viernes, 30 de abril de 2021

Personas humanas y personas no humanas

 


Cuanto más hablo con los hombres, más admiro a mi perro.
--- Blaise Pascal

Dos cosas me admiran: la inteligencia de las bestias y la bestialidad de los hombres.
--- Tristán Bernard

Todos los animales son prisioneros de su realidad, menos el hombre que la trasciende soñando.
--- Ibrahim S. Lerak, (Cuaderno de notas)


    La reunión de los narizones se había pospuesto a causa de la pandemia durante largos meses, ya que las reuniones virtuales no satisfacían a los integrantes del club, pues se perdía el calor humano. Una vez relajada la mano de la ley y con todas las protecciones correspondientes se propuso como tema de reflexión ¿En qué consiste ser humano? Si los asistentes pensaban encontrar una ponencia llena de moral, deontología y hospitales, se equivocaron. El orador supo darle la vuelta un tema sensible y aún así marcar la diferencia entre humanos y no humanos.

    Esta fue su reflexión:

    Cada vez más se oye eso de “personas humanas” como si de pronto nos hubiéramos dado cuenta de que persona no es solo un individuo de la especie humana, como indica la RAE en su primera acepción. De hecho, solo la 5ª definición indica que en filosofía es un supuesto inteligente, signifique eso lo que signifique.  La realidad es que la palabra persona deriva del latín persōna 'máscara de actor', 'personaje teatral', 'personalidad', 'persona', que viene del etrusco φersu, y este del griego πρσωπον prósōpon. No se conoce hasta hoy otro tipo de persona que no sea humana. 

    Se habla de “personas no humanas” cuando se alude a la propuesta de creación de una figura jurídica postulada para ser concedida a ciertas especies de animales. Algunos humanos (que por supuesto son personas) dicen que el criterio para conceder dicho estatus jurídico es que se demuestre que poseen elevadas capacidades cognitivas y notable inteligencia, en comparación con el resto de las especies. Está diseñada para intentar proteger los derechos de los chimpancés, orangutanes y otros grandes simios. En varios países se han abierto causas judiciales basándose en este concepto. Sin embargo, otros defensores de esta figura jurídica argumentan que el criterio para otorgar personalidad jurídica es simplemente poseer una conciencia, es decir, tener capacidad para sentir lo que abriría la posibilidad a que las plantas también fueran personas no humanas.

    Entonces, ¿qué es lo que en realidad nos hace personas humanas? Si nos vamos a los pensadores vemos que en palabras de Aristóteles “somos animales racionales que buscamos el conocimiento por el hecho mismo de conocer”. Una característica que nos permitió desarrollar el lenguaje -oral y escrito-, el pensamiento abstracto y la ciencia. Sin embargo, la biología nos hace ser humildes. Somos parientes de todos los seres vivos del planeta. Como en todas las familias, hay parentescos próximos —fundamentalmente con los otros primates: gorilas, chimpancés, bonobos y orangutanes— mientras que somos parientes más lejanos, y por tanto con menos parecido, de las lechugas, los champiñones o el microbio que fabrica la penicilina, pero somos todos una misma familia.  

    Nuestro ADN coincide un 60% con una mosca y un 95% con un macaco, pero con un chimpancé el grado de identidad ronda el 99%. Si fuésemos libros, diríamos que las especies próximas somos plagios unos de otros. De los 3.000 millones de letras de ese ADN solo 15 millones son distintos entre un chimpancé y un humano. Se ha demostrado que habilidades y respuestas sociales que se creían exclusivas de los seres humanos como construir herramientas, experimentar duelo ante la muerte de un familiar, cuidar a los enfermos, ser altruista o ser solidario, no lo son. Los chimpancés pueden modificar un palo para capturar termitas y otros primates, los cetáceos y los paquidermos muestran también, en mayor o menor medida, algunos de esos comportamientos que se suponían eran solo nuestros. 

    ¿Son los homicidios y la cooperación características igualmente definitorias de lo humano o podemos considerar que el nivel de homicidios es bajísimo mientras que los comportamientos altruistas y cooperativos son extremadamente frecuentes y por tanto los homicidios son una anomalía y no son parte de nuestra definición como especie? De hecho, a esos comportamientos que cometemos, pero nos repugnan los denominamos “inhumanos”, como si fueran incomprensibles, extraños a nosotros, ajenos a nuestra verdadera naturaleza. 

    Veamos paso a paso lo que nos puede diferenciar de una persona no humana, básicamente lo que antes se conocía como un animal, porque con una planta es más fácil. 

    Capacidad cerebral:  No tenemos el mayor cerebro de tamaño. Nos superan las ballenas o los elefantes, pero sí lo es si lo relacionamos con las dimensiones. (Quien no se consuela es porque no quiere). El gran tamaño de nuestro cerebro se debe al crecimiento de la corteza, la región superior que vemos plegada, que es la parte más visible y conocida. Buena parte de la corteza está ocupada por zonas de asociación que se ocupan de integrar información externa, discriminar, comparar con experiencias previas, planificar, prever el futuro y tomar decisiones. Somos especialmente buenos para la integración de información y la decisión ejecutiva. Pero no somos únicos en ello. 

    Capacidad tecnológica: Somos capaces de volar y llegar a la Luna o a Marte; de movernos más rápido que cualquier otro ser, de alcanzar las profundidades abisales, de ver cosas diminutas o muy lejanas, de sobrevivir en ambientes imposibles, de trasplantar corazones. En poco tiempo hemos pasado de golpear cosas con una piedra a mover un robot en Marte. Sin embargo, las hormigas argentinas (Linepithema humile) tienen colonias extensas (6000 Km a lo largo de la costa mediterránea) y se comunican entre sí millones de insectos. ¡Espectacular!, sí, pero nosotros nos comunicamos con humanos de todos los continentes, sabemos cómo son y lo que hacen, “nada humano nos es ajeno”. No es una diferencia cualitativa, sino cuantitativa. 

    Capacidad de lenguaje: Somos capaces de establecer y comprender relaciones entre números, ideas y palabras y transmitirlas a los demás. De nuestra inteligencia y creatividad surge una comunicación que parece una herramienta muy superior a otros lenguajes del mundo natural. Alguien diría que somos el mono que canta. Los demás primates tienen una capacidad vocal muy restringida, con un pequeño repertorio de llamadas fijas que se usan en contextos determinados. Nuestra habla es flexible, rica, altamente modificable; pero no somos los únicos que tenemos capacidad vocal y, además, hay animales que se comunican con su voz a mucha mayor distancia que nosotros. 

    Capacidad de pensamiento simbólico: Es la habilidad para crear mundos alternativos, para reflexionar sobre el pasado y el futuro, para imaginar cosas, seres y situaciones que no existen. Es lo que nos permite establecer objetivos y sueños por conseguir, desear una realidad que todavía no ha sucedido. Se cree que esta capacidad para lo simbólico es la que nos ha abierto la puerta a la espiritualidad y a la moralidad, imaginar buenos y malos desarrollos de nuestras acciones. No se conoce en animales, pero nadie ha estado en la mente de algunos animales grupales que pudieran tenerlo y es fácil llamarlo instinto. 

    Capacidad cultural: Es la capacidad para crear una explicación del mundo compartida por un grupo y transmitirla a la generación siguiente. En realidad, nuestra evolución actual es una mezcla de evolución biológica y evolución cultural, ambas íntimamente interrelacionadas y esta última, cada vez más rápida, cada vez más definitoria. No sabemos que capacidad tienen los animales para transmitir una idea del mundo, solo sabemos ver las reacciones, pero si hay transmisión de conocimiento añadido en cada generación. 

    Capacidad de cooperación y empatía: Muchas otras especies cooperan, pero ninguna en la medida de la nuestra y ninguna incluyendo un apartado altruista donde estamos dispuestos a ayudar a cambio de nada. Pero los sociólogos matizan esta idea y defienden que hace falta la culturización, la socialización, para superar el egoísmo innato de los niños. El sacrificio personal se da con las crías en muchas especies. Hay un punto diferente ya que en cierta medida somos capaces de “leer las mentes” de otros, de adivinar lo que sienten o lo que están meditando, de comprender sin que nos lo digan por lo que están pasando. Es decir, podemos conseguir ver las cosas desde la perspectiva de los otros. Pero esto también se observa en animales, aunque en menor grado. 

    Capacidad imitativa. Somos los únicos mamíferos terrestres que imitan sonidos y el único animal que reproduce las cosas que ve. Se cree que de ahí derivan pintura, lenguaje, baile y música. Nuestros hijos imitan desde que son bebés, los gestos, las expresiones faciales de sus padres. Pero hay otros animales que imitan sonidos y palabras (esos loros de repetición). 

    Capacidad de impacto ecológico. Aunque nuestra mente antropocéntrica nos haga pensar que cambiamos el mundo, en realidad el mayor impacto lo producen otras especies, las plantas y animales que el hombre ha domesticado, nuestros cultivos y nuestros ganados, eso sí, con nuestra dirección ejecutiva. 

    Capacidad moral: Se tiende a decir que nuestro cerebro tiene “impreso” una serie de códigos de lo que está bien y lo que está mal, qué comportamiento es socialmente adecuado y cuál no. Tenemos “sentimientos morales”. Nos sentimos bien cuando hemos hecho algo por un desconocido y mal cuando hemos actuado injustamente. Y sin embargo la moral no es algo constante, no es un valor inamovible, depende de la cultura y es algo que se adquiere por necesidad de grupo. 

    Lo que parece claro es que nuestras peculiaridades más definitorias, nuestras características más “humanas” parecen ser más cuantitativas que cualitativas y que no hay una que señale la diferencia entre humano y no humano. No obstante, yo aventuraría que la diferencia está en un hecho derivado de la tecnología, que es la capacidad de transmitir información independiente de las generaciones. El conocimiento no se transmite necesariamente de padres a hijos, sino que existen almacenes externos de memoria a los que se puede acudir para depositar o retirar conocimiento independientemente del que individuo que lo use. Algo que ninguna otra especie ha desarrollado aún. Posiblemente el día que los robots se consideren personas no humanas perdamos esta característica que de momento nos hace únicos.


    Las intervenciones, como siempre, fueron animadas pero hubo unanimidad en una característica del hombre que el orador se había saltado: la capacidad de ¡fumar y sacar humo por la nariz!

     


    3 comentarios:

    1. Llegados a este punto, me pregunto si todos los seres humanos son persona. La respuesta, como casi siempre en filosofía, dependerá subjetivamente de lo que entendamos por “persona” …
      Excelente post, albardan

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      1. ¡Ay! Ése es uno de los problemas a resolver, podemos tener claro que nos hace humanos… ¿pero personas? Temo que eso es tema para un post de 200 páginas...
        Gracias por el apunte anónimo
        :))

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    2. Dos cosas me llaman la atención; la inteligencia de las bestias y la bestialidad de lis hombres. (Flora Tristan)

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