jueves, 18 de junio de 2020

Entre el líquido y la espuma (2): El hombre liviano




Se gobierna mejor una sociedad que vive en el instante, que una que piensa en el futuro.
(Principio político universal y siempre actual)

¿Se vive mejor sin pensar? ¿Tiene sentido la vida sin participar y sin preguntar?
(Ibrahim S. Lerak, Cuaderno de notas)

La bola de Newton se mueve cuando recibe un impulso, el resto del tiempo permanece quieta.
(Física experimental) 


La reunión del club de narizones tuvo lugar con todas las precauciones posibles tras el confinamiento por pandemia. Una de las características de estar reuniones es que, a veces, se le pide a un ponente que desarrolle más un tema previo. Esto es lo que pasó en esta reunión, no era cuestión de hacer de agoreros por la cororavirus-19 o de ponerse a juzgar sin que hubiera un tiempo de reflexión. Fue precisamente la reflexión del tema acerca de la sociedad gaseosa (Entre el líquido y la espuma, 19-10-2018) la que quedó en la mente de muchos de los participantes: Lo que antes era, ahora es solo imagen y momento y todo se ha vuelto más precario, instantáneo, se escapa si no es novedoso y se vuelve con frecuencia una agotadora persecución tras la nada. Hoy vivimos una modernidad gaseosa en la que lo que agrada, lo que se busca y lo que vende es lo fácil, lo que no sea consistente y no implique nada más allá que el momento preciso. Se le pidió al ponente que tratara este tema otra vez y esto es lo que nos contó: 

La sociedad gaseosa solo es posible si existe un determinado tipo de hombre: El hombre liviano. Un hombre que no pesa, que flota entre las cosas sin anclarse a ninguna que no sea su propio placer inmediato. Es un hedonista y materialista con dos claros objetivos a conseguir a cualquier precio: el éxito y el propio placer. Por tanto sus intereses son dos: dinero y consumo inmediato e indiscriminado. Un hombre ecléctico, básicamente infeliz si no alcanza sus metas con la rapidez que a él le parece adecuada y, en el fondo, indiferente por saturación de la oferta de productos y de información. Este tipo de hombre -hoy mayoría en número en la sociedad occidental- hace de la permisividad su nuevo código ético que va desde la tolerancia ilimitada a la revolución sin finalidad, o mejor dicho, sin convencimiento firme duradero. Es carne de cañón para la sociedad que busca unos ciudadanos anquilosados a la ignorancia y a la vida fácil. 

El hombre liviano está bien informado, de hecho sobreinformado, pero en un ámbito reducido de temas, que son los que interesa a la sociedad que se promuevan por aquello de que pensar mucho en un tema agota las posibilidades de pensar en otros más lejanos y que exigen un esfuerzo de búsqueda de datos. Este hombre o mujer, ser humano en definitiva tiene escasa educación humana, está muy entregado al pragmatismo y cree a pie juntillas en bastantes tópicos. Le interesa todo... pero a nivel superficial. Se queda con los titulares sin leer el artículo o lo lee en diagonal. No es capaz de hacer la síntesis de lo que percibe y esto le lleva en realidad a convertirse en un ser trivial, frívolo, ligero "light", que acepta todo por conveniencia y no por criterio propio reflexionado. El hombre liviano es etéreo, volátil en sus opiniones, banal en sus actos y pensamientos y permisivo por ende en la sociedad. Conoce bien su tema profesional, en ello es un experto (busca el éxito y lo trabaja), pero en el resto carece de ideas claras, aunque las defiende con vehemencia, pues ha de parecer que sabe de lo que habla. En definitiva es un hombre superficial, permisivo y egoísta. Tanto es así que cree que por el mero hecho de amar ya se le debe un reconocimiento. Confunde el amor con la satisfacción de placeres. De ahí las numerosas rupturas de parejas... pero ése es otro tema para otro coloquio.

Ganar mucho dinero es su símbolo de éxito. Pasarlo bien a costa de lo que sea es su código ético. Reducirlo todo a titulares es su sistema de información. La ética permisiva sustituye a la moral por lo que todo es relativo y las reglas pasan a ser subjetivas. La libertad está en el consumo y el éxito social, aparte del dinero, está en el número de famosos que se conocen. La voluntad existe para avanzar en la profesión... al precio que sea y  esta voluntad no está educada. Esto es el breviario del hombre liviano.

No es un problema en sí, salvo que queramos mantener unos valores morales que nos parecen correctos y no me refiero a los valores religiosos sino a los de la sociedad racional en la que el hombre es algo más que una máquina sin cerebro para pasar el tiempo. Tenemos la posibilidad y la obligación humana de desarrollar una ética laica en la que cada uno de lo mejor de si mismo para el conjunto de la humanidad. Claro que esto requiere voluntad y esfuerzo, sin ellos no pasaremos de ser una ceniza llevada por el viento que mueve un Eolo en provecho propio. 

La voluntad necesita ser educada y requiere del esfuerzo y persistencia. El orden y la disciplina ayudan a lograr el cambio. La elección de si queremos ser hombres livianos u hombres con criterio propio es personal e intransferible. Pero si optamos por ser algo más que una mota de polvo al viento, el camino es largo: cuesta una vida. El premio es saber, conocer y conocerse.  La lucha es contra la ignorancia y contra las limitaciones propia y de los demás. Si vale la pena o no es un juicio personal. ¿Queremos ser pompas de jabón o preferimos ser entes pensantes y autónomos?


Como siempre la discusión fue larga, pero quedó claro que la opinión vertida no se la llevó el viento coma una mota de polvo o ceniza y que había voluntad de debate y complemento de información.



martes, 12 de mayo de 2020

2032 La nova normalitat: Homo Tardus




Si es normal no es nuevo, si es nuevo no es normal.
-- (Ibrahim S. Lerak, Cuaderno de notas)

Una novedad se aclimata pronto en nuestras costumbres  cuando nos libera de un deber.
-- (G.M. Valtour)

Ningún pueblo puede retardar el instante en que está decretada su ruina.
-- (Corán XV:5)



Tot va començar amb el que es va denominar la pandèmia de la Covid. Va ser l’inici de l’anomenada “nova normalitat”. Una expressió que va sorprendre a molts però que no era nova i sí era ja d’us normal feia molt temps.  A Espanya es va fer servir,  i de fet inventar, al 1977 parlant de la nova situació democràtica: (“Ha habido momentos difíciles pero lo importante es la nueva normalidad democrática a la que hay que irse acostumbrando” -  Federico Mayor Zaragoza, El País 1977). Més tard altres països van utilitzar la mateixa expressió que els americans van copiar en el 2008 amb la crisi financera per descriure les noves condicions socials i laborals. Des de llavors molts altres països, i sempre s’utilitzà per donar a entendre que el que abans era anòmal va passar a ser comú.

No va ser una casualitat que es tornés a fer servir aquesta expressió donat el seu caràcter esperançador. La paraula té molta força, tanta que és capaç de canviar la percepció de la realitat. Ja no es parlava d'un vell, era una persona activa en la 3ª edat; no patíem una crisi ni ens aturàvem, es vivia una desacceleració o bé passàvem per una etapa de creixement econòmic negatiu; clar que tampoc teníem imputats judicials, només eren persones investigades; ni  tampoc s’acomiadava a la gent, es feien  reestructuracions (oficialment ajustaments estructurals)  per ser molt més competitius; Recordo que ni la princesa se separà: només estava en un moment de "cese temporal de la convivència". Què dir de la inflació? Que no existeix, és, encara avui, únicament un reordenament dels preus dins de l'entorn polític i socio-econòmic del món. De la mateixa manera la nova normalitat era un eufemisme per calmar a la gent. Dir que ja res serà normal aboca a la rebel·lió perquè tots volem el que teníem, la part coneguda i segura de la vida, per bona o dolenta que fora. Nova normalitat era un dir que encara serà com abans, però amb certes diferències (i la gent les estimava petites).

Deixar la norma antiga per entrar en una nova, provocà una gran inquietud donat que ningú sabia si lo nou seria millor o pitjor. Uns parlaven de revolució, uns d’ocasió per canviar el mon, altres temien per les feines i la pobresa. Canviaria la manera de viure? Era la pregunta del moment.  Ningú sabia com es construeix, com es defineix una nova normalitat. Qui sí estava disposat a dir la seva eren els populismes demagògics y els autoritarismes. La crida al sacrifici en benefici de la seguretat  dins d’una societat amb por era un esquer  per als milions d’aturats  i previsibles acomiadats (tots temporals però sense horitzó d’una data de reincorporació) que sentien desesperança. Crear nous acords per possibilitar un nou futur per molts era construir de nou una base. Tots creien que després de la crisi econòmica i social si no hi havia un acord per anar tots a una... el món conegut estava abocat al desastre. Pocs van aturar-se a pensar que una nova normalitat real no es construeix en un dia, ni a distància i més si es vol garantir el progrés, el benestar, la convivència, la tolerància i el respecte per els drets de tots. La gent no volia una nova normalitat, volia la d’abans, la que no funcionava, però era coneguda. Era tan fàcil parlar de seguretat, estabilitat i treball que les propostes del govern de garantir una renda bàsica per a tots era com el manà del cel. Pocs es preguntaren a costa de què es podia pagar un endeutament tan important. Es van fer petits sacrificis com reduir la pensió als jubilats. Tothom va cridar i protestar.. amb la boca petita. Jubilats eren 9,8 M habitants, majors de 65 anys només el 19,4% del total de la població (47,5 M habitants)  en front del 66% comprès entre 16 i 64 anys, els receptors de rendes bàsiques si no treballaven. Tots comptaven amb l’economia submergida i la picaresca. Sí, va ser molt dur però es van donar diners a noves i antigues empreses per refer-se i això tenia un pes social molt important. L’horitzó de tornar encara que fos en 5-6 anys a la situació d’abans era molt potent i es ventava molt per els partits populistes. Qui no ho volia era un antipatriota. Els diaris van ajudar molt a fer acceptar la situació de més control i menys llibertat. La salut, la pau social eren objectius clau i la por esdevinguda per els rebrots que es van produir (i varen ser ben orquestrats per obligar a mesures de seguiment telemàtic personal) era el fil del que penjava l’espasa de Damocles.

La història esdevingué important: van sortir totes les pandèmies anteriors i es varen analitzar al detall. Des de les romanes fins a les mes modernes del 1918, 1957, 2001, 2009. Qui no recordava que Newton va poder fer la seva teories de gravitació i òptica al 1666 a casa de sa mara tancat en quarantena? Cada 10 o 15 anys també hi ha crisis econòmiques causades per l’acció social amb intervencions massives dels governs. La pandèmia de la Covid no era una excepció o si, doncs en aquest cas tots el governs del mon van abocar diners pràcticament sense fre. Els països es van endeutar, alguns més del que podien pagar i van voler que fossin els altres qui paguessin el deute emparant-se en que era una pandèmia mundial. Entre ells Espanya. No es va aconseguir i el préstec de diners va suposar endurir més les condicions de vida. Rebaixa de pensions, més control de despeses, menys inversió publica excepte en el tema sanitari (la nova orientació al mon: si no pots viure de que serveixen els diners?) La mal anomenada distància social es va mantenir i, desprès dels rebrots de la Covid, va passar a ser una característica incorporada al protocol social. Cert que va costar 2000 joves morts després de una macro festa en un parell de ciutats, però va ser el revulsiu per recordar que no hi ha enemic petit i que no veure’l no es sinònim de que no existeixi.

Molts creien que tot serviria per unir la gent. Va servir. Va unir més als grups que pensaven igual, però no transversalment a la població. Al contrari, cada vegada més es veien les diferències d’interessos entre qui tenia (diners, empenta, responsabilitat ...) i qui no tenia res. La unió inicial en favor del sanitaris i gent que es va sacrificar es va trencar ràpidament acabada la urgència. Els polítics van fer servir l’ocasió en benefici propi, els defensors d’invertir en ciència també i els escèptics van parlar de teories conspiratòries... que els partits polítics van fer servir; uns per criminalitzar als immigrants, altres per incrementar el control i el autoritarisme i uns tercers per criticar-ho tot i cridar a la revolta social.

La societat canvià molt, però no de cop. 2020 va ser l'any de patir, de la inversió de l’estat per mirar de restablir las cadenes de subministrament, d’incitar al consum amb la intenció declarada de tornar el més ràpidament a la situació anterior de la pandèmia. La economia es deia es refarà lentament però el consum de producte local anava a donar l’impuls necessari per un ràpid creixement i escurçar el pagament del deute. Si els preus pujaven... sempre millor un 5% de inflació que de atur.

2021 va ser l’any de adaptar-se a una manca de llibertat causada per la dicotomia seguretat o llibertat. La gran majoria escullí una llibertat "provisionalment" minvada en front de una manca de seguretat. Com que es preveien (i van haver) molt rebrots  --no som una societat educada, responsable i considerada-- i els partits populistes (de dretes i esquerres i nacionalistes i oportunistes) van fer molt soroll, no va ser difícil. S'acceptà que la "nova normalitat" hagués de pagar encara per la pandèmia que va assolir a tot el món (oblidant que altres països havien actuat diferentment i no únicament varen sortir abans i millor, sinó que amb un menor  endeutament). Però en el darrera fons els canvis no eren només polítics i socials. Eren d’orientació econòmica també i no poc importants per molt subtils que fossin.

El món d’abans de la pandèmia (que es volia salvar amb l’aportació de diners per tot, inclosa una renda bàsica perquè ningú no tingués problemes –i no votés a un altre partit-) perdia poder i domini. El mon digital lliurava una batalla muda i la va guanyar. Els grans conglomerats digitals asiàtics, americans i de l’Índia pujaven: el mon no europeu de les aplicacions multiplicà per dos el seu volum en dos anys.  El confinament va multiplicar per 10 l’ús de tecnologia digital mentre que cotxes, avions, cinema, teatre, concerts perdien partidaris ràpidament. La generació Z (entre 16 i 23 anys) i els milenials (24 a 37 anys) vivien ja en un entorn digital. No tenien cap necessitat de antigues estructures. Les estadístiques mostraven sense cap dubte que Netflix, Nintendo i similars eren plataformes més usades que la TV. Tot el que es va oferir durant la campanya mundial del “queda’t a casa” era digital i va acaba de donar l’empenta necessària per desenganxar-se del mon de la oficina presencial  i d’altres seleccions pels temps d’oci. Inclús la generació X (38 -54 anys) va incrementar un 35% l’ús dels portals informàtics. El valor en borsa dels medis digitals es va reduir un 80% en 5 anys. El model va canviar i el valor era, de sobte, en mans dels americans i dels asiàtics. Noms com Coca Cola, Pepsi, McDonalds, Reebok, Mercedes, Marriot, Hilton, Sony, Levis, Dior... van patir i perdre la seva importància social. El consum es va traslladar al mon digital:Amazon,Apple, Samsung, Netflix, Nintendo, Google...La modernitat era digital o en el pitjor dels casos hibrida. El món ja patia un canvi abans de la pandèmia. La Covid el va accelerar.

En el 2022,  a mesura que es van poder  generar llocs de treball la política va  "donar peixet" als ciutadans parlant del gran canvi de la societat que beneficiava tant al ciutadà que finalment té temps per la família (atur molt elevat i si tenia treball era és des de casa en un gran % dins dels canvis en les empreses que ja varen veure com rebaixar cost), pot passejar per la ciutat (es van eliminar molts carrils per cotxes i el transport urbà continuà igual que sempre),  i els temes del "panem et circenses" van adquirir més importància. Amb tots més aïllats de manera genèrica les xarxes socials  guanyaren encara mes importància, i es van multiplicar les específiques; no va costar gaire dividir a la societat. Tampoc va ser difícil moure els interessos de la societat envers el (entre tant oblidat) canvi climàtic, l’impacte de la fam al mon, òbviament la salut i el “nou oci”. Com que la gent passava més hores que abans al domicili van repuntar els delictes de violència de gènere, el delictes via internet i les separacions. La utilització dels meta-data va aconseguir que la gent tingués més ofertes personalitzades fins al punt que pensar, valorar, planejar, escollir es va delegar al àngel, una figura informàtica que vetllava per tots suggerint i actuant en “el nostre benefici personal”. Com que tots som diferents però no tant, la creació de noves tribus identitàries va ser “espontània” . Fer soroll mediàtic es va convertir en un esport que es feia sense tenir que anar en lloc. Es podia fer sol i en grup i calmava l’ego... encara de que no servis de res.

La tècnica es va convertir en la reina del consum, tot el que era relacionat amb energia solar, millora del medi ambient era popular i prenia el 80% del temps de crítica i comunicació. El govern impulsà tot el que es relacionava amb aquests temes. Motiu de preocupació planetària. La gent ... bé, la gent tenia que ser conscient de que millorar el mon té un cost i que si s’ha de patir en benefici del planeta... doncs cal patir i estar content d’ajudar a les generacions futures. Clar que els valors socials i humans ja no eren els mateixos, es parlava mol del mon i poc de la societat; molt del que es el destí de la humanitat, però vigilant el que fa el veí i denunciar la desviació de la norma.

Els tatuatges van passar a ser hologràfics i a la vegada alguns eren transmissors i receptors. Una eina més del àngel que en cuida en tot moment.

El 2023 va ser l'any del gran triomf de la nova normalitat. La gent ja estava acostumada a una vida diferent i tenint feina, temps i distracció acceptà una llibertat controlada (85% a favor) amb obertura gradual en la qual la tècnica jugava un paper molt important. El 34% del treball el feien robots, la jornada laboral es va reduir i es va permetre complementar l’atur amb feines “esporàdiques”. El resultat combinat va ser que a casa van entrar els espais de realitat virtual de gran dimensió (des de pantalles de 200 polsades fins a habitacions senceres on es podia veure les piràmides des de dintre amb tots els detalls) i que l’àngel feia d’àngel de companyia en tot els aspectes. Ho gestionava tot només donant l’ordre i moltes vegades sense tenir que fer-ho. Els sensorsdonaven tanta informació que per la IA no era cap problema avançar-se al pensament humà. Al costat de tot això què importava una mica més de control de moviment i d’expressió en tot moment? La qualitat de vida es convertí en qualitat d’oci i la divisió social no era deguda a qui viatjava més o tenia un avió, sino qui tenia la tècnica més avançada.

Els anys següents van continuar amb aquesta tendència. Va canviar el món per mantenir en el possible la situació d’abans de la pandèmia. Els governs van ser cada vegada mes nacionalistes i en certa manera mes autàrquics, al menys en temes sensibles com poden ser sanitat, control ecològic i energia verda. Per contra, la cooperació internacional per tenir ciutats intel·ligents, entorns autoregulables, tècniques de seguiment, controls de moviment de persones (amb l’excusa del terrorisme), informació global unificada van augmentar molt. La creació de nous espais de seguretat va implicar una separació de fronteres i encara que es parlava de retornar al concepte de Unió Europea com abans, aquesta era mes de mercats que de persones. Amb el temps ara 12 anys mes tard veiem que la societat pre-Covid era caduca i que no tenia futur. Ara tenim menys llibertat, si, però gaudim de la vida.

Som millors? Depèn del que entenem per millors. Som més resilients i tenim més força mental. La gent és mes a casa i gaudeix de la família i del treball a distancia una bona part dels dies. Com a societat ... tot va millor degut a la crisi o potser no. I encara ha de millorar. Quant temps trigarà encara? No ho sabem, potser anys o dècades o ...

Ens va fer millors la esclavitud? Òbviament no. La creació de la URSS no va funcionar, però vàrem sortir de la gran depressió i de dues guerres mundials. El progres de la humanitat  pren el seu temps, a vegades tant que no som capaços de veure’l  en un parell de generacions o més. No podem dir en aquest moments si hem escollit el bon camí o el de la destrucció de l’Homo Sapiens en benefici del Homo Tardus.

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Al 2032 ens explicaran tot això si no som capaços de veure que la nova normalitat és només un eufemisme de total pèrdua de benestar, llibertat i cooperació; que cal una acció conjunta integradora però que encara ens manca un ideari clar i un líder. Sense ideari previ no hi ha alternativa. El líder pot venir més tard; sense acció conjunta a més a més de la individual i un ideari definit, 2032 serà l’època del Homo Tardus de camí a esdevenir Homo Servus.


sábado, 29 de febrero de 2020

Autoestima





Hay demasiadas personas que sobrevaloran lo que no son y subestiman lo que son.
--- Malcolm S. Forbes

La autoestima baja es como conducir por la vida con el freno de mano puesto.
--- Maxwell Maltz

En la peregrinación de la vida cuenta el hacerla. Nadie mira los pies ni las manos, solo cuenta el participar y hacer el camino lo mejor que se puede.
--- Ibrahim S. Lerak (Cuaderno de notas) 

En la reunión del club de narizones se había comentado muchas veces el gran complejo que tenían algunos de sus miembros por lo que precisamente les permitía ser miembro del club. Algunos declararon tener una autoestima baja debido al complejo. Era normal que el tema se tratara en una de las ponencias y así fue en la última.

El secretario, ya con más edad en lugar de tomar notas pidió al orador una copia de su presentación 😁, que reproduce a continuación: 

A veces nos arrepentimos de lo que hemos hecho. Si nuestros actos han causado algún mal no intencionado podemos lamentar haber hecho ese “algo” que ha causado daño directa o indirectamente; pero si la acción que ha resultado en algo negativo (nadie se arrepiente de haber hecho algo que sea positivo, al contrario, se vanagloria de ello aunque haya sido por casualidad) no ha sido ni intencionada ni por falta de ponderación ¿ha lugar el arrepentimiento?

Todo lo que hemos hecho en el pasado es la base sobre la que hemos construido lo que somos hoy. Si se deshace habrá que repararla con el esfuerzo que cueste, pero no mantenerla y arrepentirse por haberla puesto mal. Por lo tanto, a lo hecho pecho; más aprendizaje y menos lamentos. Suena a manual de autoayuda ¿verdad?, a eso de quiérete, ámate, perdónate, sé uno con el universo… pero no; esta charla no va de ello, al menos en este aspecto. Va de arrepentimientos que no deben existir y en beneficio de la autoestima. Imaginemos la escena siguiente: Mis yos cobran vida y hay una reunión en la que estamos, mi yo niño, mi yo adolescente, mi yo universitario, mi yo adulto y algunos otros yoes significativos. Cada uno en su momento y con sus características incluido mi yo actual, el que soy ahora.

Hablando con ellos podría animar al yo que estaba esperando un ascenso, consolar al yo al que la novia le dejó por otro, dar ánimos a todos porque mi yo actual conoce el pasado y ellos no conocen su futuro. Estaría bien. La mayoría de las conversaciones serían alegres y animosas; en realidad todas excepto una, la que tendría con el yo que hizo aquella atrocidad de la cual me arrepiento aún hoy. Posiblemente le recriminaría su acción, su falta de visión o de reflexión… lo que fuere y no de buenas maneras.  Todos los otros yos pararían las risas y la fiesta sería un desastre a partir de ese momento, pues en lugar de compartir con los yoes positivos me centraría en el negativo abandonando a los demás.

En la vida pasa lo mismo, hay que celebrar lo positivo y no centrarse en lo negativo. Arrepentirse si, sin hacer de ello un melodrama ni rebajar la autoestima. Entre otras cosas porque el arrepentimiento puede llevar a problemas psicológicos porque reniegas de una parte de ti mismo y lo conviertes en vergüenza y resentimiento. Si esto domina (y es fácil que domine porque lo negativo se pega como una lapa al alma) acabas siendo un amargado y acabas siendo rechazado por los demás.

La manera de superarlo no es ignorarlo, es aceptarlo, entender que es una parte nuestra y vivir con ello sin resentimiento. Es como ir a la cárcel por una falta y salir habiendo pagado la multa. Hecho está. Pagado también. No quiere decir esto que debamos estar orgullosos de ello, pero tampoco estar abatidos, la autoestima nos ayuda a creer en nosotros mismos. Y la autoestima se educa.

Suele decirse que la gente que tiene una alta autoestima triunfa. Se suele educar a la gente diciendo, persevera, cree en ti mismo y lo lograrás. La autoestima se ha tomado como la medida de cómo nos encontramos con nosotros mismos. ¿Crees en ti? Triunfas. ¿No crees en ti mismo? Fracasas. Por tanto manuales de autoayuda y a desconectar con lo que nos digan los demás. Eso era y sigue siendo en muchos casos la creencia y la práctica; si tu autoestima es baja posiblemente seas un delincuente, machista, violento y si es alta serás casi un santo y brillante. Lo malo es que no es así, más bien todo lo contrario: la autoestima sube cuando te salen bien las cosas.

Hay muy poca correlación estadística entre autoestima y bondad como se había sugerido en el pasado; de hecho, los criminales violentos son de los que tienen una mayor autoestima. La verdad es que la autoestima puede ser algo positivo o algo negativo en función de lo que  consideremos.  Tanto es así que en lugar de hablar de mayor o menor autoestima es más correcto hablar de lo que podemos llamar autoestima sana y autoestima tóxica. La autoestima sana se basa en cómo nos sentimos con relación a las cosas que podemos controlar. Quizás no podemos controlar el dinero que ganamos, pero si podemos controlar el esfuerzo que hacemos para aumentar nuestras posibilidades económicas. En lugar de deprimirnos por un sueldo bajo nos vamos arriba por lo que luchamos en contra y esto nos hace sentir bien. Tenemos, pues, una autoestima positiva.

La autoestima tóxica deriva de las cosas externas que no podemos controlar y que hacen nuestra vida más dura si medimos con una métrica que podríamos llamar estándar. Si por algún motivo tenemos la “piel fina” y nos molestan comentarios de otros que sentimos destinados a nosotros puede que no solo se vea afectada la autoestima, sino la vida misma incluso, pues la negatividad marcará nuestras acciones. Suele deberse a que miramos la autoestima como un fin (lo que se decía antes que era así) en lugar de un subproducto de una habilidad. La consecuencia es que queremos sentirnos bien haciendo algo en lugar de hacer algo bien que generará un bienestar y por tanto autoestima. El mundo no conspira contra nosotros, pero si no sabemos o no nos preocupamos de ver la parte positiva de lo que nos sucede, nos hundiremos en una visión tremendista contra la que no podremos luchar y lo que es peor, nos acomodaremos en ella.

Desgraciadamente la sociedad machaca al individuo con la necesidad de que se sienta bien, feliz y autorrealizado… para que consuma más de lo que sea. Gimnasio, viajes, objetos o antidepresivos, poco importa. La cuestión es consumir. Parece que solo por nacer ya somos especiales, únicos y muy fantásticos. Si no lo notamos… es que algo va mal. Y si nos lo creemos, la autoestima es tóxica y negativa para nuestra salud mental, porque tenderemos a la sobreactuación para cubrir la diferencia. La pregunta entonces es saber si se puede crear una autoestima sana, positiva y que dure.

Pensemos que la autoestima no es más que un indicador de como creemos que nos irá el futuro. Si la mayor parte de las veces resolvemos bien la incertitud de lo que pasará seremos felices y de autoestima alta. Si es lo contrario lo que pasa, tendremos una sensación de fracaso y baja o nula autoestima que nos machacará cada vez que queramos emprender algo. Además  para nosotros y frente a los demás seremos unos deshechos y nos lo creeremos. Pero se basa en el pasado y puede cambiar si se quiere cambiar. Una vez más es la actitud quien lo controla.

Para cambiar lo primero es pensar si de verdad tenemos la autoestima baja o en realidad es un subterfugio para ir más cómodamente por la vida. Muchas veces la emoción, que de por sí es temporal, la convertimos en eterna porque nos exime de ciertas responsabilidades. Si aceptamos que una emoción es temporal, podemos pasarla al cajón del pasado. Ya ha cumplido su objetivo, ya ha pasado… y si ya ha pasado, podemos recobrar la visión objetiva y trabajar en la solución. Como si de un tenista se tratara, curada la lesión, toca entrenar. Si realmente hay problemas con la zurda, entrenaremos para parar golpes y desarrollar la derecha; no entrenaremos para tener la mejor zurda del torneo. Hay que aceptar las limitaciones, pero trabajar sobre ellas con una visión realista.

Desde luego lo que no hay que hacer es machacarse con una visión negativa de nosotros mismo porque es pegajosa y no se va. Llamar la atención por la compasión solo trae soledad, igual que su contrario. Hay que mirar la escena de lo que ha sido negativo desde fuera. Solo así se aprende y solo así se puede decidir un cambio. Aconsejémonos como lo haríamos a nuestro mejor amigo, de hecho deberíamos ser nosotros nuestro mejor amigo ¿no?

La buena autoestima viene cuando se aceptan limitaciones, pero se lucha por superarlas, no solo si se superan. Es el esfuerzo lo que cuenta. El premio está en el intento, no en el resultado de la acción. No hay que ser el mejor, pero si intentarlo. Desde luego nada de focalizar en lo negativo salvo que queramos vivir en la depresión; pero entonces no tendremos problema ya que ni se nos ocurrirá pensar que hay solución.

La autoestima no es más que una valoración de una amistad. La de mi yo conmigo. Por lo que nos importa y concierne, mejor es llevarse bien; al fin y al cabo sabemos de qué pie cojea esa amistad y podemos hacer que sea larga y buena.

Acabada la ponencia surgieron muchos comentarios sobre las razones de la baja o alta autoestima y de si era posible aumentarla. Todos hablaron y participaron, seguros de que su intervención había sido buena... y salieron con mayor autoestima por haber estado acertados. 



martes, 4 de febrero de 2020

Espiritualidad sin Dios



¿Quién me puso aquí? ¿Por orden de quién este lugar y este tiempo me han sido destinados?
--- El Hombre mirando al cielo


Si fallamos en nutrir nuestras almas, éstas se marchitan y, sin alma, la vida deja de tener significado.
--- Marion Woodman

La espiritualidad es lo que da sentido a la vida y permite que no nos suicidemos al entrar en uso de razón.
---Ibrahim S. Lerak, Cuaderno de notas.

Hacía tiempo que no se reunía el club de narizones. Varios sucesos coincidentes en tiempo hicieron imposible la reunión mensual; pero todo llega y eso incluye la reanudación de las reuniones. En esta ocasión durante el tiempo de preparación se hablaba de que el club, con tanto humo, desaparecía y era un fantasma del mas allá. Nada extraño que el primer tema de la renovada sesión fuera sobre la espiritualidad. Y esto es lo que contó el ponente, muy real a tenor de su volumen (con perdón😊).

--- Una de dos: o Dios existe y entonces nada tiene importancia o Dios no existe y entonces nada tiene importancia. Una visión que también podemos ver como todo lo contario: que todo es importante, aunque Dios exista o no. Sin un Quién o un Qué creador, no habría esperanza para el Hombre y mucho menos espiritualidad. Podemos vivir sin un Dios, pero no sin esperanza que es la creadora de la espiritualidad.

Aunque asociamos espiritualidad a religión, no por no seguir una fe se deja de ser espiritual. La RAE define vida espiritual como el “modo de vivir ajustado a ejercicios de perfección y aprovechamiento del espíritu”, por lo que, se puede tener vida espiritual sin pertenecer a religión alguna. Un ejemplo lo tenemos en que muchos dicen regirse por unos valores morales cristianos, pero no estar de acuerdo con la iglesia como institución. Es algo habitual y especialmente en las naciones más desarrolladas. Se mantienen los valores espirituales, pero quitándoles todo revestimiento religioso y convirtiéndolos así en valores laicos. Son los mismos, pero han perdido su carácter de obligación y admiten una mayor permisividad cuando no se siguen, e incluso un cambio sin necesidad de grandes justificaciones.

La Humanidad ha pasado por varias etapas, la primera la de supervivencia y luego las de descubrimiento del entorno, dominio del mismo, interacción con él y finalmente inclusión en el mismo. Las primeras fases son las de los mitos y dominio de la religión sobre el Hombre. A medida que se estabiliza su situación y avanza la ciencia, la importancia de la figura de Dios se va difuminando hasta convertirse en solo una posibilidad en lugar de una necesidad. La ciencia (o la técnica como su derivado útil) avanza a un ritmo muy superior a lo que la religión puede explicar y aceptar, puesto que la religión se basa en dogmas inamovibles e interpretaciones de textos que no dejan mucho margen de acercamiento al conocimiento.

Frente a ello, el Hombre opta por una espiritualidad cuyo fundamento se encuentra en él mismo y pone su mirada en la trascendencia de los actos humanos con acento ecológico, biológico, etc., perseverando en el propio ser y plantea un agnosticismo espiritual sin culto ni tradición, pero basado la moral judeo-cristiana. Respeta las creencias en Dios, pero da un paso al lado y se sitúa al margen.

Surge así un cierto culto a la naturaleza y al arte (no los explica la ciencia); sólo el arte y la erudición dan indicios de esperanza de una vida más alta.  Como dijo N. Bobbio: Né ateo né agnostico, ma lontano dalla Chiesa. No me considero ni ateo ni agnóstico. Como hombre de razón que soy, sé que me encuentro inmerso en un misterio que la razón no alcanza a penetrar hasta el fondo y que las religiones interpretan de varios modos.” Lo espiritual trasciende y sobrepasa el dominio cristiano e incluso de lo religioso porque esta nueva dimensión, es tan inherente al hombre como su corporeidad y sociabilidad. No deja de ser nuestra experiencia temporal de la eternidad.

La religión está basada en una fe ligada al más allá y sigue aferrada a una arquitectura compleja de rituales y estamentos que velan su sentido espiritual porque corta cualquier camino individual que no se adapte al dogma. La espiritualidad sin Dios en cambio, avanza hacia el mundo y llega a fusionarse con él en su búsqueda de sentido. Es una forma diferente de creer, opuesta a la religión y en cierto modo hecha a la medida, claramente derivada de la crisis religiosa que acaba con los credos y con las instituciones. La pregunta es, si es válida o no esta nueva forma de espiritualidad, que puede verse como un simple situarse en una zona de confort y eludir una responsabilidad o conciencia de grupo. No olvidemos la frase de Dostoievsky: “Si Dios ha muerto, el hombre cree que todo está permitido.” Y para nosotros el Dios de la religión tradicional, si no está muerto, agoniza.

Pasamos de una creencia basada en un texto religioso fundamental a una experiencia individual (con un barniz de orientalismo) en la que se comparte el destino no ya con los hombres sino con la naturaleza o incluso el cosmos. En otras palabras, hemos diseminado lo religioso en una sociedad con mil rostros y manifestaciones. Contraponemos al dios explícito con un dios implícito que se esconde o aparece de incognito en multiplicidad de formas, dando lugar a una especie de panteísmo. Hoy gana la espiritualidad de la existencia, del mundo, de la vida en concreto en el presente. No se acepta un dogma del porqué de la humanidad y se busca una respuesta individual al significado del hombre y de la naturaleza.

Estamos ante una ruptura entre Evangelio y cultura que presenta una duda de veracidad. Al hombre de la sociedad moderna, que vive en la alienación consumista o que vegeta en la mediocridad y se atiborra de tranquilizantes, el yoga y el zen le renuevan su energía espiritual con una disciplina que es más un placebo espiritual que una búsqueda real. La espiritualidad sin Dios pasa a ser en este sentido un objeto más de consumo. Pero esto no impide pensar que hay una semilla de espiritualidad llena de sentido, pues no todos están buscando simplemente la tranquilidad del yo, o prácticas meramente evasivas de un mundo complejo y cambiante.

Esta espiritualidad se basa en vivir con conciencia el presente, conforme a la naturaleza, sin promesas de un futuro reino sino en la simplicidad del vivir, porque de eso se trata todo esto. No es el orientalismo ni el pietismo lo que mueve esta espiritualidad, ni encierra ella misma un misterio o un secreto por desvelar. El misterio está en que no hay misterio. Naturaleza, eternidad, presente, sencillez; se habla de una vida, que es la misma, reconocida y asumida como tal. No hay promesas, no hay esperanzas, sólo una vida que transita en la realidad, éste es el camino espiritual individual sin Dios. No hay paradigma, sólo hay vivir, sólo hay existir. Es simplemente ser, vivir la realidad lo que hace esta nueva configuración. Hemos pasado de preguntar quién es Dios a buscar qué es Dios.

El misterio de la vida nos inquieta y buscamos en otras culturas (orientales especialmente) ideas o concordancias con un nuevo lenguaje que signifique una visión diferente; pero en realidad este lenguaje es una sustitución de términos, puesto que al decir karma, dharma o nirvana se busca su correspondiente lingüístico equivalente; usando la metáfora del evangelio, se tiene vino viejo en odres nuevos. Usamos la copa nueva para un vino abierto hace mucho rato y cuyo aroma ya no impresiona.

Se habla del absoluto pero el referente no es Dios, se habla de silencio, pero el referente no es la meditación ni la oración sino la experiencia del misterio. En esta espiritualidad, algunos de los contextos más frecuentes son la naturaleza, el amor carnal, el nacimiento de un niño, el arte, el conocimiento científico, la poesía, la creatividad o la belleza como fuente de inspiración. Es decir, la misma experiencia anterior de asombro y de vivencia están ahí presentes. La misma naturaleza y no la divina o quizá otra naturaleza son las que llaman la atención. El arte, la poesía, el esfuerzo creativo, son todos estos elementos que componen como una novedad lo que ya es y ya está, lo que no necesita fundamento y ni explicación puesto que la existencia humana está sembrada de síntomas de trascendencia y la apertura a ésta es un elemento constitutivo del ser humano que no puede abandonar y desde una perspectiva atea no se puede renunciar; no hay necesidad de apostatar.

La novedad está en que esta manera de buscar conocimiento (lo que viene llamándose ahora “la verdad”) ya no está avalada por un discurso oficial ni tampoco por una búsqueda egoísta de una meta más allá, simplemente busca reafirmarse sin necesidad de negar o de rechazar. Trata de rescatar del hombre aquello que lo lleva a producir o a hacer de demiurgo que usa, manipula, proyecta y transforma… -e ir mucho más allá puesto que ser hombre significa también saber contemplar la realidad, escuchar el misterio de las cosas, encontrar la unidad con la naturaleza y consigo mismo. En realidad, esta espiritualidad atea lleva en sí, indirectamente, la marca del mismo Dios que rechaza puesto que no se es ateo de cualquier Dios sino de uno en particular. Lo que se abandona, en el fondo, es la idea de un dios conocido; cristianismo, islam, judaísmo presentan una idea concreta de Dios y por tanto cuando se decide no seguir los principios dictados por un Dios no es algo etéreo o abstracto sino el Dios concreto de una tradición donde se cimienta aquella increencia.

No se vive una religión dependiendo el país o familia en la que se ha nacido y tampoco se llega a una misma conclusión siendo ateo, pues hay varios caminos que precisamente consideramos personales. Así, aparece el peligro de que creamos o querramos creer (no hay ya ataduras dogmáticas) precisamente aquello que más anhelamos y por ende construyamos una creencia que se corresponde tan intensamente con nuestros deseos más intensos que parece pensada precisamente para eso. La espiritualidad sin Dios podría ser solo el resultado de una corriente de conveniencia social.

También puede ser más naturalista que humanista, de la inmanencia más que de la trascendencia, de la fusión más que del encuentro, del silencio más que de la palabra, de la sabiduría más que de la santidad, de la meditación más que de la oración, en fin, de la éntasis, más que del éxtasis. Lo importante no es creer o no creer en Dios. Lo importante es no traicionar el impulso que tenemos de pensar, juzgar y amar; lo importante es el espíritu, que no tiene por dueño a una religión y excede cualquier fe, cualquier dogma y es abrirse al otro y a lo universal, esa parte de exigencia de libertad, que cualquier creencia supone y que ninguna contiene.

La particularidad es que no hay una comunidad, no se proponen seguidores, no se intenta sustituir una tradición por otra bajo la misma estructura puesto que sería una religión. Ya no asociamos infinito, absoluto e inmensidad a la divinidad. La espiritualidad laica no asocia estos conceptos trascendentes a un Dios personal. No sólo busca una nueva autenticidad de vida, sino el abandono de esquemas y de perspectivas antiguas; impulsa la llamada a la verificación, la invitación a movilizar las conciencias, la negación de cuanto está estancado o está esclerotizado.

Esta espiritualidad depende más de la experiencia que del pensamiento, pero si bien poseemos alguna idea del infinito, no tenemos en cambio ninguna experiencia de él. Tenemos experiencia de lo desconocido (el saber que no sabemos) que forma parte de la espiritualidad (y es el misterio). Esta inmensidad, ese Todo es asociado con la Naturaleza. En esta espiritualidad atea reconvertimos el concepto de la fragilidad humana frente al mundo; el reconocimiento de la propia pequeñez frente a la inmensidad se convierte en advertencia para no caer en la tentación de poner al yo en vez de Dios. Con ello realzamos su misticismo pues oponemos la pequeñez del mundo frente a la grandeza del ego. Se trata de la contemplación de la inmensidad, que vuelve ridículo al ego: hace que mi egocentrismo, sea algo menos fuerte, algo menos opresivo, hasta el punto de que a veces parece anularlo por un momento. No es la experiencia del éxtasis, hacia afuera, sino de la éntasis, desde un adentro que no es el yo, sino que es la inmensidad dentro de mí que me sobrepasa, el sentimiento oceánico de Freud. Es un sentimiento de unión indisoluble con el gran Todo y de pertenencia a lo universal… una fase primitiva del sentimiento del yo.

Claro que… quien se siente uno con el todo, no tiene necesidad de otra cosa. ¿De un Dios? ¿Para qué? Con el universo es suficiente. ¿De una Iglesia? Es inútil. Basta con el mundo. ¿De una fe? ¿Para qué? La experiencia es suficiente. Es la introducción a una sabiduría, no a una ciencia, no a un conocimiento (que siempre lo es por aproximación) y a una verdad. La limitación de la ciencia y de la mente, se traslada al ámbito de la sabiduría, de la síntesis, de la certeza frente a lo dado y no de la imposición de la razón a una mirada que se da sobre el objeto. Como en la religión tradicional, la razón pierde frente al sentimiento. No podemos ser dueños del océano o de un paisaje, ni abarcarlo y sin embargo somos el amanecer y el sol y al ser uno lo poseemos. Es la idea de la plenitud, plenitud simplemente, por el hecho de no extrañar o sentir deseo por lo que se tiene y solo quedarse en el agradecimiento, en lo que está, en amar aquello que hay. Es la experiencia de quien sabe que vivir no consiste en poseer. Se trata de comprender que todo sucede tal como sucede en el único mundo real actual. La idea es vivir el silencio sin proselitismo, sin vanidad porque se trata de un discurso sin pretensiones de verdad. Es la vivencia de una libertad como aceptación y como vínculo con lo real.

Esta espiritualidad sin Dios es hija del tiempo que vivimos, como lo fue la religión anteriormente. Son dos caminos paralelos con una misma meta a la que no llegan y ambos han de prescindir de la razón en un momento u otro.


El humo de la sala era una mezcla del de las cabezas pensantes dispuestas a intervenir y el de la máquina de café que invitaba a un debate largo y nada espiritual como así fue. 

viernes, 6 de diciembre de 2019

Paciencia

       

Algunas cosas solo necesitan tiempo. Nueve mamás no hacen un bebé en un mes.
(Warren Buffet)

En la cultura del instante lo lento mata la paciencia.
(Ibrahim S. Lerak, Cuaderno de notas)

Los males que no tienen fuerza para acabar la vida, no la han de tener para acabar con la paciencia.
(Cervantes, Los trabajos de Persiles y Sigismunda)


Las reuniones del círculo se interrumpieron por una reforma en el local que fue más larga de lo programado (y de lo esperado). Algunos de los miembros del círculo expresaron su impaciencia por volver a reanudar las ponencias; era lógico, pues, que la paciencia abriera el nuevo ciclo de ponencias y debates. Nuestro orador esperó pacientemente a que hubiera silencio antes de empezar.

--Se le atribuye a Franklin la frase:“Con paciencia y tranquilidad se logra todo… y más”. Franklin no vivió una época desquiciada como la nuestra en la que la rapidez es la norma imperante. Tiempo y distancia empequeñecen. Las comunicaciones son tan instantáneas que una señal de radio llega a la Luna en 1,33 segundos y en unos 20 minutos a Marte y os recuerdo que el punto más cercano de Marte está a 59 millones de Km. ¿Qué decir de cualquier rincón de la Tierra? Esta capacidad de tener una comunicación global al momento ha repercutido en nuestras vidas.  Los ya veteranos recordaréis la introducción del fax en las oficinas. Era como una llamada pero escrita y era rápida, bueno tan rápida como lo fuera el operador del fax y el repartidor de los faxes o nuestra ida a buscarlos. Luego llegó el correo electrónico, una maldición porque además te llamaban para avisarte que lo habían enviado y que esperaban respuesta. Quedaba aquello de “aún no lo he visto, luego lo miro”, pero con el WhatsApp ya no hay escapatoria. Es instantáneo y se sabe exactamente cuándo lo has visto. No queda más remedio que contestar. Rápido. No hay tiempo porque esperan que la respuesta sea también inmediata. No hay paciencia. Y eso es precisamente el problema. s Hemos perdido la capacidad de tener paciencia. La rapidez ha pasado a ser un premio que da placer y su ausencia incomodidad e incluso malestar.

Lo queremos todo al instante, que el pizzero llegue a la hora a casa y que no tenga la osadía de retrasarse 5 minutos; que el programa se cargue en el ordenador en 5 segundos; que Google de la respuesta en uno y la película se baje en 20. Todo es rápido, hasta las relaciones, tanto en duración como en tiempo para establecerla. Y además estamos convencidos de que es un derecho que tenemos ¡y nos merecemos! Todo está y debe estar al alcance de un botón de respuesta inmediata. La paciencia (esa palabra que lleva en sí paz y ciencia) se ve como la imposibilidad de obrar, como la resignación en lugar de la virtud del saber esperar. Hemos creado el culto a la impaciencia, al estar ocupados todo el tiempo. Quien lo tiene o lo administra bien es un paria que no tiene luces o un jubilado (según la creencia general). La virtud de la paciencia ha sido convertida en su opuesto. 

Vemos la paciencia como debilidad en un mundo de fuertes. ¿Quién paga esta irritabilidad? Todos, el vecino, el trabajo, la familia, el imbécil que sonríe (¿de qué sonreirá este tío? ¿Se está quedando conmigo? ¡Puto imbécil!) Y todo viene de la falta de paciencia o, mejor dicho, de la falta de la buena paciencia. Estamos en un mundo en el que todo debe ir bien. No hay lugar a lo negativo. Vivimos en la era del confort, de internet, de que la nevera le pide al supermercado lo que falta para la compra y al cabo de una hora lo tenemos en casa si queremos. Sin fallos. La complacencia está en las pequeñas cosas dicen, en lo que llena pero no alimenta el alma. ¡Todo al minuto! Pero ¿lo que de verdad importa se tiene al momento? Puedo ver una serie de abogados, pero necesito tiempo para ser abogado; puedo jugar a rol, pero necesito tiempo para ser de verdad ese personaje; puedo ser amigo virtual del mundo entero, pero necesito tiempo para ver a una persona y al tocarla empatizar o animar.  Vivir sin problemas, es la meta. La meta que nos dicta la sociedad y para ello todo ha de ser fácil, positivo y sin plazo para pensar, es decir sin tener que esperar. La inmediatez ante todo.

Desgraciadamente lo que vale requiere pacienciala vida, el conocimiento, las relaciones humanas y tantas otras cosas que ahora son tan caras en unidades que las tomamos en pastillas virtuales: Netflix, Wikipedia, Instagram, Facebook, WhatsApp. Con paciencia se alcanza casi todo, porque tener paciencia es, en esencia, dominar el tiempo. Lo más importante para los demás. Dominar lo que otros no tienen y dominar el tiempo da espacio para pensar y ser creativos, algo que no hacemos porque no tenemos tiempo para tonterías, aunque entre esas tonterías esté tener amigos y no conocidos o progresar en el trabajo y en la vida. Es curioso, el valor denigrado y degradado gana al nuevo valor y aun así le negamos el reconocimiento. La fuerza de la sociedad nos oprime más de lo imaginado y no nos permite tener tiempo y por tanto, paciencia.

La pregunta entonces es si se puede aprender a tener paciencia, partiendo de la base que creemos que tenerla es una virtud y que no preferimos ir de cabeza y estresados siempre. Al fin y al cabo, la adrenalina parece ser el motor vital en la sociedad. Hay que estar en todo, por todo y siempre el primero.

Sin saber estar solos no lograremos ser pacientes. Necesitamos tanto la compañía, le tenemos tal terror a la soledad, que estando solos en casa ponemos la radio o la televisión solo para que haya "ruido conocido, sea voz o música". Cuando aprendamos a estar solos, a bloquear un rato en el día y no atender llamadas, chats, “ruidos amigos” y estar con nosotros mismos “en el rincón de pensar” o paseando, entonces estaremos en disposición de ser pacientes. No necesitamos más de 20 minutos al día. No es meditación, es tranquilidad y liberación de irritabilidad. Cuesta menos que ir al gimnasio y es más saludable. Eso sí, sin un descanso adecuado no hay paciencia. La falta de sueño nos descompensa. Hacer dieta y comer 3 pasteles al día es incompatible. Con esto pasa lo mismo. Sin descanso no hay aprendizaje de nada.

No voy a hacer de psicólogo barato, pero dejadme que os recuerde que a veces la impaciencia es un modo de cubrir una insatisfacción personal, social, duradera o momentánea. Así que hay que ver cual es el origen de la impaciencia y resolverlo. La soledad permite que la mente por sí misma haga un análisis de lo que nos conviene y nos dicte el camino para ser más felices y más pacientes. Pensar libremente sin estar sometido a nada es creativo y amplía nuestra visión social y personal.

Tener paciencia es esperar sin que haya ningún tipo de premio por ello. Y ahí está el quid del tema. Si esperamos por algo, para algo, la impaciencia nos matará. Se trata de desconectar con lo exterior, ver internamente, nada de analizarnos para mejorar, solo tomar el tiempo de ser conscientes de lo que tenemos, somos y nos rodea. Esa práctica crea paciencia y la paciencia crea bienestar. Principio del formulario


No tuvimos paciencia... todos quisimos intervenir en el debate sin esperar; pero fue un buen debate y con muchas preguntas que pedían respuesta inmediata.



miércoles, 30 de octubre de 2019

La mirada del albardán






Pensar en y con los demás convierte a los hombres en trabajadores de la esperanza y constructores de sueños posibles.
(Ibrahim S. Lerak, Cuaderno de notas)

No te limites a ver y oír, mira y escucha atentamente si quieres tener opinión fundada. 
(Al-Biruni, Consejos)

El secreto del cambio es concentrar toda tu energía, no en luchar contra lo viejo, sino en la construcción de lo nuevo.
(Atribuido a Sócrates)


La vida del albardán es, a veces, azarosa. Hace poco S.M. le encomendó una misión de incógnito y visitó tierras y mares extraños. Igual que los chinos en 1421 partieron en larga travesía, él fue a descubrir en los mares del mundo ideas y pensamientos para que S.M. dispusiera de datos para mejorar su reino. Naufragó el albardán y de todo lo recogido en su viaje solo salvó algunos fragmentos del informe que iba redactando. Cuando las ideas caen al mar conviene recuperarlas y dejarlas secar, pues con el tiempo la tinta es más fácil de leer y con las frases se hilan los recuerdos y se crean de nuevo las  historias. Lo que sigue no son más que esas anotaciones fragmentadas y acartonadas por el sol y con la difusa tinta que hablaban de pensamientos y conversaciones oídas desde el mar. 

Cuando estuvo en los mares de la necesidad oyó a dos prostitutas hablar de sexo y de desnudez. Dijo una a la otra. "El encuentro más íntimo no es el sexual, es el desnudo emocional". Siempre hay miedo a quitarse la ropa, pero solo al principio, luego te acostumbras. El cuerpo es un instrumento que puedes separar de la mente. El miedo real viene cuando desnudas el alma y muestras lo que eres en cada una de tus facetas, por eso no quiero clientes repetitivos porque acabo contándoles lo que pienso.

Se sorprendió el albardán, pues creía él que hace falta tiempo, fuerza y ganas de escuchar para sentir y abrazar emociones. Auto- y heteroconocimiento. Algo que no es fácil de lograr. Si difícil es conocerse uno mismo, más lo es conocer la realidad del otro. Además, solemos ser impermeables a la empatía y al sufrimiento ajeno. Es nuestra protección natural; por eso tenemos que enseñar generosidad y altruismo, porque todos nacemos egoístas.

El desnudo emocional comienza por uno mismo, es importante que nos identifiquemos con lo que sentimos y nos demos cuenta de con qué nos sentimos cómodos o incómodos, qué pensamos y cómo podemos utilizar nuestras emociones al servicio de nuestros pensamientos sin que nos dominen.  Descubrir nuestro cuerpo emocional es imprescindible para destapar nuestros miedos, nuestros conflictos, nuestras inseguridades, nuestros logros, nuestros aprendizajes. Debemos descubrir nuestras debilidades emocionales para que nuestras reacciones no nos manejen. 

Hablaban las dos mujeres de la vida y de la seducción. Comentó la primera que la verdadera seducción no es la que se realiza a través de las palabras o del contacto de la piel con piel. Se realiza poniendo en contacto sueños y emociones para hablar el lenguaje de los abrazos del alma. Somos seres emocionales para quienes la razón es un freno que no permite una conexión total. Desnudarse emocionalmente resulta difícil, hace falta lidiar con las corazas, con las prendas que nos vuelven inaccesibles, las desilusiones, los miedos al rechazo, al abandono, a la soledad; pero solo así lograremos esos abrazos que rompen los pánicos que cierran nuestros ojos y que nos entregan al 200% en cuerpo y alma.

Cuando el albarán estuvo en los mares de la ciencia, escuchó decir a un sabio que instruía a los discípulos: "La única obligación, la única que tenemos en esta vida, es no ser imbéciles". Recordó el bufón sus años mozos en los que ser imbécil era un gran insulto, pues, imbécil proviene del latín baculus (bastón) y señala a quienes lo necesitan en su mente. Enseñaba el maestro que hay varios tipos de imbéciles. "Están en el grupo los que creen que no quieren nada, pues, todo les da igual, aquellos del "culo veo, culo quiero" sea cual sea el culo, también los que no saben lo que quieren y ni se molestan en saberlo, pues todo les va bien. Curiosamente, también aquellos que saben lo que quieren y el porqué lo quieren, pero flojito y con poca fuerza, dejando al final que los demás decidan por él y convirtiéndose en víctima; sin olvidar a quien quiere con fuerza y con vehemencia lo que es El Bien, pero que ha confundido El Bien con lo que a él le va bien y es un simple hacer lo que quiere sin más."

Pensó el albardán para sí, que lamentablemente estos imbéciles acaban mal, pero siempre después de acabar con la esperanza de los demás. Su falta de bastón no les deja ver su desequilibrio y si se tuercen el pie es el camino que tiene la culpa, nunca ellos. Desgraciadamente, la selección natural no eliminará la ignorancia de las generaciones futuras que ni se preguntarán por qué han nacido, pues la sociedad les habrá facilitado placer y gloria para evitar que piensen. En la infancia la credulidad es importante, nos ayuda a aprender rápidamente lo que los padres y la tradición enseñan. Pero si no crecemos y superamos esta etapa seremos blanco fácil de astrólogos, mediums, gurús, manipuladores e imbéciles. Necesitamos reemplazar la credulidad automática de la infancia por el escepticismo y espíritu crítico y constructivo de la ciencia adulta. 

Para ello hay que aprender lo que es contrario a ser moralmente imbécil. Es decir, a tener conciencia y escucharla. La conciencia no cura la imbecilidad, la erradica. La conciencia nos lleva a saber que no todo es lo mismo ni vale lo mismo; que vivir bien es vivir humanamente bien, no como individuo aislado; que hay que fijarse en lo que hacemos y saber si es lo que realmente queremos o no; que hay buenos usos y costumbres que se aprenden a base de práctica (la consideración hacia los otros, por ejemplo) y que no se deben fabricar excusas para eludir la responsabilidad de lo hecho.

Debió perderse el albardán en sus pensamientos y recuerdos, pero no pudo más que asentir cuando oyó al sabio decir que: La responsabilidad no consiste solo en decir, ¡he sido yo!, sino en ser consciente de la libertad de elección de cada instante, libre de influencias y guiado solo por la razón y el íntimo convencimiento. Ser responsable implica ser consciente de que cada acto nos construye y nos define. Elegimos lo que queremos y con ello nos transformamos y construimos nuestro yo real. 

Estuvo el enviado también en otros mares, atravesando el estrecho que separa el mar del placer y el mar de la moralidad, estuvo, anotó y perdió en el naufragio las notas de las que --como de las anteriores-- solo ha recuperado una pequeña parte. Pero aún debe secarse más la tinta para poder transcribirlas.


miércoles, 22 de mayo de 2019

Fake freedom



Soy un hombre libre. Puedo decidir si como patatas o peras.
Soy un hombre libre. Puedo decdir si defiendo mis ideas o no.
¿Son iguales las dos libertades?
(Ibrahim S. Lerak, Cuaderno de notas)

The truth that makes men free is for the most part the truth which men prefer not to hear.
(Herbert Agardd)

Dollar: A piece of paper that controls your freedom.
(Anonymous)




The last meeting of the circle of the square table treated a logical consequence of the fake news: fake liberty. Is society giving us fake liberty instead a democratic totally free liberty?

The decisions we take seem to be taken freely after a more or less long pondering and to correspond to what we really believe. Seems so, but is not so. One of the first in explaining that most human decisions are not rational was Sigmund Freud. He showed that people’s insecurities drive to excess and overcompensation. That we are like herds and can be manipulated is something nobody doubts nowadays. Marketing, press, politics are known to be powerful influencers that make us believe or accept many things without thinking. This means that if we can touch people’s insecurities and emotions we will make them feel what we want and with the intensity we decide on the items we select. The “we” can be any group that is able to send messages to a broad group of people. The messages arrive at the mass in a way to persuade and provoke visceral reactions without the filter of the reason. We often say “we have too many things” or “I liked it and just bought it” and somehow we feel bad due to it. In fact, we feel bad (but happily accept it) due to the contraposition of impulses that fight in us: to buy under the influence of the messages of the society or to be strong and act under the reason that is telling us clearly: Why would I need it? 

Behind all this, what it is really happening is that we have some unrealistic standards guiding us and projecting our image to us and to the others. We live a fake life. Fake as long it is not our truly wanted and thought life; fake because is externally guided by some influencing messages that we don’t see as such but are really effective. Is there anyone accepting that is using a product because it is advertised on TV? Surely not, we all say we are immune to ads. But they exist and work on us.

We are living (on average) in a wealthy time of our society, sometimes more, sometimes less, but wealthy (and corrupted) in general. This society is offering us a lot of possibilities in all. Most of the offerings correspond to things we don’t really need. The reason for these offers -no matter which one of them- is that the public demands it. All our entities, press, TV, politicians, private companies selling any kind of product are doing all for us. We demand and they happily deliver. Sounds great, doesn’t it? Well, it sounds great but is not great.

What can be wrong in demanding and having all we can imagine? There are several problems with it. The first is that it is not free, even if many of the offers are presented as free. Of course there are some limits, we can want to have a private island with all possible luxury and we don’t arrive at it, but in theory is possible as we know. Stars (cinema, music, …) can have it. So it seems we really do not have limits in general, only particularly. Well, one problem less, one thing less to consider if we buy it or not… and devote more time to select other (unnecessary) things we want. To have the possibility to receive/have what we want is OK if it is a real help like a kidney we need (artificial or not), a new hand or something useful without any doubt.

The problem arrives when the “give the people what they demand” corresponds to all sort of things we don’t need nor in fact demand, but that we consider having them due to the messages that arrive to us in different ways. And there are so many of them that we create an artificial nervous state that distracts us from other things. We are in a trap where we are not anymore free. We feel we have to select among the many options we have and forget that we can also decide not to enter in this game. Unfortunately in one way or another we are manipulated in wanting what we don’t need. Everybody knows it and tells from the other. But … everyone is the other from the other; means we are also manipulated. The worse is that we are brought to believe that “more” is more secure and makes us stronger, while reality shows that “more” means to be weaker, more fragile and more dependent.

The truth is that “to offer/give all what people demand” is a way of control. More we have, more concerned are we about what we have, keep, update, worry about it and think less and analyze less our social situation. We see this in China: one country two systems (Hong Kong) what translated means have comfort and don’t think of politics.

What all this is hiding, is that the masses are dangerous to society and need to be controlled by a strong power that nowadays can’t be military in most of the countries. It has to be an “iron fist in silk glove”. Marketing and freedom to choose the unnecessary appease people letting them believe they are happy. Kidnapped by the illusory freedom, but happy. Real freedom is for most people impossible and dangerous. For society can be a suicide to have feeling brains active as they would destroy hierarchy, authority, confront ideas and create antagonism that can be visceral and hence impossible to fight.

To create the feeling of being free, the feeling of having freedom is the solution. The problem is transferred from the can I drink coke instead of wine? To the which type of coke will you choose? (and forget about the wine). We don’t consider anymore which is our destination but the way we choose to arrive there. Only a few choose to stay with the basic and the vast majority prefers to choose among the million colors of the flowers without thinking that we are killing them with our change of climatic conditions.

Values like privacy, education, honesty, fair play… they simply vanished. Now what counts are the education options, not it’s content. We are free to select, to choose. Society, companies give us what we want. And everybody is happy. Happy with fake freedom that doesn’t let us think and be free, but happy because what most of us want is diversions, and we are flooded by them. Profit the moment! Life is only now! Now or never! You can do it, take the chance! In other words, smile, live the actual second, forget the past, don’t think there is a future and choose the many opportunities you have to be happy. You are free to do it!

And what happens when we act like this? Well, we become more fragile, have fewer values, depend more on the others, are obsessed by the amount of pleasure we have (no matter which or how we arrive at it, not to say what we call pleasure that every time is more twisted). But not only this, we give importance to things like who has erased me in FB? Or how many points do I have in the XY game? Or how many calls did I have today? Or, what is worse, how many likes and followers on Instagram? Add to it that doing all this we don’t need to meet people. We can do it sitting at home, in bed, taking a bath …

TV and games give us an excuse not to read. Culture is not needed. Google knows all and is always there. As our virtual friends. Relations are fast, all is quick, we have to move and select another choice. Life is short for all we have to do. In one word, compulsive acting only to do more, to have more of no matter what. Compulsive acting is not freedom, is the opposite. And we are happy. Our activity is only positive as our freedom… we have banned all negative from our lives. Death happens but far away and if it is touching us... then just shortly as we select with our freedom among the many options to be again happy. All is wonderful, negative news are isolated cases and if not … just ignore them. Less following the news. Better to ignore than have to decide what is not in our micro freedom. Less social activity. But happy.  

In other words, we are prisoners of our freedom to choose between stupid things. To choose how we can be happier having more. Technology evolves fast and adds one more option to our dissatisfaction: items become obsolete within months, meaning more options and more time to spend in futilities. Variety of items is just variety, not freedom. Freedom is phone yes or no, not which type, but we assume we need the phone and our freedom is to choose the characteristics. More items don’t imply more freedom. More we have less real freedom we have, and less we have more unpopular or strange we are, and we all will be integrated into our society. Consequence? We say yes and accept not to be free but weaker and more dependent and hoping for more to be happy.

Fake freedom makes us capricious and unhappy. Freedom to choose between one green nothing and one red nothing is all except freedom. To have more makes us unhappy and avoids that we use our brain. If we accept it, society is happy and we are stupid.

The debate was ready and we all made several interventions. At least it was clear we are free to ask and comment... at least here.