jueves, 23 de febrero de 2017

Sobre la justicia



Justicia:
Principio moral que inclina a obrar y juzgar respetando la verdad y dando a cada uno lo que le corresponde.
(DLE: Diccionario de la Lengua Española)


Si la justicia es igual para todos, no es justicia.
(Ibrahim S. Lerak, Cuaderno de Notas)


Una vez más me llamó S.M. a horas intempestivas. Se ve que es cuando, acabado el día, recapitula y medita. Las llamadas de S.M. por la noche suelen ser por temas filosóficos y me impiden dormir, pero como fiel súbdito acudo, escucho y digo la mía aunque no sea una opinión que le agrade. Me requiere para que diga lo que pienso, no para alabarle. 

Esta vez no fue diferente, nada más llegar me espetó: ¿Es mi reino justo? ¿Hay justicia en el pueblo? ... Y me lió. ¿Qué iba a decirle de madrugada? Pues lo que llevaba dentro. 

Majestad, la justicia se define como un valor determinado como bien común por la sociedad. Nació de la necesidad de mantener la armonía entre sus integrantes y por lo tanto es el conjunto de pautas y criterios que establecen un marco adecuado para las relaciones sociales. También podríamos decir como en Roma que Iustitia est constans et perpetua voluntas ius suum cuique tribuendi, «La justicia es la constante y perpetua voluntad de dar (conceder) a cada uno su derecho». Precisamente éste es el problema: conceder a cada uno su derecho. Hay que determinar cual es ése derecho y si todos tienen los mismos derechos y obligaciones, incluido el estado, Majestad. 

Permitidme citar al presidente Lincoln y como él, afirmar que la más estricta justicia no es siempre la mejor política. Pedimos a los súbditos que vivan honestamente, que no hagan daño a nadie y que crean en una justicia que da a cada uno lo que le corresponde. Un problema sin duda, porque la vara de medir depende de quien mide y de quien es medido. ¿Tiene el mismo castigo el robo de una barra de pan cuando se hace por necesidad o por simple diversión y ganas de no pagar? Si la ley castiga el robo debe hacerlo en general, sin entrar en detalles. Dura lex, sed lex por seguir con los romanos y sin embargo no es justa si la condena es la misma en ambos casos. Depende entonces la aplicación y su consideración de un juez, que es humano, con emociones y vivencias diferentes a otros jueces. La ley es justa cuando no aplica la misma pena al delito en sí y tiene en cuenta las circunstancias, pero es injusta cuando depende de un administrador que la aplica diferente que otro

Por otra parte, no todos los hombres son iguales. Unos han desarrollado más ciertas habilidades que otros. Sus capacidades son diferentes y por ello sus obligaciones reales y morales también han de serlo. Si la justicias es la misma para todos, entonces, Majestad, no es justicia. La justicia tiene que ser renovada y pensada más equitativa y radicalmente. Hay que extender la justicia a ámbitos de vida que no han sido considerados, hemos de poder hablar de justicia sexual, económica, de acceso al conocimiento, de justicia meta-social. Y todo ello sin dejarnos llevar por la voz del pueblo. La voz de la mayoría no es prueba de justicia. Las masas rara vez son justas y siempre son emotivas. Ser bueno, ser condescendiente es fácil, lo difícil es ser justo en cada momento. 

Incluso en los países en los que la población menor de 40 años es mayoritaria la justicia ha de ir a remolque de las costumbres sociales. No puede avanzarse en exceso a ellas porque éstas se han de consolidar y ser algo más que una moda. Por ello hay que trabajar en lo nuevo y aligerar las condenas de lo viejo si es que han perdido actualidad. No puede ser la justicia la misma y mucho menos la pena en una sociedad como Asiria bajo Hammurabi o la actual en Occidente, ni ésta comparada con la de Oriente. Toda justicia se debe medir en un entorno social y en una época determinada. Ni es tiempo del ojo por ojo ni es tiempo de mantener la esclavitud bajo cualquier forma que ésta haya evolucionado. Pero las formas cambian y por tanto la justicia ha de cambiar, igual que las penas. La justicia no debe ser simplemente racional, pero no puede ser emotiva; ha de ser simplemente humanística sin diferir grandemente de un veredicto a otro o al menos los precedentes no deben ser tomados en consideración ya que cada caso es único, como lo son los jueces, los encausados y los acusadores.

Me preguntáis si hay justicia en el reino, temo que la respuesta es ni sí ni no, sino todo lo contrario. Hay leyes que se cumplen mal, leyes que se incumplen y jueces que opinan pero no interpretan las leyes. El sistema es lento y pesado. Sin embargo los derechos mínimos están salvaguardados por la justicia. La justicia no está en quiebra, pero lo estará si no se actúa rápido y se recuerda que para ser justos las leyes no se deben aplicar igual a todos

Una vez más S.M. me despidió con la mirada y se quedó meditando. Creo que entendió que el juez debe tener el libro de la ley en la mano y el entendimiento en el corazón, aunque yo preferiría que repasara los Proverbios de la Biblia y se fijara en aquello de Rey que juzga con equidad a los humildes, su trono afianzará para siempre.


domingo, 12 de febrero de 2017

Yo soy el que soy / I am that I am (III)



Puede que realmente seamos dioses, pero sin escuela. Necesitamos aprender.
(Ibrahim S. Lerak, Cuaderno de Notas)

No es posible la educación de masas, solo la de individuos. Lo contrario es adoctrinamiento y va en contra de la libertad.
(K, anotacioes dispersas)

La escuela, la fábrica y la cárcel constituyen las tres grandes instituciones donde se forja, populariza e interioriza la noción de un sujeto autoconsciente responsable de sus actos.
(Raimundo Cuesta, La escolarización de las masas, un sospechoso y "feliz" consenso transcultural, Cuadernos de Pedagogía, 334, 2004))



Había causado impacto el último conferenciante provocando con su "somos dioses" así que le pedimos una tercera intervención que resumiera el tema y nos aclarara algunos puntos porque los debates anteriores habían sido largos, interesantes y realmente incitadores.

Podemos resumir lo expuesto anteriormente en unas pocas afirmaciones con las que podemos estar o no de acuerdo, pero que son reales:
     .- lo que vemos en los demás es nuestro yo en fragmentos, tanto lo que nos gusta como lo que no nos gusta
     .- todo lo que existe es producto de un sueño
     .- detrás del sueño está nuestro cuerpo
     .- si no nos gusta nuestra vida o cambiamos el sueño o nada pasará
     .- sólo tenemos un enemigo para cambiar: nosotros mismos

Pero hay que ser sinceros y honestos, no basta con soñar ni desear. Ya hemos dicho que el deseo ha de ser profundo, real, visceral; pero no basta, hace falta un plan, sin plan es solo un deseo ligero, no un sueño. Hay un plan secreto, interno, que es el de no hacer nada porque nos destruye, destruye lo que hemos hecho y logrado hasta ahora. Es el que elaboramos internamente para no salir de la zona de lo conocido, del confort de lo habitual. La verdadera lucha es contra el yo que nos impide ser libres. 

Mucha gente lleva una vida que podríamos llamar insulsa en el fondo, como hipnotizados por la sociedad y uniformados vamos hacia la muerte del hombre individual. El camino de la insatisfacción permanente nos lleva a abandonar todo intento de salir del círculo. Darse cuenta de ello es el primer paso para reconocer que somos nuestro obstáculo para el desarrollo de nuestras capacidades. SOÑAR, con mayúsculas, nos evita ser marionetas. La vida no es la causa y el hombre el efecto, es al revés. Yo sueño y creo realidad y por ello mi vida. En los demás vemos lo que hay que hacer y lo que hay que eliminar porque todo está en nosotros. Soñar también es jugar a "quita y pon". Quita de ti lo malo que ves en los otros, pon lo que admiras de ellos. Nos es más que potenciar lo que tenemos y somos. "Ellos" son nuestra proyección. No hemos de crear nada nuevo, lo tenemos dentro.

Cierto es que es una guerra con muchas batallas que solo se ganan con dos armas: voluntad y constancia. Lo que cuenta es el compromiso interior y el saber reaccionar; evitar que el pensamiento negativo nos vaya corroyendo. El sueño es realidad sin tiempo, es la semilla de la creación. El mundo es como es porque nosotros somos como somos y no al revés. 

En cuanto a lo de ser como dioses ... bueno, moriremos. La inmortalidad no es evitar la muerte más bien es amar (del a-more: no muerte), crear y perdurar en los sueños. Pero antes de acabar, una última reflexión: el deseo material no es sueño, es tiempo y no podemos poseer el tiempo. El sueño es la ausencia del tiempo, solo así creamos realidad.

Siguieron las intervenciones de los asistentes, una vez más la ponencia había sido provocadora, muy provocadora de hecho. ¿La consecuencia? Cuando llegamos todos a casa éramos dioses en potencia.



viernes, 10 de febrero de 2017

Yo soy el que soy / I am that I am (II)



“Existe la convicción de que tenemos el potencial de ser creativos y de transformar cómo percibimos o experimentamos la realidad. Esto nos otorga una responsabilidad y un poder certeros sobre nuestra vida diaria. Imaginar la vida es una forma de enriquecerla porque la imaginación tiene un impacto sobre la realidad: sabemos ahora que el cuerpo se modifica química y fisiológicamente al ritmo de nuestros pensamientos.”
(Elsa Punset, Inocencia radical)


Si no podemos cambiar ¿dónde queda el libre albedrío?
(Ibrahim S. Lerak, Cuaderno de Notas)


Dicebamus hesterna die... así comenzó la segunda parte de la presentación, la que pedimos al ponente al hacerse evidente que realmente es nuestro estado de ánimo quien crea la realidad. Habían pasado ya más de un par de semanas, pero citó la frase de Fray Luis de León para marcar la continuidad. 

No esperes resultados diferentes si siempre haces lo mismo. Es la famosa frase atribuida a Einstein, que en nuestro caso podemos reformular como si siempre haces lo mismo nunca sabrás lo diferente que puedes ser. Algo que parece obvio pero que necesita un principio, ése de romper la resistencia del que hablábamos la vez pasada.

¿Cómo reaccionamos ante un suceso? En función de nuestro estado de ánimo. Si se vierte el café sobre el traje nuevo antes de una entrevista el resultado es ira dirigida contra quien ha causado el desbarajuste. Si se vierte sobre la camisa o los pantalones que no nos gustan y nos ponemos por obligación, la reacción es casi de alegría y no solo no hay enfado sino que hay hasta risas. Es evidente que son nuestros estados de ánimo los que condicionan los hechos: nuestra reacción nos hará tomar un camino u otro y por lo tanto condiciona una secuencia de sucesos y realidades diferentes. Si el estado de ánimo condiciona la realidad y ésta a su vez al estado de ánimo... ¿cómo rompemos el círculo vicioso? Se rompe pensando. Parando. Liberando la mente de la emoción y dominándola. Los hechos son la materialización de nuestro estado emocional, no de nuestra razón que normalmente es débil y solo justifica los hechos pero no detiene a las reacciones. Si no lo hacemos no avanzaremos. Dicho de otro modo: nuestros pensamientos crean un camino, una realidad y atraen los sucesos del futuro inmediato. Y recordad que no dejamos de pensar. Nos da la sensación de que las cosas vienen de la nada, no somos conscientes de nuestra elección cada momento. Nada sucede sin nuestro conocimiento y voluntad aunque no seamos conscientes de ello. Nada personal. La muerte de un pariente o amigo puede no estar relacionada con nosotros, o quizá si; pero eso es algo muy complejo y teórico de momento.

Pensar es crear destino. Los estados interiores y la realidad de los sucesos es lo mismo. La misma relación que materia y energía. Dos caras de la misma moneda. Una de las verdades populares dice que lo similar atrae a lo similar. Si nos preguntamos la razón de que algunos tengan éxito y otros no y lo hacemos honestamente veremos que la base real está en el deseo, en la voluntad en la reacción racional. Esto ABRE un destino. Es muy fácil decir yo soy como soy y si no soy más no es culpa mía, me hicieron así. Nada más falso que esto. Somos como somos porque queremos ser así. O modificamos las reacciones ante lo que nos ocurre (en algún momento hay que empezar) o seguiremos como antes. Si cambiamos el estado interior -ya hemos dicho que es necesario parar y pensar- modificaremos los sucesos, modificaremos el pensamiento y por ende la vida.

Para ese paso de bruto emocional a ente racional hay que seguir tres etapas:
.- la auto-observación
.- el razonamiento
.- el reconocimiento

La auto-observación que nos lleva al camino de la auto-corrección. Hemos de quitar las máscaras del pobre de mi, de nuestros miedos -lo más difícil porque no sabemos si son miedos o realidades aunque siempre son miedos que crean realidades- y las de no podré.

El razonamiento para no caer en la tentación de pensar que todo nos viene sin causa ni razón. Si no lo entendemos y enmendamos, todo seguirá igual una y mil veces.

El reconocimiento del mea culpa. El mea culpa del credo que hemos tomado como algo religioso y es mucho más que eso. Es la muestra de la puerta del nuevo camino. Lo que me sucede es porque yo lo atraigo. Mea Culpa, sí y si lo vemos y entendemos ya habremos entrado en el camino de las realidades positivas.

¿Pero es realmente posible cambiar la realidad? La respuesta es un SÍ, en mayúscula. Solo dos apuntes, los estudios de Bruce Lipton que explican el cambio a nivel celular (esto para los puristas de la ciencia) y el efecto coche. El efecto coche, que es válido con otras cosas, pero más cercano con el coche. Cuando queremos comprar un coche determinado "de pronto" el mundo está lleno de coches iguales al que queremos comprar. Ver esto nos refuerza y nos justifica la compra. ¿Hay más coches iguales al que queremos comprar de golpe? Obviamente no, es que nuestra mente nos muestra más un aspecto de lo que nos rodea, somo más permeables a nuestra realidad. Acotamos el global y fijamos el interés en algo... que nos conduce a reaccionar de un modo que a su vez crea una realidad que antes solo era una posibilidad.

Para ello, de nuevo os digo, paremos, pensemos y soñemos. El sueño convierte el pensamiento en realidad con el tiempo. Recordemos que el mundo puede ser una pesadilla violenta si olvidamos que somos nosotros quienes lo creamos.


Siguió la discusión tras la provocación del ponente. ¿Realmente somos creadores? Si lo somos, ¿somos dioses? ¿Tenemos libertad para serlo? Fue larga la sesión y salieron varios temas para tratar en las próximas reuniones.




sábado, 4 de febrero de 2017

Yo soy el que soy / I am that I am



Crear orden es pasar de un estado frecuente y ordinario (como un bloque de mármol inicial) a otro altamente improbable y único (la obra de arte), de mayor perfección.
(J. Wagensberg)


El sentido de la vida no lo sabemos, pero será el que seamos capaces de darle.
(Ibrahim S. Lerak, Cuaderno de Notas)

Hay un pequeño espacio entre los deseos y los logros pero solo se atraviesa con el deseo profundo.
(K., Anotaciones Dispersas)



La última reunión mensual del club de los narizones fue curiosa. Todos tenemos en común esa nariz especial que nos hermana, nos hace diferentes a los demás y nos lleva a mostrar orgullosamente que somos especiales. De eso iba precisamente el tema, del Yo soy YO. No era de extrañar que el ponente empezara citando el versículo 3:14 del Éxodo  "Yo soy el que soy" y plantear la pregunta típica: ¿Qué queremos decir cuando decimos “yo soy, yo creo, yo…?

Aparte del bíblico “Yo soy el que soy” ¿Quién sabe realmente lo que es y quién es? Solo quien se conoce a sí mismo, quien es dueño de su vida, quien posee voluntad propia, independiente, puede decir con propiedad “YO”. Los demás somos una amalgama de sensaciones, creencias y temores atrapados en eso que llamamos vida en sociedad y en la que vemos y proyectamos nuestros fantasmas interiores. Somos una multitud de entes en lucha interna y lo que queremos es poner en orden esos entes y cambiar. Cambiar porque cambiando ordenamos, priorizamos, esperamos vivir mejor y también porque cambiamos el mundo. ¿Lo cambiamos realmente? Solo vemos el mundo que nos es afín y mejorando nosotros lo perfeccionamos. ¿Se puede? Sin lugar a dudas aunque no es fácil y no es cómodo. Hay una resistencia a salir de lo conocido, a tomar un riesgo y crear una rutina nueva.

Quizá el primer paso sea vencer la resistencia al cambio. Ese enemigo que llevamos dentro y que nos hace tener miedo a abandonar la zona de confort. Ese enemigo que nos lleva a tener dos vidas: la que tenemos y es visible, y la que podríamos tener y se queda dentro como sueños y no se convierte en real precisamente por la resistencia al cambio hasta que decidimos que el sueño se ha de convertir en nuestra realidad.

¿Pero cómo cambiar? Todos los libros de autoayuda coinciden en ello: teniendo claro que queremos cambiar y venciendo la resistencia. Fantástico... solo que no sirve para nada. Cuando estás en el pozo negro necesitas una mano que te guíe, no palabras. No voy a contaros las historias del caballo o de la rana en el pozo, todos sabemos que hay mucho de decisión propia para salir de él y algo de ayuda exterior. Cuando estás fuera, las palabras de ayuda son bonitas y de poco valor. El primer paso debe ser la reflexión, mejor si es programada y no dedicar ratos aislados que seguro se diluyen en el tiempo. Como decía Somerset Maugham “Escribo solo cuando la inspiración me llega. Afortunadamente llega cada mañana a las 9 en punto”. Es bueno recordar el proverbio judío que reza: "Si siembras una acción, cosecharás un hábito; si siembras un hábito cosecharás un carácter; si siembras un carácter cosecharás un destino." O dicho más simple, el hábito sí hace al monje si se actúa como tal de modo constante. 

Bien, pero ¿qué acción? Lo más importante es parar y reflexionar, darse cuenta de las muchas cosas que llevamos dentro y establecer en qué queremos cambiar. No hablo de un plan de cambio, sí de determinar un objetivo. Si no sabemos a donde vamos no llegaremos nunca. Por tanto el primer paso es la constancia en la reflexión. Parece absurdo, pero si programamos ir al gimnasio a las 7 ¿qué nos impide programar el pensar a las 9? 

Sabemos cuándo y cómo empezar, solo nos queda hacerlo; pero necesitaremos algo más. Soñar. Soñar que somos libres de cualquier atadura, de cualquier creencia anterior, de la sociedad, de nuestros hábitos e incluso de nuestros gustos. Soñar sin dejar de hacerlo, porque el sueño es lo que nos acerca a la realidad, es lo que la hace nacer. Lo difícil es soñar, porque una vez sabemos lo que soñamos es más fácil convertirlo en hechos.

El primer sueño, la primera realidad, es que todo depende de nosotros de nuestra actitud frente a lo que nos sucede. Todos conocéis la historia de la piedra esa que explica que el distraído tropieza con ella, que el violento la usa como proyectil, el cansado como asiento, que David la usó para derrotar a Goliat… y siempre es la actitud del hombre la que nos lleva a un final u otro con el mismo material. Lo mismo sucede con la vida. Según como reaccionemos nos irá y nos desarrollaremos. Pero es necesario parar y pensar. No dejar que nos dominen las emociones. Parar y reflexionar. Concluir. Razón y emoción. Solo así podremos avanzar.

No somos infalibles,  pero somos conscientes de las limitaciones de nuestra vida social y fabricamos nuestra vida soñada. Podemos diseñar el plan del cambio, la transformación del “yo”. Muy probablemente no lo podamos hacer solos, necesitaremos al grupo, al otro, a alguien que pueda activar en nosotros el resorte de la acción y nos sirva de sparring o de guía. Mucha gente no logra cambiar porque no vence la resistencia a luchar por conocerse y dar el paso del cambio. El camino de la auto-mejora cambia nuestro destino y el del mundo que nos rodea. El mundo es algo que nos ha sido descrito y que aceptamos, no algo inamovible. Cambiarlo, cambiando nosotros, está en nuestra mano; pero no banalicemos el esfuerzo, no es como cambiar el lavavajillas o el canal de televisión. No se hace con un clic. Requiere tiempo, esfuerzo, atención y constancia.

Lo que soñamos y creemos es tan real que parafraseando a Henry Ford tanto si pensamos que podemos como si pensamos que no podemos, estamos en lo cierto en ambos casos, pero solo uno nos sirve para mejorar.

La discusión fue larga, variada y muy amena. Tanto que se convino en tener una segunda sesión extraordinaria para seguir con el tema cuando se vio que realmente es nuestro estado de ánimo quien crea la realidad.