(del cuaderno de notas de Ibrahim. S. Lerak)
Se
sabe por la crónica de Wei Li (el Gran Redactor de la Enciclopedia del Saber
que encargó el justo y sabio emperador del centro del mundo, Li Fu el Buscador)
que a las palabras resumen del saber sobre el sentido de la vida que le
comunicó en su lecho de muerte al emperador: “nacieron, sufrieron y murieron”
éste le preguntó si todas las vidas eran iguales y si había gobernado para
todos por igual.
Cuenta
Wei Li que tuvo tiempo de explicar al Emperador
de Arriba que en esencia todas las vidas son iguales, que todas tienen cuatro etapas
y que es la persona quien individualmente decide recorrerlas o no.
La crónica no aclara el sentido de la vida pero si las cuatro etapas que la
conforman. Wei las denominó adoctrinamiento o educación, autodescubrimiento y
autoafirmación, compromiso e implicación y herencia o legado.
Aparece
la crónica entre documentos de la dinastía Han por lo que se cree que Li Fu es
una corrupción de Liu Xun, más conocido por Han Xandi, pero no se ha
contrastado la veracidad de esta afirmación. Bien pudiera ser que Wei Li
inventara un nombre para no herir sensibilidades en su época o que incluso su
crónica sea una falsificación.
La primera etapa es la educación o adoctrinamiento.
Nacemos indefensos y carecemos de todo, lo que es una suerte para la sociedad
que nos adoctrina en lo que es necesario para ella y por tanto bueno para
nosotros. De ser como los animales y nacer con conocimientos básicos la
sociedad no podría evolucionar. Cada época tiene unos valores que se han de enseñar desde
el momento del nacimiento y que no son los mismos según el momento histórico ni
el lugar de nacimiento. Es tan real que hasta el papel de los dioses
cambia según el periodo considerado. En esta etapa se transmite lo que permite
una estabilidad social y se recortan las divergencias. Se premia el mimetismo y
se castiga la diferencia. Se habla de terribles castigos a quien no acepte el
dogma establecido y grandes premios a quien lo abraza. Por ello en la infancia,
copiamos, aceptamos y anulamos nuestra curiosidad. El fin esencial de esta etapa
es integrarnos en lo que se supone es lo mejor para que todo siga medido y
controlado; poder ser una buena oveja en el rebaño sin demasiada curiosidad y
luego ser adultos conformistas que viven “dentro del orden social”. La idea es que
los adultos de la comunidad nos animen y censuren al tomar decisiones propias…
para mantener el bien social. Esta censura limita nuestra autonomía
y nos convierte en muchos casos en meros camaleones sociales que buscan aprecio
y reconocimiento imitando “lo que está bien”. Esta etapa dura hasta el
final de la adolescencia y para algunos toda la vida o hasta que se dan de
bruces con la realidad de una sociedad imperfecta y en evolución. Se castiga el
pensamiento personal, individual discrepante y el que haya valores personales
fuera de los admitidos socialmente. En la crónica de Wei Li se alude a esta
etapa como la del eunuco.
La segunda
etapa es el autodescubrimiento y la autoafirmación. Si en la primera etapa lo importante
es la inclusión en la sociedad, en esta la esencia es aprender lo que nos hace
diferentes del resto. Es cuando hemos de aprender para actuar a pesar del adoctrinamiento
de la primera etapa si lo creemos necesario. Es el desarrollo de la personalidad propia
a través del método de prueba y error y del empecinamiento. Es la
era de la comunicación universal entendida como absorción de la información sin
importar de donde venga. Es el autodescubrimiento de límites (que no se
conocen) y la lucha por los ideales. Cada uno vive esta etapa de un modo
diferente. No hay dos iguales en el mundo y no hay dos reacciones 100% iguales
ante un suceso. La lucha con lo aprendido en la primera etapa es constante. La
validación o no de los conceptos que nos han imbuido marca el rumbo de la vida
posterior. Esta
etapa dura hasta que topamos con nuestras limitaciones, que existen se diga lo
que se diga y se anime a lo que se anime en la actualidad. No se es
bueno en todo ni se debe ser. Hay que aceptar las limitaciones y sacarles
partido. Lo que sí se debe es saber cuales son y reconocerlas. Cuanto antes, mejor o lucharemos
contra un fantasma y perderemos nuestro potencial.
Identificar
y reconocer las limitaciones es importante para no perder el tiempo en la vida.
Hay que elegir lo que se hace y sueña y el como; pero no solo porque podamos
hacer algo significa que tengamos que hacerlo. Hay que pensar en el coste de la
oportunidad y definir prioridades. No podemos (ni debemos) tener todo o intentarlo todo.
Pensar y actuar, pero pensar, por dura que sea la conclusión. Quienes creen que
no tienen limitaciones o no las aceptan suelen quedarse en esta etapa. No
evolucionan y no aportan a la sociedad lo que pueden y deben, pues es el conjunto
de aportaciones lo que mueve a la sociedad y justifica al individuo.
Desgraciadamente
quien se queda en esta etapa suele ser negativo, achacar al destino el que no
avance y creen que los dioses les tienen manía a pesar de sus grandes
esfuerzos; que son unos iluminados e incomprendidos, cuando en realidad lo que
les falta es determinación. Son los eternos adolescentes que buscan y no
encuentran. En general esta etapa empieza al final de la adolescencia y dura
hasta el tiempo del pleno potencial (alrededor de los 30-35 años). En la
crónica se alude también a eta etapa como el rugido de la fiera.
La tercera etapa es el compromiso o implicación.
Conocidas las limitaciones solo queda lo que es importante para la persona y es
el momento de actuar y cambiar el mundo. Sabiendo lo que se sabe y lo que no se
puede saber o desarrollar. Es el momento del compromiso y la implicación real.
El momento de vencer la pereza y la comodidad de no gastar energía amparándose
en lo aprendido en la primera etapa y cerrando los ojos y los sentidos a lo
vivido en la segunda. Sin duda la tercera etapa es la de la consolidación, la
de liberarse de cadenas reconocidas y ansias irrealizables. Es el momento de
aportar y dar, de asignarse una misión real y posible.
Esta etapa
es la realización personal, libre y valiente. Es la construcción del edificio
que se deja en herencia, edificio material o espiritual. Es lo que conforma la memoria que se
deja y lo que se aporta al mundo. No hay edad establecida en la que acaba la
etapa, pero siempre se debe a la combinación de dos hechos íntimamente ligados:
la sensación de que ya no queda nada por hacer / aportar y la sensación de que
se es demasiado viejo para entender al mundo y es mejor contar memorias a los
nietos. Quienes quedan presos en esta etapa son aquellos que no pueden detener
su ambición y su constante deseo de tener más. Suelen ser un impedimento para
que la sociedad avance. En la crónica se alude a esta etapa también como caza y
muerte.
La cuarta
etapa es la herencia o legado.
Se llega a esta etapa tras más de media vida considerando lo que es importante y tiene
sentido. Cuando se mira atrás se ve lo realizado (y lo por hacer aún) pero ya
no se tiene la fuerza ni el empuje para avanzar más. En esta etapa lo
importante no es ni crear ni conseguir, es hacer lo necesario para que lo
conseguido, lo construido, trascienda la propia muerte. Sea a través de familia,
entorno, discípulos y amigos lo conseguido ha de ser incorporado a la vida de
los demás, sean valores, creencias, bienes materiales o espirituales.
Esta
etapa es importante porque en realidad justifica la vida y nos prepara para la
muerte dándonos una respuesta final a la eterna pregunta sobre su sentido y, por tanto, la aceptación de la muerte con una sonrisa. No es de
extrañar que en la crónica se aluda también a esta etapa como la del patriarca.
La
crónica de Wei Li va más allá de establecer unas etapas en la vida. Wei establece
que el desarrollo ordenado a través de las etapas nos proporciona una sensación
de orden y felicidad que en sí misma es motora y nos hace avanzar.
En realidad, la primera etapa es horrible pues somos totalmente dependientes de
los demás y nunca estamos seguros de acertar con nuestra actuación. Huimos de
ella hacia la segunda, en la que nos autoencontramos, pero en la que seguimos
siendo dependientes de los factores externos que nos han sido marcados como
factores de felicidad: dinero, victorias, conquistas, notoriedad… Algo más
controlable que la aprobación de los demás, pero aún impredecible. En ella
dependemos de menos gente, pero aún hay dependencia, por lo que avanzamos hacia
la tercera etapa en la que es la persona quien (casi) decide en todo y lucha
contra las propias limitaciones y la de los demás. Acabada la lucha empieza la cuarta etapa. En cada una la felicidad pasa paulatinamente a basarse en aspectos
propios más que en los externos, que siempre son inciertos y cambiantes.
Las
etapas -dice la crónica- no son reemplazables ni aisladas, sino que fluyen la
una a la otra. En cada una se reasignan prioridades y amistades ya que en cada
etapa necesitamos un entorno afín a nuestras intereses y prioridades. Juzgamos y actuamos por proyección personal hacia nuestro
entorno en consonancia con lo que para nosotros tiene valor en ese momento.
Si no estamos alineados con los demás o no los entendemos o los consideramos
retrógrados. Aunque Wei habla de un fluir entre etapas señala que no es
necesariamente siempre suave. Muchas veces son aspectos negativos e incluso
traumáticos los que nos fuerzan a pasar de una a otra. De no existir algo
que nos fuerce al cambio, las etapas son más largas y mayor es el peligro de
quedarse en una de ellas sin avanzar.
Lo
inesperado, si no es positivo, nos obliga a replantearnos nuestra posición y la
búsqueda de la felicidad que es lo que en definitiva queremos en la vida. Cuando estamos
incómodos en una etapa nos movemos a la otra, Cuando nos cansamos de
obedecer pasamos de la primera a la segunda. Cuando nos cansamos de buscar
pasamos de la segunda a la tercera y cuando nos cansamos de intentar y realizar
pasamos de la tercera a la cuarta. Cuando no vemos que más podemos legar de
nuestra experiencia, abandonamos y desaparecemos.
Acaba
la crónica Wei Li revelando que calmó a Li Fu diciéndole que era un buen
emperador y que su legado le sobreviviría. No sabía Wei que aunque creyera en
ello mintió al emperador. La sociedad avanza y se transforma con cada uno de los
legados que recibe. De ahí la importancia de la primera etapa en
cada sociedad. El punto de partida no determina el punto de llegada, pero si el
como se llega y a costa de que.
Y cuando la mayoría se estanca en una etapa... ¿qué pasa?
ResponderEliminarEntonces el raro eres tú y si triunfas eres un genio y si fracasas un retrasado o un monstruo.
ResponderEliminarGracias por el apunte:))