viernes, 24 de marzo de 2017

El pozo de los deseos o reconstruir la vida



Una carrera llena de éxitos es algo maravilloso, pero no te puedes abrazar a ella de noche cuando tienes frío.
(Norma Jeane Mortenson alias Marilyn Monroe)

El éxito consiste en tener lo que se desea, la felicidad en disfrutar de lo que se tiene.
(Ralph Waldo Emerson)


La vida es un 10% lo que sucede y un 90% como reaccionamos.
(Charles R. Swindoll)



Querido nieto,

Dentro de unos días inicias una nueva vida. Te he preguntado por el regalo que te gustaría y me has dicho que nada, que ya te lo he hecho al cuidarte con amor y dedicación, que bastante tengo con cuidarme yo para seguir animándote y darte a escondidas los pasteles que en casa no te dejaban comer. Pero para eso estamos los abuelos, para deseducar y aguantar a los padres que nos riñen por ello. ¡Bah! Placeres de viejos, que se chinchen los padres.

La verdad es que me gustaría regalarte algo de valor, pero la pensión no da para muchas alegrías aunque no me quejo; a mi edad las necesidades son pocas y las importantes no se suelen pagar con dinero. Algo encontraré para regalarte pero no me resisto a darte algo muy preciado para mi: mis desatinos. Mi estado y mi edad me hace notar que aunque todos los días van hacia la muerte últimamente parece que tienen más prisa, así que antes de que no te lo pueda decir lo hago ahora. La vida tiene sus ritmos y secretos, cierto, pero podemos aprender de los mayores. Eso de honrarás al padre y a la madre que comenta el Éxodo no es más que un modo de avisar a la juventud, es un aprended de los errores de los mayores y también de sus aciertos. La muerte no me asusta, ya lo hemos comentado varias veces, lo que me da pena es la tarea inacabada y la no cumplida. 

Cuando miro atrás veo esas cosas que leí y que cayeron en saco roto. Lástima, lo malo no es leer, los libros son como las abejas, llevan el polen de sabiduría de mente en mente pero no todas las mentes están preparadas. Hay que tener dos cosas para entender: ganas y edad. Leer a Heidegger a los 14 aunque tengas ganas no sirve y leer a los 85 a Grimm cansa. Así que déjame que te dé unos consejos de vieja. Ya tienes la edad y el entendimiento. Créeme que si pudiera ir al pozo de los deseos son los elementos con los que, quizás, reconstruiría mi vida. Y digo quizás porque tampoco estoy segura de que no me dejara llevar por la emoción. Espero haber aprendido a ser menos impulsiva y menos obediente. 

Me hubiera gustado ser más yo menos los otros; realizar mis sueños o al menos intentarlo y no llevar la vida que otros esperaban de mi. Si tienes claro lo que te hace feliz, ¡hazlo!, no te dejes influenciar por los demás aunque sean tus padres, jefes o la sociedad entera. Quizás vivas peor de lo que podrías vivir pero la realidad es que simplificar el estilo de vida es algo a considerar seriamente. No siempre se necesita todo el dinero ni todos los honores que nos seducen. Tiene una ventaja la vida más sencilla: se encuentra espacio y tiempo para vivir más felices y disfrutar con los amigos y la gente que nos importa. Cuando la salud y la juventud pasan, la amistad se muestra aún más valiosa.

Muchas veces nos sacrificamos por los demás (o nos convencemos de que lo hacemos) y cerramos los ojos a que nos duele seguir con el sacrificio cuando ya no es necesario. La costumbre nos ha modelado y no lo notamos o nos convencemos de que es mejor para nosotros. Tememos los cambios cuanto mayores nos hacemos. 

Me hubiera gustado tener el valor de expresar mis sentimientos, de decir lo que pienso. Hay que entender que la confrontación es necesaria en la sociedad. La vida siempre apacible y sin discusión es falsa, es cómoda pero no es real. La mentira social es necesaria en muy pequeñas dosis. Ser uno mismo aceptando a los demás, aunque nos moleste, es el camino para vivir nuestra vida. Una vida más feliz, no olvides que la felicidad es una actitud ante la vida, no algo que nos venga de fuera o nos afecte por decisión divina.

Un modo de llegar a ese estado de conformidad con uno mismo es crear. Quien no sabe crear destruye y quien destruye es nocivo. Hay que soñar, realizar los sueños y notarse vivo, algo que no es estático, que es dinámico y que implica a los demás. Prueba, desarrolla, arrasa, para, sigue... pero muévete. Vive la vida. De modo sano y juicioso, pero vive, no dejes que sea ella quien te mueva a ti. En el siglo XIX decían que Dios había muerto, parece que en el XX y en el XXI sea el ser humano quien muere. No seas un robot social, piensa y manifiéstalo.

No podrás cambiar el comportamiento de la gente. Pero ¿es eso lo que hay que hacer? ¿No es mejor hacerles entender? Cambiar su escala de valores y sus creencias. Si consigues cambiar su modo de pensar, aunque sea un poco, la gente se comportará de modo diferente y pueden sorprenderte en positivo yendo más allá de lo que incluso harías tu.

Es posible que pierdas pronto a alguien muy querido. Has de saber que, como decía San Agustín, los muertos son invisibles, no ausentes. La ausencia duele. El problema no es el dolor. El dolor hace sufrir pero no te destruye. El problema es la soledad engendrada por el dolor. Es lo que te mata lentamente, lo que te aísla de los demás y del mundo. Notarás una vez más que la amistad es fundamental en la vida. Lo amigos no te dejarán que vistas la coraza del "yo puedo". 

¿Qué más decirte? Poco más, no me gustaría que te des cuenta de lo que es vivir cuando ya se acaba el tiempo, por eso te lo vuelvo a decir, Antonio, no dejes que la vida te lleve. ¡Vive, sueña, sé y actúa! Pero no te olvides de compartir, amar y pensar en seguir mejorando tú y al entorno.

Se me ha hecho larga esta carta pero la vida es difícil de resumir y más para quien no tuvo instrucción salvo los reveses que el destino quiso imponerme. Por suerte no lo consiguió en todas las ocasiones.

Tu abuela, que te quiere 



miércoles, 22 de marzo de 2017

Sobre la culpa


Donde hay culpa no puede haber excusa pues la voluntad no puede ser forzada.
(F. Diego de Estella)

La culpa permite olvido y perdón.
(Francisco Manuel de Melo)

Cuando te sientas culpable analiza si realmente lo eres, si lo eres aprende a pensar antes y si no lo eres, aprende a creer en ti.
(Ibrahim S. Lerak, Cuaderno de notas)


La reunión del círculo este mes trató sobre la culpa, ese "algo" que no nos hace sentir bien y muy manido en religión y en los procesos de autoestima. Todo converge hacia una liberación del sentimiento de culpa. Hay que dejarlo ir dicen unos, hay que sentirlo para mejorar dicen otros. Nuestro ponente nos dio su visión y algunas afirmaciones provocaron que la tertulia fuera larga y viva. En esencia nos dijo:

La palabra culpa proviene del latín “culpa” que significa falta o imputación. En griego culpa y causa son la misma palabra: aitía. Lo que se provoca tiene consecuencias y si son negativas aparece la culpa. Este sentimiento también puede estar presente cuando se omite de manera intencionada un hecho. Por lo tanto podríamos decir que la culpa es la negligencia o acción imprudente que perjudica a otra persona pudiendo llegar a provocar una sanción de tipo legal. Pero en realidad esto es la responsabilidad por el acto realizado. No es la culpa emocional. Responsabilidad y culpa van de la mano, pero no son lo mismo.

La culpa es un sentimiento y está relacionada con otra emoción más básica: la vergüenza. Confundir culpa con vergüenza incrementa el malestar emocional ya que al mezclarse se retroalimentan entre sí. Mientras que la culpa aparece ante el dolor por el daño causado, la vergüenza se experimenta cuando nos percibimos con la falta de una habilidad o capacidad que se presumía deberíamos tener. 

El sentimiento de culpa, si no lo tratamos bien interiormente, nos acompaña toda la vida creando un vacío negativo en nuestra personalidad. Nos frena y nos impide ser lo que queremos ser. Se nos imbuye desde pequeños (aparece ya con 3 o 4 años) y nos lleva a entender que no somos libres, que todo lo que hacemos repercute en los demás y que si esto es negativo, no solo somos responsables de ello sino que debemos considerarnos causantes y arrepentirnos. Nos generan un responsabilidad de nuestros actos y pensamientos para obrar en función de un bien teórico establecido por otros y sobre nosotros. Nos enseñan a entender la vida como un juego de obligaciones y responsabilidades sin dejarnos ser libres y siempre en dependencia de los demás hasta lo enfermizo. Un círculo vicioso que acaba produciendo una infelicidad constante ya que mata la individualidad. 

En la educación el sentimiento de culpa se usa para manipularnos. En la moral ocupa un lugar fundamental para guiar la forma de obrar en el modo en el que se considera que todos deberíamos actuar. Nos enseñan a sentirnos culpables de que nuestra acción no tenga el efecto previsto por otros y sea percibida como negativa. Es evidente que es un sentimiento forzado, imbuido, postizo; pero necesario para adaptarnos al entorno. La culpa frena la libertad haciéndonos pensar en el prójimo. Por ello debe ser dolorosa y crear el sentido de falta, de haber ido más allá de las normas éticas personales o sociales. Su función es hacer consciente al sujeto que ha hecho algo mal para facilitar los intentos de reparación. Una reparación que solo tiene función social en realidad. 

Para que haya culpa han de darse tres elementos: un acto causal que puede ser real o imaginario, su auto-valoración negativa por haber producido un daño y los remordimientos, la emoción negativa derivada de la culpa. Hay dos tipos de culpa: la sana y la mórbida. Culpa sana es la que aparece tras causar un perjuicio real a alguien. Es la que nos ayuda a respetar las normas y a no perjudicar a los demás. Es un castigo que conlleva una responsabilidad y un remordimiento. La culpa mórbida es la que se siente aunque no haya existido una falta objetiva que justifique este sentir. Esta culpa es destructiva y no ayuda a integrarnos en la sociedad. Suele darse por exceso como en la depresión o por defecto como en los casos de perfeccionismo.

La culpa está asociada a una responsabilidad y a un remordimiento, tiene un fin social pero es estrictamente personal. También está asociada a la libertad. Para Aristóteles si se actúa por necesidad uno no es culpable (pero si responsable) puesto que para poder sentirse culpable uno debe obrar libremente y no de modo obligado. Un soldado del pelotón de fusilamiento que obedece órdenes será responsable, pero por no ser libre de acción no será culpable si ejecuta a un reo siguiendo una orden. Claro que esto nos lleva al tema de la libertad, de si hay comportamientos libres o no. En un entorno determinista total no hay culpa ya que todo está prefijado de antemano. O
brar libremente significa también sin la influencia de las pasiones, es decir con las emociones contenidas, con metriopatía pero la responsabilidad sí existe ya que la acción se produce. En otras palabras, sin libertad y sin emoestabilidad --entendida como contención de las pasiones-- no deberíamos sentirnos culpables por nuestras acciones. Algo muy diferente de lo que nos exige la sociedad y de lo que la religión cristiana nos impone.

Según santo Tomás, el equilibrio entre las pasiones es prácticamente imposible. El hombre es incapaz de contenerlas. Además en la libertad del individuo no solo actúan fuerzas internas, sino causas sociales como las costumbres que nos llevan a actuar sin pensar y por imitación. Para estar libres del sentimiento de culpa deberíamos pensar antes de actuar en todo momento. ¿Se puede? Pensar es algo que se hace sin ser conscientes de ello, se produce sin que lo notemos. Es lo que Descartes llama conciencia, el conocimiento inmediato de la actividad que realizo. Inmediato en tiempo y en acción. El sentimiento de culpa es entonces solo debido a la precipitación por no pensar antes de actuar. ¿Podemos reflexionar ante cada acción? Posiblemente solo en teoría y en otra sociedad diferente. Si resulta que actuamos obligados sea por las prisas o por otros motivos internos como las emociones o externos como la imposición social (no olvidemos que la prisa también es una imposición social) entonces... entonces no deberíamos sentirnos culpables más que en contadas ocasiones y aún así no tendríamos razón para sentirnos culpables. La culpabilidad es imbuida, no es un sentimiento natural.

....Fue larga y variada la discusión que siguió. Acabamos muy tarde, pero nadie se sintió culpable por ello.





viernes, 10 de marzo de 2017

Poemas que me hubiera gustado escribir (4)



Al partir, me quedan cosas que acabar...

Al partir, me quedan cosas que acabar,
                                                          al partir.
Salvé la gacela de la mano del cazador,
pero siguió desvanecida, sin recobrar el sentido.
Cogí la naranja de la rama,
pero no pude despojarla de su corteza.
Me reuní con las estrellas,
pero no pude contarlas.

Saqué agua del pozo,
pero no pude servirla en los vasos.
Coloqué las rosas en la bandeja,
pero no pude tallar las tazas de piedra.
No sacié mis amores.
Al partir, me quedan cosas que acabar,
                                                          al partir.


(De  Nazim Hikmet , Últimos poemas 1959-1960-1961; versión de Fernando García Burillo
Ed. del oriente y del mediterráneo, 2000)

lunes, 6 de marzo de 2017

Ego te absolvo / On Forgiveness



Hay que perdonar al humilde y hacer la guerra al soberbio.
(Virgilio)

El perdón es a menudo el padre de la reincidencia.
(W. Shakespeare)

Perdona pero no olvides.
(Sabiduria popular)

El que es incapaz de perdonar es incapaz de amar.
(Martin Luther King)



The last meeting of the members of the circle of the square table had as central point: "Forgiveness". A concept that we all seem to understand but when we try to define starts to have some problems as our speaker told us. Hereunder his speech.


It would seem that we all know what we mean by forgiveness. But do we know its function, types, convenience or even its relation to love and social cohesion? Let’s start defining it. The Merriam-Webster dictionary remits us to forgiving and from here to the verb to forgive which can be transitive or intransitive:

transitive:
            to give up resentment of or claim to requital 
            to grant relief from payment or restitution

intransitive:
            to cease to feel resentment against (an offender)

We find a duality in forgiveness: we can “give” forgiveness and feel forgiveness. We could call it “material forgiveness” (what we don’t get back) and “moral forgiveness” (what affects us internally).

To speak about forgiveness we must have the following: an offender or somebody causing pain, an offended or somebody feeling the pain, and the knowledge that at least according to the criterion of the damaged person an affront has been produced.

So, forgiveness is personal and only by extension social and has two direct consequences:
1)   Stops the asking for any kind of payment for the done harm (moral or not).
2) Generates a (moral) right. Forgiveness is the waiver of a right of the victim. A kind of right to put back the damaged dignity.

It seems clear that an offense generates necessarily damage on the victim, but if we leave aside the ethics of human relationships, if we leave aside for a moment our vision of how things should be just because we were taught so, beyond rage and indignation, why should we assume that always that we feel an affront this creates a certain right? It is not simply a fact of life? And besides, is it always useful to forgive? Changes the situation in any way?  Note that till here we have not spoken about the offender.  Can be considered really an offense an affront that is made without intention? Has the offended the right to judge without knowing the intention of the offender? If yes, means this that we are superior to the rest because we feel offended? If not, why do we do it?

Forgiveness is the personal decision not to feel resentment or anger towards the causing person. Some even define forgiveness as the act of forgetting an affront. To grant forgiveness, do we have to learn to forgive and forget? Can we forgive an offense but not the offender? Probably yes, if what we express is that we don’t take into account the offense but don’t forget and keep somehow away from the offender fearing a new offensive act or because we are deeply deceived. Can we really do it? We can think and reason, but can we decide what to feel or not? Can we even conscious- and willingly select what to remember or not? If feelings, emotions and memory are not dependent on our will, then … to forgive is never sincere and is merely acting because the felt offense and its place in our memory can’t be erased. We only pretend it didn’t exist, we act as if it didn’t happen. Only this. So, does forgiveness exist really if it is only pretending that something didn’t exist? Moreover, the ability to forgive is considered a virtue in society. Is then a virtue to ignore reality or is just socially convenient?

When somebody damages us the immediate reaction is to go against who did it but this reaction can bring problems. When someone hurts us it is as if a big snake would bite us causing immense wounds. Once it has stopped the cure may be long and even cause some pain but the wound will close at the end. What happens if the snake has left poison inside us preventing the wound to close? At short term, we try to prevent that the harm continues but the most common poisons are the revenge, the eye for an eye and seek justice and get back what we lost above all. This poison can be acting for many years and we will lose joy, strength, and energy. Whenever we think about the offense, whenever something reminds us of it we will feel the same pain or even more. The wound won’t close. The offense generates a certain sense of aggression and forgiveness is a repression of this reaction. A psychologist would say it creates a neurosis due to not liberating it. Up to the extreme to say that forgiveness is not only impossible but the cause of a disease. No wonder that Nietzsche wrote: "forgiveness is a mechanism of the weak that will eat the nails when in reality wants to eat the eyes to the offender."

Remove the snake’s poison means to stop wanting to take revenge, stop destructive behaviours towards who bit us. Therefore, if we want the wound to heal, we have to leave voluntarily the thoughts of revenge. The process of forgiveness doesn’t imply the abandonment of the search of justice or of leaving our rights, it is only not to search in it an emotional relief that makes it difficult to advance in other interests, objectives and values we have or may have. In other words, has a therapeutic effect to be better with us and with the rest of the society. We don’t deny that something has happened. It won’t change the past but allows us to continue and influence the future. We arrive then to the conclusion that forgiveness consists in a voluntary change of the immediate reaction of destructing behaviours directed against who has caused the damage by other constructive.

This means that the function of forgiveness is social. Serves, not just those directly involved, but also to society as a whole because it contributes to keeping peace and social cohesion preventing spirals of revenge. Is not surprising the most religions, self-esteem books and other live-well-philosophies insist on the need to forgive. If the process of forgiveness is properly made, the feelings towards the offender will change accordingly.

Forgiveness is not a single act which is made in a given time, is an on-going process to be completed over time. Forgiveness is a task of several levels. The first: to stop destructive behaviours (as stop to seek revenge or justice, complain to everyone, consciously want evil to the perpetrator, pray that it happens something wrong to him, etc.). The second: to conduct positive actions towards it. Forgiveness, if there are positive responses by the forgiven, can also restore confidence in the aggressor.

As there are different levels of forgiveness, to really understand it, it would be necessary to explain in detail the process to follow to forgive but this is not the object of today’s speech. Let me finish with two thoughts:

First, forgiveness fulfills a social function, which is obvious and it is not possible to bypass. But if we want to get to know ourselves, every time we forgive or ask to be forgiven maybe we ought to consider if we really need to do so, the intention that we strive, and if in doing so we are not refusing to take the world as it is.

Second, imagine that you are sitting in a field on a warm summer day with a light breeze and you can feel the Sun on your face. As you relax your mind starts to wander and a steady stream of butterflies begins to fly around you. There is a wide variety of them... some are familiar, attractive and soothing, while others are ugly, unpleasant and make you feel really uncomfortable. You feel obliged to extend the hand to hold the known and beautiful while pushing away the uglier and disturbing. Continuing the fight, you start to notice that those butterflies that you tried to send away are now more numerous that the beautiful butterflies that you try to hold, and the fight becomes each time more difficult and exhausting. 

The thoughts can be like the butterflies. If you keep them with excessive force or try to scare them away, they overwhelm you or may die in your hands. However, if you are willing to observe your thoughts (without considering how they make you feel) as if they were butterflies that simply land on the palm of your hand, with time they will go flying, leaving space for other thoughts and experiences that will come.

It was a long discussion after the speech. That an offense could only exist in our mind without being real and that it can be even felt to escape from real life were arguments that took most of the time. The speaker provoked, the audience reacted. We had a good time.