menos confesadas, sobre si actuamos bien o no. Como la contradicción es importante la solución es negar las normas y valores anteriores pues ya no sirven para mostrar “el recto camino”.

Hoy todo es igual, los edificios son básicamente iguales entre sí y se reflejan mutuamente, un sistema cerrado en sí mismo, imponiendo lo igual y excluyendo lo distinto. La gente  visualiza solo aquello que le gusta y es popular. De nuevo, prolifera lo igual, nunca lo distinto. La moda une y unifica la estética clonando las apariencias. En la orwelliana 1984 la sociedad era consciente de que estaba siendo dominada; hoy no tenemos consciencia de dominación sobre la constante expulsión de la diferencia precisamente porque la aceptamos y creemos que luchamos contra ella promoviendo la diferencia. Pero la verdad es que la gente hoy se autoexplota y siente temor hacia el otro, el diferente. Vivimos en el mundo de lo igual.  La gente se vende como auténtica porque todos quieren ser distintos de los demás, lo que fuerza el reinventarse uno mismo. Y es imposible serlo hoy porque en esa voluntad de ser distinto prosigue lo igual. Resultado: el sistema solo permite que se den diferencias comercializables.

Esta contradicción entre lo que somos y lo que queremos ser, me recuerda el momento adolescente en el que les gritábamos a nuestros padres: Yo soy diferente y no estoy en ningún grupo y  nos enfadaba que nos contestaran estás en el grupo de los que creen que no están en ningún grupo. Hemos pasado del poder hacer algo a tener que hacer algo para ocupar el tiempo y ser como los demás. La diferencia es mínima, ¿Paddle o tenis? ¿Francés o chino? Se vive con la angustia de no hacer siempre todo lo que se puede y si no se triunfa, es culpa nuestra. Ahora uno se explota a sí mismo creyendo que se está realizando; es la pérfida lógica el síndrome de la persona quemada.  La consecuencia es que ya no hay contra quien dirigir la revolución, no hay otros de donde provenga la represión. Es la alienación de uno mismo, que en lo físico se traduce en anorexias o en sobreingestas de comida o de productos de consumo u ocio y en una rabia mal contenida cuando algo nos incomoda. Explosiones de exabruptos y violencia… y por supuesto desdén contra quien tiene el atrevimiento de sonreír, porque muestra claramente no ya que es diferente, sino que está por encima de los demás. La sonrisa es felicidad y la felicidad es un crimen contra la igualdad. La sonrisa es símbolo de equilibrio emocional y espiritual.

Hay una persecución a quien demuestra ser diferente. Ser observado hoy es un aspecto central de ser en el mundo. El problema reside en que hemos creado una cultura narcisista y el narcisista es ciego a la hora de ver al otro y sin ese otro no puede producir por sí mismo el sentimiento de autoestima.  La técnica nos ha permitido cambiar el modo de comunicarnos, ya no es necesario estar físicamente cerca. Sin la presencia del otro la comunicación degenera en un intercambio de información. Las relaciones se reemplazan por las conexiones y así solo se enlaza con lo igual; la comunicación digital es solo vista, hemos perdido todos los sentidos; estamos en una fase debilitada de la comunicación; la comunicación global y de los me gusta solo consiente a los que son más iguales a uno; lo igual no duele. Hemos abolido la realidad, lo digital no pesa, no huele, no opone resistencia: pasas un dedo y cambia la pantalla.

Pero las emociones existen y algunas si persisten con el tiempo (como la ira, la tristeza y el miedo) pueden bloquearnos y generar enfermedades. Se sabe que las personas con problemas de hígado tienden a ser propensas a la ira y al mal humor, los problemas del corazón están relacionados con la violencia y la crueldad, la angustia y tristeza causan mal funcionamiento del páncreas y el miedo o la incertidumbre generan problemas renales. Un modo de luchar contra ello es sonreír. Puede parecer una tontería pero no lo es cuando sonreímos, el cerebro adquiere la sensación de satisfacción y emite vibraciones positivas en todo el cuerpo. De hecho, cuando estamos sonriendo se liberan neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, que ayudan a relajar el cuerpo y bajar la presión arterial.  Además, la serotonina actúa como un antidepresivo. No es coincidencia que muchos de los antidepresivos en el mercado hoy en día no hacen más que actuar sobre los niveles de serotonina en el cerebro. Tampoco podemos olvidar que la sonrisa está relacionada con la glándula tiroides. El acto de sonreír aumenta la actividad de esta glándula, aliviando el estrés. No es sorprendente que un estudio realizado por la Universidad Estatal de Wayne haya encontrado que las personas que aparecen en las fotografías sonrientes viven más tiempo. La sonrisa transmite energía positiva, que tiene el poder de motivar, calmar, curar y generar bienestar.  La sonrisa es un camino a la felicidad. Es gratis, fácil y además, gratificante. Nos facilita la interacción diaria con los demás y nos hace más empáticos con los que nos rodean. Y además es contagiosa. Un estudio de la Universidad de Harvard demostró que cuando alguien está contento, la gente de su alrededor tiene un 25% más de probabilidades de ponerse contento también… aunque luego le critiquen por la espalda en cuando ha desaparecido el efecto hipnótico de la sonrisa. 

La sociedad masifica para poder crecer a un ritmo elevado. Cuanto más iguales son las personas, más aumenta la producción. El capital necesita que todos seamos iguales. Vivimos en una época de conformismo radical hasta el punto de que la universidad tiene clientes y solo crea trabajadores, no forma espiritualmente; el mundo está al límite de su capacidad y no se coopera; se siente temor por los refugiados porque son vistos como una carga y con resentimiento. 

Nos falta tiempo siempre y para todo.  Necesitamos un tiempo propio que el sistema productivo no nos deja; nos hace falta un tiempo de fiesta, que significa estar parados, sin nada productivo que hacer, pero que no debe confundirse con un tiempo de recuperación para seguir trabajando; el tiempo trabajado es tiempo perdido, no es tiempo para nosotros y, curiosamente, ese tiempo lo creamos cuando sonreímos. La sonrisa nos hace disfrutar del momento, alarga el tiempo y lo convierte en productivo personalmente. ¿O no?


La provocación era clara: ¿sabemos sonreír? ¿Lo hacemos? Al menos en el tiempo de la discusión muchos notamos que si, que la sonrisa nos hacía disfrutar más del rato que estamos juntos en las reuniones mensuales. El saber llevarse la sonrisa a casa… es personal pero posible.




2 comentarios:

  1. Es cierto, si sonríes en un transporte público... los demás se quedan mirando como si fueras un extraterrestre, pero siempre hay uno que se contagia y cambia la expresión.

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    1. Gracias por el apunte Herminio :))
      La verdad es que hay quien cambia y sonríe y quien se enoja hasta el punto de sentirse agredido. Es como si fuera una injusticia social ¿por qué puedes tu sonreír y yo no? ¿Te crees superior a mi para mostrar felicidad?

      Estamos en una sociedad enferma, enferma de soledad e incomunicación. Tiene remedio pero ¿sabremos curarnos?

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