miércoles, 22 de marzo de 2017

Sobre la culpa


Donde hay culpa no puede haber excusa pues la voluntad no puede ser forzada.
(F. Diego de Estella)

La culpa permite olvido y perdón.
(Francisco Manuel de Melo)

Cuando te sientas culpable analiza si realmente lo eres, si lo eres aprende a pensar antes y si no lo eres, aprende a creer en ti.
(Ibrahim S. Lerak, Cuaderno de notas)


La reunión del círculo este mes trató sobre la culpa, ese "algo" que no nos hace sentir bien y muy manido en religión y en los procesos de autoestima. Todo converge hacia una liberación del sentimiento de culpa. Hay que dejarlo ir dicen unos, hay que sentirlo para mejorar dicen otros. Nuestro ponente nos dio su visión y algunas afirmaciones provocaron que la tertulia fuera larga y viva. En esencia nos dijo:

La palabra culpa proviene del latín “culpa” que significa falta o imputación. En griego culpa y causa son la misma palabra: aitía. Lo que se provoca tiene consecuencias y si son negativas aparece la culpa. Este sentimiento también puede estar presente cuando se omite de manera intencionada un hecho. Por lo tanto podríamos decir que la culpa es la negligencia o acción imprudente que perjudica a otra persona pudiendo llegar a provocar una sanción de tipo legal. Pero en realidad esto es la responsabilidad por el acto realizado. No es la culpa emocional. Responsabilidad y culpa van de la mano, pero no son lo mismo.

La culpa es un sentimiento y está relacionada con otra emoción más básica: la vergüenza. Confundir culpa con vergüenza incrementa el malestar emocional ya que al mezclarse se retroalimentan entre sí. Mientras que la culpa aparece ante el dolor por el daño causado, la vergüenza se experimenta cuando nos percibimos con la falta de una habilidad o capacidad que se presumía deberíamos tener. 

El sentimiento de culpa, si no lo tratamos bien interiormente, nos acompaña toda la vida creando un vacío negativo en nuestra personalidad. Nos frena y nos impide ser lo que queremos ser. Se nos imbuye desde pequeños (aparece ya con 3 o 4 años) y nos lleva a entender que no somos libres, que todo lo que hacemos repercute en los demás y que si esto es negativo, no solo somos responsables de ello sino que debemos considerarnos causantes y arrepentirnos. Nos generan un responsabilidad de nuestros actos y pensamientos para obrar en función de un bien teórico establecido por otros y sobre nosotros. Nos enseñan a entender la vida como un juego de obligaciones y responsabilidades sin dejarnos ser libres y siempre en dependencia de los demás hasta lo enfermizo. Un círculo vicioso que acaba produciendo una infelicidad constante ya que mata la individualidad. 

En la educación el sentimiento de culpa se usa para manipularnos. En la moral ocupa un lugar fundamental para guiar la forma de obrar en el modo en el que se considera que todos deberíamos actuar. Nos enseñan a sentirnos culpables de que nuestra acción no tenga el efecto previsto por otros y sea percibida como negativa. Es evidente que es un sentimiento forzado, imbuido, postizo; pero necesario para adaptarnos al entorno. La culpa frena la libertad haciéndonos pensar en el prójimo. Por ello debe ser dolorosa y crear el sentido de falta, de haber ido más allá de las normas éticas personales o sociales. Su función es hacer consciente al sujeto que ha hecho algo mal para facilitar los intentos de reparación. Una reparación que solo tiene función social en realidad. 

Para que haya culpa han de darse tres elementos: un acto causal que puede ser real o imaginario, su auto-valoración negativa por haber producido un daño y los remordimientos, la emoción negativa derivada de la culpa. Hay dos tipos de culpa: la sana y la mórbida. Culpa sana es la que aparece tras causar un perjuicio real a alguien. Es la que nos ayuda a respetar las normas y a no perjudicar a los demás. Es un castigo que conlleva una responsabilidad y un remordimiento. La culpa mórbida es la que se siente aunque no haya existido una falta objetiva que justifique este sentir. Esta culpa es destructiva y no ayuda a integrarnos en la sociedad. Suele darse por exceso como en la depresión o por defecto como en los casos de perfeccionismo.

La culpa está asociada a una responsabilidad y a un remordimiento, tiene un fin social pero es estrictamente personal. También está asociada a la libertad. Para Aristóteles si se actúa por necesidad uno no es culpable (pero si responsable) puesto que para poder sentirse culpable uno debe obrar libremente y no de modo obligado. Un soldado del pelotón de fusilamiento que obedece órdenes será responsable, pero por no ser libre de acción no será culpable si ejecuta a un reo siguiendo una orden. Claro que esto nos lleva al tema de la libertad, de si hay comportamientos libres o no. En un entorno determinista total no hay culpa ya que todo está prefijado de antemano. O
brar libremente significa también sin la influencia de las pasiones, es decir con las emociones contenidas, con metriopatía pero la responsabilidad sí existe ya que la acción se produce. En otras palabras, sin libertad y sin emoestabilidad --entendida como contención de las pasiones-- no deberíamos sentirnos culpables por nuestras acciones. Algo muy diferente de lo que nos exige la sociedad y de lo que la religión cristiana nos impone.

Según santo Tomás, el equilibrio entre las pasiones es prácticamente imposible. El hombre es incapaz de contenerlas. Además en la libertad del individuo no solo actúan fuerzas internas, sino causas sociales como las costumbres que nos llevan a actuar sin pensar y por imitación. Para estar libres del sentimiento de culpa deberíamos pensar antes de actuar en todo momento. ¿Se puede? Pensar es algo que se hace sin ser conscientes de ello, se produce sin que lo notemos. Es lo que Descartes llama conciencia, el conocimiento inmediato de la actividad que realizo. Inmediato en tiempo y en acción. El sentimiento de culpa es entonces solo debido a la precipitación por no pensar antes de actuar. ¿Podemos reflexionar ante cada acción? Posiblemente solo en teoría y en otra sociedad diferente. Si resulta que actuamos obligados sea por las prisas o por otros motivos internos como las emociones o externos como la imposición social (no olvidemos que la prisa también es una imposición social) entonces... entonces no deberíamos sentirnos culpables más que en contadas ocasiones y aún así no tendríamos razón para sentirnos culpables. La culpabilidad es imbuida, no es un sentimiento natural.

....Fue larga y variada la discusión que siguió. Acabamos muy tarde, pero nadie se sintió culpable por ello.





2 comentarios:

  1. El problema es que si reconocemos que no tenemos porqué sentirnos culpables las relaciones serán más difíciles salvo que aprendamos a ser tolerantes y eso ... una vez más es educación. El derecho a decir lo que opino no se debería prohibir.

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  2. Tienes toda la razón Herminio. DEcir lo que se piensa es un derecho. El delito es incitar a ir contra la ley. La tolerancia debería ser asignatura del colegio, cierto. Y sentirse culpable ... a veces es bueno, nos hace recapacitar.

    Gracias por el apunte :) y perdón por el retraso en la respuesta aunque te lo haya dicho de plabara.

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