sábado, 30 de abril de 2016

Freedom or security? / ¿Libertad o seguridad?



Freedom consists in doing all what is not against the law.
(Cicero)
Freedom is a responsibility, not only a right.
( Ibrahim S. Lerak)
Security is the worst enemy of man.
(W. Shakespeare)




La reunión del círculo se celebró con retraso, de hecho se saltó un mes por festividades y lo que en la administración se llama "asuntos propios", unos días de asueto que si son extras en España se llaman moscosos. Alguno de los contertulios apuntó medio en broma medio en serio que lo que pasaba era que el tema era muy extenso y el ponente no sabía que partido tomar. La verdad es que los límites entre libertad y seguridad son materia sensible en la sociedad. Lo que estaba claro era que solo un juez podía introducir el tema. Así fue y nuestro juez (en activo) nos provocó:

La sociedad establece unos límites a la libertad, es lógico o la convivencia no sería posible. Así hay límites en asesinatos, robo... y básicamente los temas que imponen las leyes religiosas que no son más que unas normas básicas de convivencia social inicial. 

A medida que la sociedad se desarrolla en tamaño y complejidad los aspectos en los que la convivencia se pueden ver afectados aumentan. Se introducen nuevas normas, nuevos códigos de conducta y nuevas limitaciones (y castigos) a los infractores. Hasta aquí todo normal, comprensible, deseable y positivo. Sin embargo hay momentos en los que hay normas que o se han vuelto obsoletas aunque tuvieran una razón inicial  --enviar un edificio entero por correos está prohibido en los EE.UU. (debido a un suceso de 1916 en Uthah)-- o son hoy simplemente absurdas o atentan contra la privacidad --en Connecticut es ilegal deshacerse de las cuchillas de afeitar usadas y en Massachussets es ilegal ir a dormir sin haber tomado un baño antes-- todo en aras de una seguridad general. Pero no hay que ir tan lejos, las citadas son curiosidades legales que nadie toma ya en serio aunque existan. Aquí te pueden multar por comer mientras conduces o fumar en el coche aunque tus acompañantes también lo hagan. Todas estas leyes que parecen ir en contra de la privacidad y en beneficio de la seguridad, en realidad tienen una base económica y de control detrás. 

La realidad es dura. Una sociedad que evoluciona muy rápidamente se vuelve ingobernable de modo exponencial, no lineal. Es decir hay más posibilidades de burlar la ley o de crear nuevos casos problemáticos que tiempo para estudiar los límites de la ética y de la convivencia. Se aplica la negación por defecto: solo se permite lo que no está prohibido. Nadie lo dice así, pero es la verdad. Por eso las leyes limitan cada vez más todo. El derecho a reunirse en grupo: malo, puede crear un conflicto; el derecho a manifestar las ideas: malo, puede haber seguidores que piensen como él y a saber por dónde salen. Y así muchos otros derechos que parecerían naturales a nuestros abuelos. 

Pero el problema no es cuando se trata de manipular más o menos a la sociedad con la excusa de mantener el orden. Esto acaba viéndose y la sociedad se revuelve contra ello de un modo u otro. Eso si, mientras dura la ley se aplica con las excepciones pertinentes en las esferas de poder. Solo las sociedades con ética social se libran de estas formas de corrupción que  curiosamente ocurre más en el en el sur que en el norte. La justicia social está posiblemente ligada a la dureza del clima y a la necesidad de cooperar por ello. El problema real viene cuando la sociedad limita los derechos en nombre de una seguridad general que en realidad esconde un ahorro económico. Si este ahorro se usara en temas de mejora de la sociedad, de mayor cooperación o desarrollo personal de los ciudadanos aún podría defenderse, pero desgraciadamente el ahorro sirve de inversión inicial para proyectos faraónicos que solo ensalzan el ego de quien los propone ... en el mejor de los casos. 

Cuando el gobierno emprende campañas de seguridad vial no se preocupa en realidad de si hay más o menos muertos; cuando el gobierno decide suprimir la publicidad del tabaco y del alcohol en medios públicos (radio y TV) no se preocupa en realidad de que la gente sufra por ello o de que muera; cuando se niega la conveniencia de ciertas drogas blandas o se prohíbe la venta pero no el uso (¿habrá un disparate mayor? ¿se crean solas y de la nada las drogas?) no es la salud del ciudadano lo que se protege. Lo que en realidad está detrás es parar las inversiones en hospitales, en seguros, en medicinas, en absentismo laboral, en remedios que sangran una economía que siempre va coja. Lamentablemente no es el individuo y su salud lo que importa, ni siquiera la salud de la sociedad; solo el gasto que no permite derivar (esa palabra que ahora se ha puesto de moda) este dinero a otros bolsillos y no voy a entrar en detalles escabrosos sobre que bolsillos.

Una sociedad limitada en movimientos "por su propia salud", con limitaciones que aumentan para prevenir posibles casos problemáticos; una sociedad que tampoco permite ejercitar derechos que parecerían lógicos como decir libremente lo que uno piensa y también con la excusa de preservar un orden, no caer en el caos y mantener la estabilidad social y continuidad en el futuro, es una sociedad intolerante, egoísta y endogámica. Una sociedad así muere por falta de visión, por falta de adaptación al medio y suele ser objeto de invasión por otros grupos más activos, menos seguros pero mucho más orientados a la libertad individual. A veces, muchas, por la fuerza.

Hay, sin duda límites a la libertad pero los límites basados en la falsa seguridad individual deberían derogarse de inmediato en una sociedad sana, con visión de futuro, justa y ética. La pregunta obvia es como conseguir esta sociedad y si es cierto que la sociedad deba ser así y no una madre sobreprotectora y tiránica por ello.

Ciertamente hubo debate, fueron varios los temas, justicia, sociedad dirigida, la libertad y el futuro; largo y productivo debate que endulzaron unos postres exquisitos. En eso si coincidimos todos, en queríamos que el chef fuera un tirano y no nos diera a elegir.