viernes, 6 de diciembre de 2019

Paciencia

       

Algunas cosas solo necesitan tiempo. Nueve mamás no hacen un bebé en un mes.
(Warren Buffet)

En la cultura del instante lo lento mata la paciencia.
(Ibrahim S. Lerak, Cuaderno de notas)

Los males que no tienen fuerza para acabar la vida, no la han de tener para acabar con la paciencia.
(Cervantes, Los trabajos de Persiles y Sigismunda)


Las reuniones del círculo se interrumpieron por una reforma en el local que fue más larga de lo programado (y de lo esperado). Algunos de los miembros del círculo expresaron su impaciencia por volver a reanudar las ponencias; era lógico, pues, que la paciencia abriera el nuevo ciclo de ponencias y debates. Nuestro orador esperó pacientemente a que hubiera silencio antes de empezar.

--Se le atribuye a Franklin la frase:“Con paciencia y tranquilidad se logra todo… y más”. Franklin no vivió una época desquiciada como la nuestra en la que la rapidez es la norma imperante. Tiempo y distancia empequeñecen. Las comunicaciones son tan instantáneas que una señal de radio llega a la Luna en 1,33 segundos y en unos 20 minutos a Marte y os recuerdo que el punto más cercano de Marte está a 59 millones de Km. ¿Qué decir de cualquier rincón de la Tierra? Esta capacidad de tener una comunicación global al momento ha repercutido en nuestras vidas.  Los ya veteranos recordaréis la introducción del fax en las oficinas. Era como una llamada pero escrita y era rápida, bueno tan rápida como lo fuera el operador del fax y el repartidor de los faxes o nuestra ida a buscarlos. Luego llegó el correo electrónico, una maldición porque además te llamaban para avisarte que lo habían enviado y que esperaban respuesta. Quedaba aquello de “aún no lo he visto, luego lo miro”, pero con el WhatsApp ya no hay escapatoria. Es instantáneo y se sabe exactamente cuándo lo has visto. No queda más remedio que contestar. Rápido. No hay tiempo porque esperan que la respuesta sea también inmediata. No hay paciencia. Y eso es precisamente el problema. s Hemos perdido la capacidad de tener paciencia. La rapidez ha pasado a ser un premio que da placer y su ausencia incomodidad e incluso malestar.

Lo queremos todo al instante, que el pizzero llegue a la hora a casa y que no tenga la osadía de retrasarse 5 minutos; que el programa se cargue en el ordenador en 5 segundos; que Google de la respuesta en uno y la película se baje en 20. Todo es rápido, hasta las relaciones, tanto en duración como en tiempo para establecerla. Y además estamos convencidos de que es un derecho que tenemos ¡y nos merecemos! Todo está y debe estar al alcance de un botón de respuesta inmediata. La paciencia (esa palabra que lleva en sí paz y ciencia) se ve como la imposibilidad de obrar, como la resignación en lugar de la virtud del saber esperar. Hemos creado el culto a la impaciencia, al estar ocupados todo el tiempo. Quien lo tiene o lo administra bien es un paria que no tiene luces o un jubilado (según la creencia general). La virtud de la paciencia ha sido convertida en su opuesto. 

Vemos la paciencia como debilidad en un mundo de fuertes. ¿Quién paga esta irritabilidad? Todos, el vecino, el trabajo, la familia, el imbécil que sonríe (¿de qué sonreirá este tío? ¿Se está quedando conmigo? ¡Puto imbécil!) Y todo viene de la falta de paciencia o, mejor dicho, de la falta de la buena paciencia. Estamos en un mundo en el que todo debe ir bien. No hay lugar a lo negativo. Vivimos en la era del confort, de internet, de que la nevera le pide al supermercado lo que falta para la compra y al cabo de una hora lo tenemos en casa si queremos. Sin fallos. La complacencia está en las pequeñas cosas dicen, en lo que llena pero no alimenta el alma. ¡Todo al minuto! Pero ¿lo que de verdad importa se tiene al momento? Puedo ver una serie de abogados, pero necesito tiempo para ser abogado; puedo jugar a rol, pero necesito tiempo para ser de verdad ese personaje; puedo ser amigo virtual del mundo entero, pero necesito tiempo para ver a una persona y al tocarla empatizar o animar.  Vivir sin problemas, es la meta. La meta que nos dicta la sociedad y para ello todo ha de ser fácil, positivo y sin plazo para pensar, es decir sin tener que esperar. La inmediatez ante todo.

Desgraciadamente lo que vale requiere pacienciala vida, el conocimiento, las relaciones humanas y tantas otras cosas que ahora son tan caras en unidades que las tomamos en pastillas virtuales: Netflix, Wikipedia, Instagram, Facebook, WhatsApp. Con paciencia se alcanza casi todo, porque tener paciencia es, en esencia, dominar el tiempo. Lo más importante para los demás. Dominar lo que otros no tienen y dominar el tiempo da espacio para pensar y ser creativos, algo que no hacemos porque no tenemos tiempo para tonterías, aunque entre esas tonterías esté tener amigos y no conocidos o progresar en el trabajo y en la vida. Es curioso, el valor denigrado y degradado gana al nuevo valor y aun así le negamos el reconocimiento. La fuerza de la sociedad nos oprime más de lo imaginado y no nos permite tener tiempo y por tanto, paciencia.

La pregunta entonces es si se puede aprender a tener paciencia, partiendo de la base que creemos que tenerla es una virtud y que no preferimos ir de cabeza y estresados siempre. Al fin y al cabo, la adrenalina parece ser el motor vital en la sociedad. Hay que estar en todo, por todo y siempre el primero.

Sin saber estar solos no lograremos ser pacientes. Necesitamos tanto la compañía, le tenemos tal terror a la soledad, que estando solos en casa ponemos la radio o la televisión solo para que haya "ruido conocido, sea voz o música". Cuando aprendamos a estar solos, a bloquear un rato en el día y no atender llamadas, chats, “ruidos amigos” y estar con nosotros mismos “en el rincón de pensar” o paseando, entonces estaremos en disposición de ser pacientes. No necesitamos más de 20 minutos al día. No es meditación, es tranquilidad y liberación de irritabilidad. Cuesta menos que ir al gimnasio y es más saludable. Eso sí, sin un descanso adecuado no hay paciencia. La falta de sueño nos descompensa. Hacer dieta y comer 3 pasteles al día es incompatible. Con esto pasa lo mismo. Sin descanso no hay aprendizaje de nada.

No voy a hacer de psicólogo barato, pero dejadme que os recuerde que a veces la impaciencia es un modo de cubrir una insatisfacción personal, social, duradera o momentánea. Así que hay que ver cual es el origen de la impaciencia y resolverlo. La soledad permite que la mente por sí misma haga un análisis de lo que nos conviene y nos dicte el camino para ser más felices y más pacientes. Pensar libremente sin estar sometido a nada es creativo y amplía nuestra visión social y personal.

Tener paciencia es esperar sin que haya ningún tipo de premio por ello. Y ahí está el quid del tema. Si esperamos por algo, para algo, la impaciencia nos matará. Se trata de desconectar con lo exterior, ver internamente, nada de analizarnos para mejorar, solo tomar el tiempo de ser conscientes de lo que tenemos, somos y nos rodea. Esa práctica crea paciencia y la paciencia crea bienestar. Principio del formulario


No tuvimos paciencia... todos quisimos intervenir en el debate sin esperar; pero fue un buen debate y con muchas preguntas que pedían respuesta inmediata.



4 comentarios:

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    1. jajaja, esto es una muestra de impaciencia :))
      Gracias por el apunte.

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  2. Creo que es cierto. La paciencia es un valor humano que supone respetar y aceptar que a menudo las cosas suceden a un ritmo distinto al que esperamos o deseamos.
    Me doy cuenta que cada vez tengo más alumnos que, no sé si acostumbrados a la era del premio inmediato de los videojuegos, requieren (y exigen) atención inmediata. Y es que parece que no es tan fácil.Según Cruz, psicólogo clínico parte de la idea de que todo tiene su tiempo :"no se pueden acelerar los procesos de la persona y la naturaleza porque si se intenta se está creando de alguna manera u otra tensión y violencia al querer forzar una circunstancia según nuestro criterio”.
    Parece pues que todo requiere un aprendizaje, un entrenamiento, incluso el aprender a esperar. Pero ¿Éramos antes más pacientes? ¿La paciencia era un valor intrínseco de la educación en valores que recibimos? Recuerdo lo mucho que tuve que aprender a esperar hasta que mis padres me regalaron mi primera guitarra...

    Paciencia, filosofía slow, silencio….Michael Le Van Quyen, neurocientífico,que un día despertó con una parálisis facial por agotamiento y le prescribieron reposo absoluto, decidió investigar los efectos del silencio :"el silencio es esencial para regenerar nuestro cerebro. Cuando en nuestro cerebro reina la energía oscura viajamos en el tiempo, sentimos sensaciones muy vívidas asociadas al pasado y al futuro, y así se consolida la identidad".
    Silencio deseado...ese gran aliado que nos ayuda a crecer interiormente.
    Felicidades por tu blog. Leerlo me obliga a hacer un parón y a requerir silencio.��

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    1. Gracias por el apunte anónimo:))
      Hemos acostumbrado a la sociedad a la inmediatez en todo, desde la comida que te llevan a casa, a los encargos de Amazon al día siguiente a los millones de megas para bajar una película en 1 segundo, a que la respuesta llegue antes de acabar de formular la pregunta ... a tantas cosas que la paciencia es algo olvidado. Y, sin embargo, los experimentos de Piaget son concluyentes: si no estamos mentalmente preparados no lo entenderemos. Y si no lo entendemos y nos fuerzan a una acción, tenemos el 90% de posibilidades de fracasar (por cierto te recomiendo un libro sobre fracasos: Humanos, de Tom Phillips).
      Saber esperar, tener paciencia, comprender ... valores que tenemos que volver a poner en alza. Antes si éramos más pacientes porque toda la sociedad en sí lo era. La técnica no había llegado a"meternos prisa". Silencio ... el gran tema del aprendiz, bendito silencio que nos enseña a tener paciencia y a escuchar a los demás.

      Gracias por la flor, el blog en sí no tiene mérito; si algo vale es lo que cada uno lee e interpreta de lo que lee.
      Gracias por el apunte, anónimo :))

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