martes, 28 de mayo de 2013

Time flies fast






                               The years passed
                            unnoticed
                            through the back door.
                             
                            I lived intensively
                            the hour and the minute
                            flirting with the weird sisters;
                            Átropos stalking behind the corner
                            to see if she caught in me
                            a relinquish of my word
                            as I had a deal with her:
                            the moment I ceased loving you
                            the thread would cut.
                             
                            But I was loyal
                            to your image
                            to your scent
                            to my love.
                             
                            You never knew
                            how much I yearned you,
                            how much my soul loved you,
                            that every minute I think of you.
                             
                            Years passed
                            surreptitious and silent
                            and I still love you
                            missing you
                            in the distant city
                            with close love.

domingo, 26 de mayo de 2013

El chico de los periódicos



(del cuaderno de notas de Ibrahim S. Lerak)


Estaba haciendo tiempo, como siempre a esta hora. Esperaba impaciente la salida de Ninél.Todavía faltaban diez minutos. Hasta la media no saldría. Rutinariamente cogí un cigarrllo -al que de modo inevitable seguirían otros- confiando en que con ello el tiempo fluiría con mayor rapidez, evitando la molesta sensación de que los transeúntes observaban mi espera. ¡Que molesto es notar que te miran cuando no haces nada más que esperar! Cuando ya solo faltaban 5 minutos y 46 segundos (si, la espera de Ninel es un suplicio para mi y por ello cuento hasta los segundos mientras me consume la impaciencia) una voz chillona dijo detrás de mi:

- eh!  Pst, usted oiga!

Me volví. Delante el pequeño vendedor de periódicos me hacía señas para que me acercase

- si me compra un revista le digo algo que le interesará, me lo dijo sonriendo al tiempo que me guiñaba un ojo.
- ¿por qué he de comprar una revista?
La pregunta salió automáticamente, como si tuviese que ganar tiempo frente a algo que se me escapaba. A pesar de ello, al acabar la pregunta mi mano encontraba ya la cartera para comprar un diario o una revista.

- porque voy a contarle algo que le ahorrará dinero, tiempo y nerviosismo aparte de hacer que gane salud, me contestó el pequeño truhán. Luego volvió a guiñar el ojo a modo de complicidad.

Intrigado elegí un periódico al azar y la revista de portada más llamativa.
- ¿Qué me has de contar? ¿No sabes que el chantaje está penado por ley? ¡Irás a la cárcel!
Con cara divertida el muchacho de trece, quizá catorce años, al tiempo que me cobraba me dijo
- si, ya lo sé, pero de algún modo he de ganarme la vida ¿no?
Mientras lo decía reparé en que la sonrisa no había desaparecido de su cara, hasta me pareció notar un deje de leve tono burlón en sus ojos. Sin saber porqué, quizá por su modo de comportarse, quizá por el alivio que esto suponía en mi espera, sonreí también. Me había caido simpático.

- Está bien, le dije, ¿cual es el alto secreto que me vas a contar? Mi tono de conspiracón debió gustarle ya que me contestó a lo gángster
- Pierde el tiempo Juan. La chica hoy no sale.
Antes de que pudiera yo decir algo añadió ya en voz normal y con cara de preocupado
- quizá esté enferma, hoy no ha venido a trabajar

Mi cara debió mostrar un asombro extraordinario. No era para menos. ¿Cómo sabía este pilluelo que esperaba a Ninél? y lo que era más sorprendente ¿cómo sabia que me llamo Juan? ¿Casualidad? No. Así que se lo pregunté sin dejar mi tono de broma:
- ¿cómo sabes mi nombre? ¿acaso has tenido un soplo?¿quién es el chivato?
- Su casi novia o lo que sea, a mi eso no me importa. La chica morena de melena hasta los hombros a la que usted espera cada día mientras se fuma medio paquete de cigarrillos.

Por lo que oía, no eran los transeúntes quienes me observaban al pasar, sino este pequeño vendedor de periódicos, que más parecía ser agente de la CIA que lo que en realidad era. Indudablemente nos conocía, a Ninél y a mi; y por lo visto a ella especialmente. Si ella no había venido yo tenía tiempo, así que me puse a charlar un poco con él.

-Kim, porque por lo observador que eres debes llamarte así ¿cómo sabes que no ha venido? ¿estás seguro? ¿te dijo ella como me llamo?, además ¿de que la conoces?
Un sinfín de preguntas más o menos lógicas aterrizaron en su oído. Esta vez, a la sonrisa se le añadió una mirada radiante. A Kim, como yo había bautizado al chico de los periódicos, le gustaba hablar. ¡Vaya si le gustaba! Me explicó que conocía a Ninél  -señorita Primavera según él- desde hacía tiempo. Un día durante la hora del almuerzo ella había salido para comprar unas revistas y un diario. Desde entonces salía casi cada día y hablaba un rato con Kim, que obviamente no se llamaba así, pero a quien le gustó que yo le comparara con el de la novela de Kipling.
- Kim, ¿de que hablas con Ninél?, bueno con Primavera como la llamas tu y ¿el apodo este?

- Verá Juan y perdone la familiaridad pero es que yo le conozco más de lo que usted cree. No solo por lo que me haya podido contar Primavera, o Ninél como se llama de verdad sino por lo que yo mismo veo cada día mientras espera. Si no fuese usted así como Ninél me cuenta y yo veo, no le hubiera llamado y ahora estaría fumando colillas pensando en lo que podría haber pasado. Yo a Primevera la llamo así por eso, porque me recuerda a la primavera, respira juventud, tiene ilusiones ... que usted se encarga de destruir a veces pero que ella rehace, les da nuevas formas y no se abate por simplezas. Ella no es como sus compañeras, no es como la Collares o la señora Otoño. Ella es diferente, viene cada día o por lo menos cuando puede; me cuenta cosas de la oficina, de usted Juan y a veces me hace reir cuando comenta lo que hacen las demás.

Antes de perderme en el mar de nombres y motes especiales que Kimutilizada para definir a las compañeras de Ninel le pedí que me aclarase algunos:
- ¿Quiénes son la Collares y la señora Otoño?
Me miró, como un profesor mira al alumno que no capta las cosas al vuelo, me lo explicó con paciencia de profesor benevolente y amable.
- La Collares y Cara verde son compañeras de Primavera. Mire son ésas que salen ahora una tan llena de cadenas y la otra con la cara tan pintada de verde sobre los ojos. A veces vienen también a comprar algo, pero son antipáticas, mandonas. Piensan que todos los hombres has de caer de rodillas delante de ellas. Por eso se tiñen y se adornan así. Creen que son elegantes y cuanto más verde, ésa de ahí, más mueve las caderas.
- ¿Y la señora Otoño?
Ésa es una que vive por aqui. Va simpre de amarillo-ocre y ya se le caen las hojas de la vida, bueno quero decir que ya no está en su primera juventud. Envejece y no lo lleva bien, se pone de mal humor. No tiene mucha gracia al andar, pero debió ser muy guapa cuando era joven. Por eso me recuerda al otoño, no ha entrado en el crudo invierno, pero el verano ya cae lejos. Usted ya me entiende. También compra aqui los diarios y el Hola. Debe querer enterarse del progreso de sus amistades.

- Cuéntame algo más de Primavera
Me resultaban interesantes las observaciones de Kim, hubiera podido estar  mucho tiempo con él escuchando sus observaciones sus motes, sus comentarios a la vida que parecía haber vivido ya. Pero sobre todo me interesaba oír cosas de Ninél. Hacía poco que salía con ella y para mí era evidentemente un tema muy agradable; para Kim, por el modo en que la describía, debía serlo también.
-Pero si usted la conoce más que yo..., ella viene a la hora del almuerzo, me compra algo y cuando no tiene dinero yo le fío. Además algunas veces me ha encargado libros que son para usted: porque yo no creo que una "Economía comparada de los paises de Asia y del tercer mundo" se lo lea ella.
Yo sonreí asintiendo. El libro lo necesitaba yo y se lo comenté a Ninél; al poco tiempo -tres días tan solo- me lo regaló muy ufana de haberlo conseguido mientras yo todavía buscaba infructuosamente en las librerías de la ciudad.
- Algunas veces le busco números atrasados de revistas o fascículos. Incluso le conseguí un número de una revista que habían censurado. Ella me escucha, habla conmigo y me ayuda a pasar el rato. ¡Es tan aburrido tener que estar aqui toda la mañana!
De pronto, como asaltado por una repentina idea, me miró y me dijo
- Oiga Juan ¿por que no viene usted aqui cada día mientras espera a Primavera? Si está conmigo no fumará tanto ni se pondrá tan impaciente. Seguro que seremos amigos.
Variando el tono y mirándome de reojo añadió intencionadamente
- Además para usted no es nada comprarme a mí el diario o una revista cada día. Yo puedo encontrarle los libros que necesite. Y lo que me encargue, si no lo encuentro yo puede estar seguro de que nadie lo hará.

Me hizo gracia ver como mezclaba el negocio, la amistad y el compañerismo. Le dije que sí, claro, ¿qué podía hacer sinó? Quedamos en que a partir de entonces nos veríamos; yo ahorraría en tabaco, él ganaria algo con los periódicos y ambos tendríamos compañía mientras yo esperaba a Ninél. Después de esto me despedi de él. El tiempo había pasado de un modo vertiginoso y yo tenía que darme prisa si quería llegar puntual a la oficina. Me despedí contento, esperando volver a verle al día siguiente. Kim, mientras, cerraba el tenderete y silbaba una canción de moda.










lunes, 20 de mayo de 2013

Poemas que me hubiera gustado escribir (1)





(extracto de un poema de Nizar Qabbani)

                                                  Antes de que fueras mi amada
                              había más calendarios para contar el tiempo:
                              los hindúes,
                              los chinos,
                              los persas
                              y los egipcios tenían sus calendarios.
                              Después de ser mi amada,
                              la gente comenzó a decir:
                              el año mil antes de sus ojos
                              y el siglo décimo después de sus ojos.

                              Mi problema con las mujeres
                              es que siempre que niego mi relación contigo,
                              oyen el tintineo de tus pulseras
                              en la vibración de mi voz
                              y ven tu camisón
                              colgado en el armario de mi recuerdo.

                              No me acostumbres a ti:
                              el médico me ha aconsejado
                              que no mantenga mis labios en los tuyos
                              más de cinco minutos,
                              ni me siente bajo el sol de tus pechos
                              más de un minuto,
                              para no abrasarme.

                              Si conoces a un hombre
                              que te quiera más que yo,
                              preséntamelo 
                              para felicitarlo
                                                     y luego matarlo.

sábado, 11 de mayo de 2013

Incantation




                                      
                                       Moraima is your name.
                                       I have given you the name
                                       so you are mine.
                                        
                                       Moraima is pleasure
                                       and quietness
                                       Moraima is rest
                                       and adventure

                                       when I want to live
                                       I say Moraima

                                       I say Moraima
                                       where I base my hope

                                       I say Moraima
                                       and the sky becomes clear

                                       when I want to dream
                                       I say Moraima

                                       I say Moraima
                                       when the night is dark

                                       I say Moraima
                                       and the day starts bright

                                       when I want to smile
                                       I say Moraima

                                       I say Moraima
                                       when the day is nice

                                       I say Moraima
                                       and the troubles go away
                      
                                       Moraima is your name
                                       the secret name
                                       hidden to all
                                       even to you.

                                       Moraima,
                                       the search is over
                                       it took me time
                                       but now you are mine.                                   

miércoles, 8 de mayo de 2013

Libertas Inestimabilis Res Est







(del Cuaderno de Notas de Ibrahim S. Lerak)


                                                                          Die Freiheit und die Liebe                   
                                                                          sind meine beiden Triebe;
                                                                          für die Liebe opfre ich den letzten Hauch
                                                                          für die Freiheit opfre ich die Liebe auch
                                                    
                                                                          Sandor Petöfi*

  
   A través de la espesa selva avanza rápido Serog, casi despreocupadamente. La jungla solo traiciona a quién no la conoce y él se identifica con esta zona de magna vegetación. Conoce bien los recodos y las sendas. Le han enseñado a leer las más insospechadas señales. Es un buen Kreen-Akrore y nada ha de temer, ¿acaso no le ha elegido la tribu especialmente para esta misión? Más adelante, cuando llegue a los pantanos deberá ser precavido; allí la seguridad depende de muchos factores, algunos externos a él.

   Hace ya una luna que la tribu se reunió para discutir el problema. Los viejos consejeros del jefe querían evitarlo; pero los jóvenes, alentados por los rumores que habían llegado a la selva –rumores traídos por el viento y esparcidos por otras tribus- exigían la confirmación. Era necesario hacer algo para solucionar el problema y mantener a la tribu unida. Por eso el consejo de ancianos decretó la partida de Serog. Disponía de cuatro lunas para volver. Si agotado el plazo no hubiera vuelto, la tribu seguiría como hasta entonces y si volvía...., si volvía, dependía de él. Sabía que los jóvenes tendrían en ese momento los ojos y la esperanza puestos en él. Todos le envidiaban. Pero él, Serog, había demostrado ser el mejor, el más aventajado de los Kreen-Akrore y por ello resultó elegido.

   Todavía no sabía cuanto faltaba. Las noticias que dieran otras tribus indicaban que iba en la dirección correcta. No podía faltar demasiado. Tal vez al cruzar la marisma viese recompensados sus esfuerzos. No podía ni debía fallar. Al anochecer hizo una fogata y se preparó para descansar. A su lado dejó la lanza, preparada ante cualquier eventualidad. De su cinto pendía el cuchillo que le había regalado el jefe. El arma fue encontrada un día durante una jornada de caza y desde entonces era considerada signo de buen augurio. Su posesión implicaba la benevolencia de los dioses. Desde el día en que fue hallado – en época del abuelo de su abuelo- solo el jefe estaba autorizado a llevarlo. Y ahora le pertenecía a él, a Serog, en señal de aliento ante la dificultad de la misión encomendada. El amanecer acabó con su dormitar lleno de fantasías, anhelos y supersticiones. Innumerables murmullos parecían brotar de entre los árboles; pero ninguno de ellos mostraba nada anormal. Serog se levantó y tras acabar la pieza cobrada el día anterior prosiguió su marcha incierta, dejándose guiar por el instinto, atraído por la aventura y pensando en que a su vuelta –y tras la muerte del jefe- sería él quien dirigiese a los Kreen-Akrore.

   No cabe duda de que los dioses le son favorables. Hasta ahora no ha tenido dificultades. A veces piensa con nostalgia en lo que ha dejado atrás, en todo lo que significa para él. Cuando el sol alcanza su cenit, Serog llega al lago. Le falta poco para alcanzar el pantano, que ha de significar la realización de su misión. Como respuesta al pesado calor que envuelve al día, Serog penetra en la laguna para refrescarse y relajar su cuerpo del esfuerzo realizado. Tras un breve juego con las aguas azul-verdes se impone la necesidad de proseguir la marcha. A media tarde alcanza el pantano. Las precauciones en esta zona deben ser extremas. Aquí la naturaleza es acérrima enemiga del hombre. Parece como si quisiera permanecer inhollada y virgen, desafiando a quienes pretenden conocerla. Incluso el valeroso Serog siente el mágico poder que emana la espesura. Cautelosamente, paso a paso, se interna el kreen-akrore en la vegetación. Su mente, en constante alerta, capta todos los ruidos y su mano está presta a la defensa en todo instante. La selva parece indiferente a este caminante solitario que avanza con precaución. Pero la indiferencia es solo aparente, las obscuras fuerzas naturales se combinan –gobernadas por el designio de algún dios herido por la osadía- y golpean al invasor que profana el recinto sagrado.

   Cuando Serog despierta no reconoce el terreno. El pantano ha desaparecido misteriosamente. ¿Acaso ha muerto? Busca en su memoria el recuerdo de lo acaecido y solo halla una parte: finalmente cayó en el pantano, recuerda haber gritado aunque no puede asegurarlo. Luego....., luego nada; hasta ahora que despierta sin saber donde se halla. La selva aquí es más clara y el sol se alza majestuosamente a medio recorrido. Serog se incorpora. Súbitamente le alerta un ruido cercano; contra la tupida vegetación se recorta la silueta de un hombre extraño y complicada vestimenta; de pálida tez, algo en su porte le hace arrogante. Los pensamientos se agolpan febrilmente en Serog: primero cree ver un dios, luego una ilusión y finalmente recuerda los rumores del viento. Vanamente busca su lanza y su cuchillo. Valiente Serog se acerca al blanco, lentamente, con cuidado, pues ha oído (¿dónde? ¿cuándo?) que los blancos pueden ser más peligrosos que toda la jungla. El blanco, tras un corto lapso de indecisión avanza y efectúa un movimiento que no precisa traducción: sonríe con las manos extendidas en señal universal de paz y respeto. Serog sonríe también, imita el gesto y, más confiadamente, se acerca al extraño. No obstante está tenso; prevé la culminación de su misión. Los rumores eran ciertos; debe pues, ser cauteloso a pesar de todo.

************************

   El galopar del tiempo cambió la luna. Durante este tiempo Serog ha convivido con el blanco, a quien ha considerado sucesivamente dios, ser superior y amigo. El blanco le ha enseñado muchas cosas, le explicó como la casualidad quiso que le salvase del pantano al atraerle el grito lanzado por Serog. Éste, contento ha recobrado su preciado cuchillo –símbolo de poder y benevolencia de los dioses- y aprende cosas que hasta ahora consideraba inexplicables o mágicas. Al principio les costó entenderse, pero el blanco hablaba como otras tribus y finalmente la comunicación fue posible. La mayor dificultad radicaba en la concreción de términos abstractos que Serog interpretaba como leyes naturales. Conceptos como “sociedad” y “alma” eran fáciles, pero no sus implicaciones. Serog entendía las definiciones “per se” aunque no concebía la necesidad de muchas de las cosas que le eran explicadas.
- Comprendo que vuestras tribus se unan para vivir juntas, pero ¿con qué objeto concreto? ¿por qué no cazan o cultivan cada una de ellas su parte?
El blanco contestaba casi siempre en los mismos términos:
- El avance de la sociedad exige este sacrificio. El hombre vive mejor si se reúne y coordina sus esfuerzos. Así se hacen más poderosas todas nuestras tribus, crean armas y distribuyen mejor la riqueza. Todos son iguales y todos están mejor atendidos.

   Las conversaciones entre Serog y el blanco se hacían interminables; Serog inquiría cada vez más y el blanco respondía siempre con ideas, con teorías y con pocos hechos concretos que entendiese Serog.


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   Serog atraviesa otra vez la madre jungla que tanto le ha dado. Vuelve a estar en territorio de caza de su tribu, los nómadas Kreen-Akrore. No obstante, le quedan todavía muchos días para alcanzarla. En su corazón late una agridulce mezcla de pena y alegría. Su andar es mecánicamente ágil, pero su espíritu está turbado. Poco ha que cruzó la primera tribu en su camino de regreso. Le preguntaron por su misión; querían saber si existía el blanco, si había que acatarle o combatirle.

- El blanco no existe, es un rumor falso; el viento lo creó y el viento se lo llevó. Breve, casi cortante había estado Serog en su respuesta. En su rostro ningún músculo traicionó su máscara estática. Era cierto. El blanco ya no existía. Lo había matado él. A su amigo. A quien le salvara la vida. Aquél de quien tanto aprendiera ya no existía. Murió porque era una amenaza. También era una promesa de nueva vida, de una nueva era que indefectiblemente llegaría y que acabaría imponiéndose; pero Serog tuvo que matarle. Recordaba sus dudas y sentía el temor de haberse equivocado. Y sin embargo así debía ser. En sus largas conversaciones con el blanco descubrió que su amigo no era libre.
­
- Entonces ¿las tribus blancas no son libres para decidir sus intereses? ¿Tampoco es libre el blanco a pesar de su unión?
Varias veces lo discutieron y la respuesta era negativa.
- No, el blanco no es libre, debe resignarse a perder su libertad en bien de la sociedad. Sus actos están marcados por unas pautas que evolucionan demasiado lentamente. Pero es en bien del progreso y de la comunidad.

   Puesto que el blanco no era libre no debía amenazar la libertad de los demás; y entre los demás estaban los Kreen-Akrore. Serog decidió. Prefería ser bárbaro, pero libre. La libertad, decían los ancianos, es la máxima cualidad del hombre. Sin ella la vida carece de sentido. Y tenían razón.

Serog no sería jamás jefe de la tribu a la que había condenado al nomadismo por algunos años más, hasta que volviese otro blanco y les venciese; pero, mientras, seguirían totalmente libres.

  
  
* Traducción del encabezamiento:
    
     La libertad y el amor
     son mis dos motivaciones;
     por el amor sacrifico hasta el último aliento,
     por la libertad incluso el amor.





martes, 7 de mayo de 2013

Frente al espejo // In front of the mirror






La ve sentada frente al espejo.  Como cada noche.  Él desde detrás la mira y peina suavemente, con la delicadeza de quien está habituado a ello.   Los cabellos largos siempre le han gustado y ambos lo saben. Sigue dejándoselos y ve la sonrisa en la boca y los ojos agradecidos. Cada día la peina por la noche. Le alisa el pelo, se lo cuida. Cada semana se lo lava un par de veces, un pelo negro, suave, un pelo que enamoró y sigue enamorando. Ella, quieta, se deja hacer. Como cada noche desde hace tantos años. El mismo ritual sin cambiar casi un ápice, sin palabras, solo con miradas que se entrecruzan aunque él sabe que no es así exactamente. Por eso la peina delante del espejo. En el mismo sitio que la cuida cuando la acicala. El suele sonreír también, sabe que ella  lo necesita, se lo dice con los ojos tiernos que guardan la luz especial del amor. Están juntos desde hace mucho y así seguirán.  Muchas veces cree él que en su mirada reflejada en el espejo hay un toque de tristeza, pero es efecto de la luz. Muchas veces él le contaría tantos sueños y tantas cosas….. pero sabe que ella no le contestará que solo vive en su mundo interior, si es que lo hay. El recuerda el tiempo feliz que duró poco y que marcó su vida.  No quiere recordar otros momentos, aunque muchas veces necesita evadirse y creer en la vida y sentir su frescor. Son momentos duros, pero se superan. Como pone en todos los libros de autoayuda, siempre se sale del pozo, aunque las palabras bonitas no sirvan cuando estás en él. Todo proceso debe interiorizarse y sublimarse si hace falta.
Recuerda el día en que el coche se saltó la valla y la embistió. Ese día en que él llevaba el anillo de boda y tenía que ir a verla. Cuando llegó solo estaba la policía, un conductor borracho y el gentío. La ambulancia ya había salido; en el hospital confirmaron que no habría solución si no se recuperaba a corto plazo. La operación no sirvió y posteriormente se detectó la esclerosis avanzada. No, no quiere recordar los malos momentos, solo los de la alegría. No hay fotos en la casa, si muchos cuadros y muchas figuras de bronce, su colección favorita de los viajes.
Amorosamente saca la silla de ruedas del cuarto de baño y la lleva a la ventana para que la brisa refresque su tez y alborote el pelo. El la mirará como siempre desde lejos. Sabe que tiene sueños y ataduras, pero cree en la vida a pesar de todo. Le pone una fina manta en el regazo, besa su mano y mira su sonrisa y sus ojos, ambos congelados desde el accidente. La acaricia y sigue su día.

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He sees her; in fact he looks at her. As every night. From behind he gently combs her hair, with the finesse of who is used to it. Her long hair bewitches him since the beginning and both know it. Keeping her mane he sees the smiling lips and the thankful eyes. Every evening takes place this hairdressing ceremony. He smooths the hair, grooms it and takes care of her. He washes it a couple of times every week, the dark, silky hair that still today he loves so much. She sits, quiet and lets him do. As every night since so many years. The same ritual without changing anything, not even the position. Without words, only with regards that interbreed one with the other even if he knows that it is not exactly so. This is the reason why he combs her in front of the mirror. In the same place where he takes care of her in her daily makeup. He also smiles always, knowing that she needs it. She tells it with her tender eyes that keep the special light of love.  They are together since such a long time and so they will follow. He often thinks that there is bit of sadness in her gaze reflected on the mirror, but it is only a light effect. So often he would tell her about his dreams and so many other things…. But he knows that she won’t answer, that she is living in her inner world if there is any. He remembers her lines when the worries didn't let him sleep and repeats every single word:

When the worries come to you
face them with a smile
as you have the power of time.
They press, and know
that by constant  thinking on them
they eat your brain and create pain.

When the worries come to you
be calm
take them one by one
do not let them grow
maintain them in a corner of your mind
and let them out
when you're ready for the fight.

As time softens
and serenity destroys them
take your best smile
prepare your thought
create your arguments
and see if it is right
to change your mind.

If it is not the case
continue to smile
and be glad, you won the battle
but be prepared to win the war.

In any case remember
that by constant thinking on them
they eat your brain and create pain.
The trick to win
is challenge them and not let
all come together.

And if all this still hurts you
take my hand
take my soul
to help you.

He remembers the short happy time that marked his life.  He doesn't want to remember other moments, but sometimes he needs to escape, smell the freshness and believe in life. Difficult moments, but can be overcome.  As all self help books explain: you get always out of the dark hole, even if the nice words are useless when you are in it. Sentiments have to be interiorized and sublimated if needed.

He remembers the day in which the car crossed violently the fence and lunged her. The same day he had the wedding ring in his pocket and was going to her. Only the police, a drunk driver and onlookers were there when he arrived. The ambulance had left already before. In the hospital he learned that there would be no solution if an imminent recovery wouldn't occur. Surgery did not result and later an advanced multiple sclerosis was detected. No, he doesn't want to remember the bad moments, only the moments of happiness. There are no pictures in the house, many paintings and many brass figures, his favorite collection from the trips.

Amorously pulls the wheelchair out of the bathroom and takes her to the window to let the breeze cool her skin and tousle her hair. He will look at her as usual from a distance to get the entire picture. He thinks about his dreams and bonds but despite all he still believes in life. He puts a thin blanket on her lap, kisses her hand and looks her smile and eyes. Both icily frozen since the accident. Caresses her and continues his day.