domingo, 21 de abril de 2013

Léxico moderno ininteligible





La RAE limpia, fija y da esplendor, pero hay veces que uno llega a dudar que esplendor sea aceptar ciertos neologismos que dan lugar a relatos como el siguiente:

Estaba mirando la yedra, cuando me llamó la atención lo que parecía una yincana. Unos caballos, alguno de Yangón con yoqueys y alguna yoqueta se disputaban el premio: un yersi de última moda y que me recordaba a los usados por los yonquis cuando iban en yips con sus ajustados yins sin ziper.

Hubiese querido tener un zum para ver si algún yoqui llevaba alguna botella de güisqui, no por inclinación voyerista sino porque me pareció que los yerseys no eran de vichí y con un vermú no iban a entrar en calor. Velis nolis a la prensa rosa nos interesa saber si alguno tiene una várice para vehicular la información.

Antes para ser algo tenías que dominar el trivio y el cuadrivio, hoy basta con saber 4 palabros tomados del zapping de la tele y montarlos como si fuera un trávelin verbal en un totum revolutum y así el efecto es mayor.

La verdad es que me gustaría ver a una yoqueta en toples, le daría un tofi de premio y un tique para el teatro de varietés. Yo reconozco que nunca pasé de mero tenismesista malo y en esa tesitura tuve que abandonar y dedicarme a fotografiar desde un picop a ver si cazaba a una famosa en tanga para publicarlo en el tabloide que me da las gachas. La verdad es que hay que ser un buen sumiller de noticias y saber diferenciar una noticia de otra para hacer solo un spot de ella o bien una serie folletinesca. Para ello, si tienes suerte un ídolo de masas puede ser un buen esparrin pero es difícil que se preste al juego. Lo mejor es que la noticia sea difusa, como un esmog sobre el personaje y dejarle que salga de ella haciendo eslalon. Si le cazas la marca del eslip puedes llevarte una portada. Si es buena puedes sentirte como el sah de Persia en sus tiempos de gloria.

Y si no es una patochada, puedes gastarte los monises en una rotiseria en la que, desde luego no debes pedir robalo, no sea que el camarero te riposte y acabes con un ojo morado.






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