martes, 5 de marzo de 2019

Vivir en el siglo XXII



Nuestra juventud gusta del lujo y es mal educada, no hace caso a las autoridades y no tiene el menor respeto por los de mayor edad. Ellos no se ponen de pie cuando una persona anciana entra. Responden a sus padres y son simplemente malos.
(Sócrates)

Esta juventud está malograda hasta el fondo del corazón. Los jóvenes son malhechores y ociosos. Ellos jamás serán como la juventud de antes. La juventud de hoy no será capaz de mantener nuestra cultura.
(Escrito en un vaso de arcilla -de hace más de 4000 años- descubierto en las ruinas de Babilonia)

Una persona se parece más a su tiempo que a su abuelo.
(Proverbio árabe)

¿Para qué habrá servido mi vida si no transmito a mis nietos lo que he aprendido en ella?
(Ibrahim S. Lerak, Cuaderno de notas)


El tema de la reunión del círculo surgió de un comentario hecho por uno de los asistentes en una intervención anterior. Dijo que él era del siglo XX, sus hijos del XXI y sus nietos del XXII. Imaginar el siglo y planear una educación para ese tiempo era el difícil eje sobre el que se le pidió al ponente que discurriera su provocación al debate. En síntesis esto es lo que nos contó: 

Lo primero que se nos ocurre al hablar del siglo XXII es que está muy lejos y que no tenemos ni idea de como será. La primera afirmación es falsa. La segunda es cierta, tanto que nos quedamos cortos pues será muy diferente a lo que imaginamos y en especial será consecuencia de lo que hagamos ahora. Estamos en el 2019, a 82 años del 2101. Cualquier persona "occidental" nacida hoy tiene enormes posibilidades de vivir el cambio de centuria y entrar en el siglo XXII. Hijos y nietos nacidos hoy. No está tan lejos. Eso sí, hay cosas que no cambiarán: no entenderemos a los hijos y nietos que lo vivan. Si Hesíodo decía: "Ya no tengo ninguna esperanza en el futuro de nuestro país si la juventud de hoy toma mañana el poder, porque esa juventud es insoportable, desenfrenada, simplemente horrible" y un sacerdote del año 2000 a.C. añadía "Nuestro mundo llegó a su punto crítico. Los hijos ya no escuchan a sus padres. El fin del mundo no puede estar muy lejos", los padres y abuelos de ahora y de entonces seguirán pensando lo mismo. 

Dejad que haga dos simples predicciones que casi son realidades a pequeña escala. Primera predicción: No habrá talleres de coches. Segunda: Los modelos de industria serán totalmente diferentes por técnica o por concepto. Un motor de gasolina /diésel tiene unas 20.000 piezas individuales. Un motor eléctrico tiene 20. Los automóviles eléctricos se venden con garantía de por vida y solo lleva 20 minutos retirarlo y reemplazarlo. Airbnb es, actualmente, la mayor compañía hotelera del mundo, sin ser propietaria de ningún establecimiento. Para ello cambió el modelo operativo tradicional. En 1998 Kodak tenía 170.000 empleados y vendió el 85% de todo el papel fotográfico mundial. En unos años el modelo de negocio desapareció tragado por la técnica de los teléfonos inteligentes y ordenadores. ¿Habrá granjas de órganos para sustituir los accidentados? ¿Se seleccionarán genéticamente los hijos? ¿El modelo social se basará en la familia? y si es así ¿en qué modelo de familia? ¿Se delegará la educación a las escuelas? ¿Existirán los colegios como son actualmente? Todo depende de lo que hagamos nosotros hoy. El futuro lo creamos ahora, a cada momento, en cada segundo con cada una de nuestras acciones y reacciones, algo que solemos olvidar por empecinarnos en vivir en el presente. Tanto individualmente como socialmente.

Si nos centramos en la educación, la respuesta al modelo actual de colegio es negativa. No hace tanto tiempo que se creía que la tierra era plana y el centro del universo. Decir en aquella época que no es así era herejía punible. Nos pasará lo mismo, en unos (pocos) años nadie creerá que la escuela deba ser un lugar en el que se enseñe a todos los alumnos de la misma forma donde se les estandariza, un lugar cerrado donde se imparten conocimientos de amarilla ciencia y cultura; un lugar donde se instruye a todos por igual con horarios rígidos e inflexibles. Seguimos viendo la educación como una explicación del mundo, de su funcionamiento y propiedades. No vemos ni propósito ni ubicación de la humanidad. Aprendemos a usar y a memorizar -cada vez menos, eso sí- pero seguimos con ideas educativas de hace décadas como si el mundo social y por tanto lo que se necesita para vivir fuera lo mismo. Educamos a la juventud para un mundo que no existe y la única alternativa que vemos es decir... sé tu sin que nada ni nadie te influencie. Así podrás sobrevivir si el resto no sirve. La realidad social está lejos de la educación, no estamos preparando a los jóvenes a vivir SU mundo; no nos debe extrañar el continuado fracaso en la enseñanza. Sin excusas ni ambages debemos cambiar el modelo educativo. Hay que cambiar no solo el modo de enseñar, sino también el de aprender y el que hay que aprender. 

En un mundo que cambia tan rápidamente el modelo de sociedad y en el que la información se transmite a una rapidez poco antes impensable, la escuela no debe limitarse a transmitir conocimiento, es imprescindible que también lo cree y lo comparta. Además debe dotar a los alumnos de las herramientas que les permitan aprender por sí mismos y durante toda su vida para adaptarse a los retos que ahora nos son desconocidos pero propios del futuro. Cuando la sociedad es gaseosa y la información líquida es fundamental el pensamiento crítico. Hay que saber cosas, pero sobre todo hay que saber que hacer con ellas y diferenciar lo real de lo falso sin dejarse influenciar por los millones de trampas que intentan apartarnos del pensar, del no ser ciegos y aceptar ideas para hablar por boca de ganso. Hay que saber discernir y priorizar la información. Éste punto es verdaderamente fundamental para la educación de los ciudadanos del s. XXII. Hay estudios universitarios que muestran como inconscientemente creemos en estereotipos que la sociedad nos ha imbuido, como que lo caro es mejor, que lo que se anuncia como bueno lo es realmente, que las masas aunque estén instrumentalizadas tienen razón, entre otras ideas que no son propias y si aceptadas más o menos "alegremente".

Se necesitará saber tratar la frustración y la resiliencia, no ya para gestionar las emociones sino también para que los conocimientos adquiridos sean relevantes y significativos. Para ello habrá que estimular la tolerancia en todos sus aspectos, la social, la de pensamiento y la fraterna. Disminuir el valor del ego y potenciar el trabajo colaborativo. Eliminar las confrontaciones de  egos y crear colaboraciones para un fin común, hacia una meta con aportaciones individuales necesarias para ello pero dentro del grupo. Podemos ser competentes sin ser necesariamente competitivos. La competitividad no es en sí misma negativa, pero si la educación se basa exclusivamente en ella no posibilita ni la cooperación ni la solidaridad, dos valores que serán seguramente fundamentales en el s. XXII.

Para encontrar sentido a la vida será imprescindible desarrollar la fraternidad. Durante la historia de la humanidad la lucha indiscriminada en pro de la supervivencia individual o del clan no ha conseguido nada y todos los avances se han realizado en épocas de paz o de trabajo grupal. Lo que ya hoy es un hecho, en el futuro será algo básico... pero hay que educar en ello. Pensar solos no crea modelo y sin modelo no vamos a ninguna parte.

Todo lo que sean implantes, chips de salud o mentales son maneras de tener una vida más tranquila pero no más llena. Sin comunicación, colaboración y  creatividad no puede haber ilusión y la ilusión es el motor para vivir la vida, sin ella no existe el futuro.

La conferencia trató muchos aspectos futuribles de como podría ser o no el siglo XXII, pero si algo quedó claro fue que sin adecuar el sistema de educación y tener ya una visión de lo que queremos que sea, será un siglo de mucha oscuridad en lugar de luces.

2 comentarios:

  1. "Para encontrar sentido a la vida será imprescindible desarrollar la fraternidad", ¿significa que solo tenemos valor como grupo? Si es así ¿qué nos impide ser la oveja negra? Qué triste destino, pero que real que si es así acabes diciendo que sin ilusión no hay futuro.

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  2. NO tenemos solo valor como grupo, pero para lograr algo necesitamos al grupo. El río erosiona la orilla a base del roce de las partículas, una no hace nada, juntas lo logran. Podemos ser la oveja negra, pero como no somos partículas y sí tenemos capacidad de decisión el grupo nos enviará al ostracismo de un modo u otro. Y allí no evolucionaremos y si sufriremos.
    Sin ilusión hay nihilismo o conformismo ambos son destructivos.

    Gracias por el apunte Herminio :))

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