miércoles, 31 de julio de 2013

Geras



La hija de la noche está presente en la sociedad. Los agoreros dicen que se instaurará el sistema de algunas tribus que se deshacen de los ancianos por medios que para nuestra sociedad hipócrita son bárbaros y que no es más que eliminarlos directamente cuando ya nos son productivos y molestan. No son sistemas como el cocotero o la montaña de hielo, pero no por más sutiles dejan de ser crueles.

Con las llamadas nuevas tecnologías, diccionarios, enciclopedias y en general el conocimiento, están al alcance de la gran mayoría. Los viejos han perdido su venerabilidad al no ser ya necesaria ni su memoria ni su sabiduría. Por eso cuando se alcanza la edad improductiva para la sociedad ésta aparta con mayor o menor dureza a los acólitos de Geras y los confina donde no molesten ni ofendan a la vista.

En las cenas del círculo es un tema recurrente ya que la mayoría somos granados y ninguno quiere acabar en un banco del parque, sentado al sol, vigilando el juego de los niños ni aunque sean de su sangre. Contó Antonio, el sofos entre nosotros debido a su carrera de Filosofía, la anécdota oída en el autobús. El conductor contestó a una clienta habitual, que al ir a pagar pidió riendo un viaje gratis por ser su cumpleaños, con el conocido cumplido de "para Ud. no pasan los años". Lo que sorprendió y gustó a Antonio fue la respuesta: "No, no pasan, me los quedo todos, los colecciono". Lo contaba con la sonrisa del que sabe que hay más. La señora continuó: ... "pero no importa cuantos se tienen, lo único que cuenta es el número de esperanzas que se conservan y el saber que de un modo u otro somos necesarios aunque sea para cosas ínfimas". Y tiene razón en ambas cosas, apostilló Antonio. Por una parte no perdonamos el no ser necesarios y por por la otra si no conservamos algo en la maleta izquierda, la de las ilusiones y sueños, para irlas pasando a la maleta derecha la de las esperanzas y realidades, no es vida lo que se tiene.

Juan, pragmático como siempre, dio voz al pensamiento general: ¿diferencia entre uno y otro? ilusiones, sueños.. ¿y porqué la izquierda?

Nos conocemos hace mucho, desde la infancia algunos y sabemos que si Antonio suspira y toma aire.... hay discurso para rato; nunca abandonó su vocación docente así que nos aprestamos a escucharle atentamente para luego rebatirle mejor. De hecho la mejor parte de la cena es la discusión posterior sobre el tema más polémico.

La ilusión es un deseo, algo que nos apetece, que nos hace gracia que suceda; pero no tiene entidad, está hueca, no hay trabajo detrás. El sueño es la ilusión con forma, con entidad, con plan para que la ilusión pueda llegar a ser una esperanza y luego una realidad. "Me hizo ilusión que me regalaran una pipa": no hay esfuerzo, plan, es un hecho aislado. "Sueño con que me regalen una pipa" implica más, hay un deseo que se comunica y una labor para que ocurra. La maleta va a la izquierda porque es el lado del corazón y la mano que carga. Somos diestros y la derecha empuña, guerrea y aligera. Con la izquierda se conducen las riendas, se da el toque, se guía la vida.

Las esperanzas son sueños alimentados con trabajo. El viejo lema de "soñar, creer y desafiar" es la esperanza fundada que al ejecutar y actuar, se convierte en realidad; pero estas realidades han de irse dejando atrás en cada estación de la vida. No podemos ni debemos cargar con ellas siempre o pasará que "en boca del viejo todo lo bueno fue y lo malo es" como decía Gracián, porque ya no hay fuerza para llevar nuevas realidades. Hay que evitar repetirse a si mismo o los pequeños hábitos se volverán tiranías como señalaba G. Flaubert. No se puede vivir del pasado, en la evolución de júnior a senior hay que disfrutar de cada sorbo de tiempo, no ser conformista pero haciendo lo mejor en cada ocasión. No se puede vivir solo el presente ni mucho menos el pasado o no hay ilusión.

Nos miró Antonio mientras bebía un trago, sus ojos nos decían que aún faltaba más y antes de que pudiéramos intervenir prosiguió: todos los que estamos aquí nos consideramos jóvenes, algunos nos recordamos uno a otro con pelo y sin entradas; hemos cambiado y sin embargo si nos preguntan diremos que solo en lo físico, que "básicamente somos los mismos" que hace 20 años. Y no es cierto. Lo sabemos en el fondo de nosotros mismos. "La vida", "las circunstancias nos han llevado por un camino" decimos para justificar los desvíos de las ilusiones y sueños que tuvimos. Pero no es así, la experiencia no es transmisible como se sabe fehacientemente desde los experimentos de Freinet, aunque si lo es el conocimiento. Por eso la sociedad avanza pese a los fracasos individuales. Esos fracasos que por mucho que nos duela son solo consecuencia de la inacción y en última instancia de lo poco que creíamos sinceramente en el valor del esfuerzo, en el interés de lograr la meta. Llegamos todos a donde íntimamente queremos llegar por eso se tuerce el destino con nuestra voluntad hasta donde queremos.

Sabéis todos que siempre hablo de las tres muertes. Una de ellas, la primera, es gradual. Se envejece cuando se siente que es demasiado tarde, que la partida está jugada y que no se puede aportar nada más. Cuando en nuestro fuero interno la escena pertenece a otra generación. Esto nos pasa a lo largo del tiempo, poco a poco con los sueños abandonados, que también la mano izquierda se aligera del peso si no traspasa lo suficiente. El verdadero mal de la vejez no es el debilitamiento del cuerpo; es la indiferencia del alma lo que nos lleva al abandono de la voluntad de pasar cosas de la maleta izquierda a la derecha. Envejece menos quien conserva razones para vivir; pero razones íntimas, reales, profundas, no las impuestas para ocupar el tiempo. Esos ladrones de horas solo vacían el espíritu lentamente pues se confunde la ocupación con el interés. Podemos estudiar chino ahora que está de moda, llenar el tiempo con ello y convertirlo en una obsesión. Pero si no nace de un interés real e interior, solo nos sirve de calmante, es la morfina del alma del viejo.

La vida intensa, la que nace de la inquietud o de la curiosidad profunda no gasta el ser, al contrario, lo mantiene. Envejecer es solo una mala costumbre, el hombre ocupado no tiene tiempo de adquirirla, como dijo un conocido escritor. Por eso la sociedad cambia y poco a poco ocupa a los seniors dándoles ganas de vivir. Si dejan de ser negativos seguirán siendo un estorbo, pero no obstaculizarán la evolución de la comunidad. La gerontocracia no triunfó pero a la tribu de Geras hay que tenerla muy en cuenta para no quedarse estancados.

Cuando Antonio acabó dimos nosotros cuenta del pastel y nos dispusimos a discutir y rebatir su pesimismo. El vino nos ayudaba y ya se sabe..."in vino veritas".






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