sábado, 13 de mayo de 2017

Vivir la vida por boca de ganso



Una vida vacía se llena con los problemas de los demás.
(Anónimo)

Vivimos la vida de los demás para no pensar en la nuestra.
(Ibrahim S. Lerak, Cuaderno de Notas)

Hablar alguien por boca de ganso: Decir lo que otro le ha sugerido.

(DLE)

En las reuniones del círculo se sugieren (casi se encargan) temas de debate. Uno de los comentarios habituales trata la poca cultura que se difunde en la TV y la opinión se divide en dos: los que creen que es lo que pide la audiencia y los que creen que es lo que ofrecen las cadenas (alguna más que otras). Por ello en la última reunión el ponente nos provocó la reflexión sobre el éxito de la televisión basura.

-- El hecho incontestable es que la televisión basura es la que más vende y es la que mayor audiencia tiene. Pensar que es la que nos ofrecen a machamartillo o que nos la imponen al coincidir las emisoras en la hora de emisión es no querer ver la realidad. Hoy en día con los DVDs, con las 50 cadenas de TV que hay de promedio sin pago al alcance de cualquier ciudadano, quien mira estos programas lo hace conscientemente, sea porque le distraen, sea porque sigue a uno o varios de los personajes que salen. Todos coincidimos en que es el circo actual del antiguo panem et circenses, la pregunta es entonces ¿por qué pide el pueblo que haya circo con sangre? Con sangre, si. Cuando se denigra a la gente y se provee a las masas entretenimiento morboso, carente de moral y ética es circo moderno con sangre. Las dentelladas al prestigio, honor o simplemente a la imagen hacen correr la sangre que son las calumnias y el auto-arrogado derecho a juzgar libremente sin trabas la vida de los demás. 

Estamos en una época de paradojas constantes, todo tiende a ser mayor, los edificios, las carreteras, los centros de ocio y de compra menos nuestros puntos de vista y nuestra capacidad de aguante. Gastamos más y gozamos menos. Tenemos mil cosas y las disfrutamos menos que las pocas de antes. Tenemos más tiempo y lo usamos menos en lo que realmente queremos. Hemos añadido años a la vida y le hemos quitado vida a los años. Hemos ido a la luna, cruzado el espacio en búsqueda de vida inteligente y nos cuesta cruzar la calle para saludar al nuevo vecino. Ignoramos incluso quien es el del 3º 2ª. La verdad es que hablamos mucho de amor pero más de odio y de no soportar las cosas o a la gente. El problema como lo definió Zygmunt Bauman es la liquidez, la falta de consistencia de los valores. Vivimos días de viajes rápidos, pañales desechables, moralidad dispensable, amores de una sola noche, momentos fugaces de felicidad en pastilla. Hemos eliminado los valores y no los hemos sustituido aún, hemos dado paso a lo aparente, a la foto del momento y no tenemos nada nuevo que mostrar. Éste es precisamente el problema. Necesitamos descargar la impotencia que nos da reconocer que no vivimos la vida que nos gustaría y que aún habiendo conquistado el espacio exterior no tenemos idea de nuestro interior.

Nos hemos acostumbrado a soñar despiertos sin hacer nada para que el sueño se convierta en realidad y al compararlo con lo que tenemos, aunque sea mucho, aunque sea casi lo que queremos nos frustra no poder disfrutarlo. O mejor dicho, no saber disfrutarlo. Por eso degradamos a quien parece que lo pasa mejor, que tiene más o que lo pasa mal .... por culpa suya. Hemos convertido la sociedad en una sociedad igualitaria que no igual. Hemos banalizado todo, eliminamos aparentemente las diferencias y esto nos da el derecho a opinar, a juzgar, a criticar, a corregir a los demás. Si somos todos iguales podemos vivir nuestras frustraciones a través de los demás. las liberamos e incluso las cambiamos y las realizamos al rectificar la vida de los demás. Realities (telerrealidades), situaciones de tensión, bodas de postín e incluso la corrupción de los políticos nos dan la ocasión de justificarnos. Nosotros somos diferentes. No somos como ellos. Nos erigimos en jueces de los otros en todo y por todo. Así somos mejores ante nosotros mismos. El beneficio añadido es que cerramos el círculo, hablamos de cosas banales, opinables, sin trascendencia. Mantenemos la apariencia. La foto sonriente del momento. No comunicamos, no compartimos, solo sonreímos para la foto. 

La felicidad se compone de instantes felices dicen, no de una continuidad de ánimo feliz. Troceamos la felicidad. Banalizamos el sentimiento. Yuxtaponemos, encadenamos momentos que queremos ver como una continuidad, pero no tienen conexión. Nos dicen que eso es la vida, que hay que entenderlo así y conformarnos con ello, no pretender más. No buscar otra cosa. No complicarse la vida. Cuando no hay un sentido temporal o emocional, un marco en el que actuamos, no hay vida, solo hay instantes de supervivencia. Para no verlo, para no darnos cuenta de ello vivimos la vida a través de los demás. Hablamos y vivimos por boca de ganso.


Fue una discusión larga un largo fotograma de pasión y opiniones lo que tuvimos luego. La provocación no fue banal y no cayó en saco roto.




2 comentarios:

  1. Los árboles no dejan ver el bosque; lo urgente impide tratar lo importante; la comodidad de no pensar da mayor felicidad aparente, así que ¿de verdad hay que reflexionar? ¿Y si descubrimos que no somos lo que creemos? O peor, que podíamos haber sido aquello que soñamos. No, mejor vivir la vida de los demás, que permite criticarla y sin responsabilidad. ¿No te parece?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Desgraciadamente mayoritariamente se está vivo, lo que no quiere decir que se viva la vida. Dejarse llevar consume menos energía. Criticar como la mayoría nos unifica y consume también menos energía. Ser responsable exige esfuerzo, algo que nuestra sociedad no quiere que hagamos. Por desgracia nos acomodamos por mucho que queramos creer que somos diferentes.

      Eliminar