viernes, 16 de enero de 2015

Instrucción y Educación





-  "¡Niño! ¿No te enseñan educación en el colegio? "
-  "No señora, en el colegio me instruyen es en casa donde no me educan"
(Autobús urbano)

- Si siempre haces lo mismo, serás más rápido, pero no mejor, ganarás tiempo, pero no sabiduría.
(Cuaderno de notas de Ibrahim S. Lerak)


Una vez más la cenas del círculo nos ha deparado una sorpresa. Es una de las ventajas de estas reuniones, que a pesar e ser de periodicidad y asistencia regular nos obligan a repensar lo que ya creíamos superado. El ponente siempre nos sorprende con una visión provocativa que defiende cual sofista experto. 

En esta ocasión el tema era la degradación de la educación. La puesta en escena también fue diferente. Juan, el encargado de iniciar la discusión, nos llevó a su terreno con una banal historia de falta de educación de la juventud actual. No costó mucho que todos coincidiéramos en que  "ciertamente no hay valores y no hay educación en la sociedad." "¡Qué vergüenza que se permita a los jóvenes ser deslenguados y no tener consideración!" "La falta de educación es evidente, ¡hay que hacer algo!" Expresiones similares abundaron y todos manifestamos nuestra opinión criticando que actualmente solo se mira por uno mismo, no hay consideración y ni se sabe qué es la educación.

Llegados a este punto Juan se alzó y nos expuso su teoría y su contra teoría que dejaba como propuesta educativa para quien quisiera recogerla y arreglar tanto el país, como la sociedad... y sin pedir derechos de autor como él mismo dijo.

- Veamos... No me extenderé en como eran las familias de antes, lo sabemos todos: hijos, padres, abuelos, madres que no trabajaban y se ocupaban de las labores domésticas y de la educación. El padre detentaba la autoridad, los abuelos contaban batallitas y entre todos, en el seno de la familia se educaba más o menos duramente a la prole. Si por casualidad alguno iba al colegio y el maestro le reñía, el camino a casa era un camino de polvo y miedo; uno sabía que en en casa le reñirían más que el maestro. El "te enviamos al colegio para que aprendas y no para que hagas el vago" era lo más suave que se podía oír si no iba acompañado de un castigo más efectivo que la reprimenda en sí. Todo estaba claro, en casa se educaba y en el colegio enseñaban, instruían, ademas de refinar un poco la educación que de base llevaban los alumnos.

Con esta educación hemos nacido y en ella nos han formado, levantarse para dejar un asiento en el autobús o en el metro a los ancianos, dar las gracias, no poner los pies en la silla de delante... ya lo sabéis.... somos así y queremos que esos valores de convivencia se mantengan. El problema es que estos valores ya han sido destronados y no hay otros que los sustituyan. Estamos en una época del "todo vale porque yo lo valgo" en la que los valores de referencia se han eliminado y en su lugar solo hay un YO que lo ocupa todo; pero sin otra cualidad que la del puro egoísmo. Clamamos, nos enfadamos y exigimos educación hasta el punto de pedirle al colegio que ayude. Los profesores se rasgan las vestiduras al ver las nuevas hordas de ignorantes protegidos por sus padres que les llegan sin ganas de estudiar o de esforzarse, intentan instruir, pero sucumben ante una educación familiar inexistente que no premia en modo alguno el saber. Si hay deberes se quejan los padres por que los haya o sean muy difíciles. Se da el caso (verídico) de una madre que escribió al maestro diciendo que era tan difícil hacer los deberes que los hizo ella a título de madre. Flaco favor para el hijo, pero madre honesta que creyó que así ayudaba.

Si hablamos de valores y razones y argumentamos lo que se puede hacer, no acabaremos ni mañana y vosotros queréis cenar y llegar a los postres, así que os resumiré la situación y mi propuesta para solucionar el problema.

Los niños que van ahora al colegio a las primeras clases no encuentran raro que haya dos padres, dos madres, o padres ex / madres ex, hermanos, medio hermanos, adoptados.... la situación que queráis. La familia ha cambiado como concepto. Y lo que es más importante ni hay abuelos que explican batallitas ni hay conversación familiar. No molestar es lo que impera y esto incluye dejar a los padres tranquilos, encerrarse y tener esa vida virtual que brindan los móviles, tablets y pcs. No hay tiempo (ni ganas, ni conocimiento) para educar; eso en el caso de que no haya además ganas de llevarle la contraria al "ex" con lo que se ataca su autoridad y se crea una desorientación fatal en los hijos; no solo en los pequeños.

Los padres no educan, o educan poco; no se complican la vida y les es más fácil criticar al profesor que esforzarse en ayudar o explicar. Corrigen, no, mejor, critican el comportamiento de los hijos a los que dan por imposibles y así se descargan de la responsabilidad. Consentidos, incomprendidos y sin educar  es como crecen los jóvenes de hoy. Y aún seguimos insistiendo en que hay que tener educación. ¿Cuál, la que no enseñamos? ¿Relacionada con qué valores?¿Con los que no practicamos? 

Por eso creo que nos equivocamos, intentamos que una educación vieja con una escuela vieja se adapte a una sociedad nueva. He hablado de escuela como instrucción. La lista de los reyes godos se suprimió como materia educativa pero antes se tenía que saber. ¿Porqué se eliminó? Por inútil. ¿Cuándo se eliminará la lista de reyes, el saber cuando nació y que hizo Felipe II o que pasó con Napoleón? Por no hablar de otros temas como la literatura, la pintura, la música... ¿A alguien le ha servido de verdad saber quien compuso el Quijote? ¿No sería mejor explicar porqué es tan buena obra y estudiar menos nombres de literatos? ¿O enseñar a ver un cuadro, analizarlo y que la lista de pintores sea solo la de los rompedores y aún así solo con datos básicos? Nos os cuento nada sobre la música...tocar la flauta está bien, pero apreciar la música sabiendo lo que se escucha no sería mejor? Los datos están en internet y todos los buscan en Wikipedia y en El Rincón del Vago. ¿No sería mejor enseñar a buscar y no caer en un simple copiar y pegar? Si no lo veis claro aún os pongo otro ejemplo: la famosa raíz cuadrada. ¿Alguien la usa y si se usa se calcula o se tira de calculadora? 

Parece una herejía, pero si lo pensamos bien veremos que las mal llamadas nuevas tecnologías (porque en definitiva es una sola: el acceso a internet) han cambiado todo. Tenemos una enciclopedia inmensa, una calculadora portentosa, una chuleta con todas las fórmulas y ejemplos. Tenemos esto cada vez más al alcance y cada vez es más amplio el conocimiento ofrecido. Si además resulta que no lo entendemos hay foros donde se nos explica, gente que nos ayuda sin conocernos. Con todo esto ¿realmente es necesario hoy por hoy seguir estudiando como se calcula una derivada, quien fue el sucesor de Nerón o quién escribió La montaña mágica? ¿Para qué? La realidad muestra que en definitiva los trabajos no se elaboran, se quedan en un simple copiar y pegar.

Había algo de prisa en las miradas que le echábamos, el aroma que venía de la cocina nos invadía y además básicamente estábamos de acuerdo con él, así que le pedimos que acortara que vista la situación nos dijera cual era su propuesta. La que en definitiva tenía que ser la provocación para la discusión durante la cena.

- Bien, si estamos todos hambrientos y de acuerdo con lo que os expuesto vayamos al problema en una frase y a la solución en un par más. Problema: la educación no existe y la instrucción no sirve. Dicho de otro modo, como no podemos cambiar la sociedad lo que tenemos que hacer es cambiar la solución. No poner paños calientes, no intentar volver a lo de antes, sino crear un sistema nuevo.

Este nuevo modelo ha de ser capaz de resolver ambos temas, así que empecemos por el primero: Cambiemos los planes de estudio. Un cambio radical. Enseñemos materias, si, pero incluyendo la convivencia, la ética y la formación de la persona individual y colectiva. Enseñemos a pensar, a indagar, casi a meditar si hace falta. Olvidemos las banalidades de la historia, los datos que solo sirven para presumir de vaciedades. ¿Qué importa saber si fue Iwo Jima o Jima Iwo o si fue el 23 de febrero ---si, si, el 23F, el nuestro no es el único-- o si era la operación detachment? Eso está en los libros, en internet. Enseñemos la estrategia, la geopolítica, la visión del mundo desde cada país asociada a su filosofía y dejémonos de rollos que están a un clic de distancia. Es decir, lo primero, cambio radical y vertebral de la concepción de la instrucción con un compromiso de permanencia del modelo durante al menos 15 años, con los cambios mínimos imprescindibles pero no de concepto educativo. Instrucción que se impartirá en los centros adecuados para ello, con gente formada y que obligatoriamente se recicle cada año con menos vacaciones y poniéndose al día de los conocimientos de psicología y docencia.

La educación: No se deberá educar en casa. Tsss un momento, no es que no se deba educar en casa es que la educación no debe basarse en la impartida en casa. Se debe educar al mismo tiempo que se instruye. Van ligadas ambas actividades. Si enseño a pensar educo, imparto valores. Si enseñamos a usar la cabeza y ser coherentes estamos enseñando a convivir. No invento nada en el siglo V dC ya existía el famoso Trivium y Quadrivium, las artes liberales, el conocimiento de los hombres libres. El Trivium incluye la Gramática esa ciencia del correcto uso de la lengua que ayuda a hablar correctamente; la Dialéctica que sirve para llegar al pensamiento correcto y ayuda a buscar la verdad; la Retórica que enseña a exponer bien las palabras coloreándolas como sea preciso para hacerse entender bien. El Quadrivium era la parte de ciencias: los números se enseñaban en la Aritmética; el espacio y lo que conlleva en la Geometría, la Astronomía era la física aplicada a los astros y la Música enseñaba a producir basándose en la Armonía.  No hay que hacer lo mismo, pero si ir por el mismo camino y situar al hombre donde le toca en la interrelación con los demás y con el entorno. Ya solo eso nos llevará a establecer los nuevos valores que resultarán ser los antiguos destronados.

¿Dónde educaremos si no es en casa? En el colegio, en el mismo sitio donde instruiremos a los jóvenes. Si me lo permitís crearemos lamaserías modernas y lo digo por la parte espiritual que no se toca en las escuelas actuales, o en monasterios laicos que me atrevería a llamar casas de cultura si no fuera por las connotaciones políticas que se les puede dar.

En definitiva, hay que cambiar el concepto de educación e instrucción, especialmente el de instrucción y la educación se ha de impartir básicamente fuera de la institución familiar, simplemente porque esta ya no existe o no sirve para ello. Que los padres sean guardianes de los hijos, que acaben la formación o guíen a la prole hacia intereses especiales como esgrima, chino, doma de potros o lo que quieran, pero hay que dejar de rasgarse las vestiduras y ser práctico dando a la juventud lo que necesita de modo que pueda aprehender valores y aprender a pensar.

Una de las consecuencias sería que habría trabajo para casi todos y menos hambruna en el mundo, pero eso es tema de otro debate y además el primer plato huele demasiado bien, así que dediquémonos a él.....

No faltó quien le dió la razón, quien no estuvo de acuerdo y la discusión fue larga y variada sin embargo llegados los postres todos coincidimos en dos cosas: una vez más la cena era deliciosa y por desgracia la situación educativa y cultural requiere un cambio muy profundo. La provocación de Juan seguramente no caiga en saco roto. Lo veremos pronto.


12 comentarios:

  1. Alguien dijo que la educación es como una erección: si la tienes se nota.

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  2. Estoy de acuerdo en que los maestros se rasgan las vestiduras en primera línea de trincheras, en el día a día educando, impartiendo valores, con la vaga sensación que en algunos casos, hay un vacío al otro lado, es decir, en el compromiso paterno .
    Actualmente, cuanto más alto es el nivel socio-económico menor es el tiempo que los niños pasan con sus padres. Niños que de lunes a viernes se los deja a las ocho de la mañana, se quedan a comedor en la escuela y al salir cada día tienen actividades extraescolares: inglés, solfeo, alemán, robótica...la cuestión es llegar a la hora de cenar a casa (eso si no se la da la canguro) , así ha dado tiempo a los padres de ir al gimnasio. Esos padres sin autoridad que después intentan suplir ese “no estar ahí en el día a día” con sobreprotección, con pocas y permisivas normas, que cuestionan al maestro de su hijo cuando leen en la agenda que ha pegado a un compañero . Estamos creando una generación individualista, poco solidaria y muy competitiva.
    Es necesario un engranaje familia-escuela y la necesidad que los niños pasen más horas con sus familias, quizás con jornadas intensivas como se hace en muchas comunidades autónomas (que no quiere decir que los maestros trabajen menos horas, sino las mismas, repartidas de forma distinta, de manera que al salir puedan hacer alguna actividad extraescolar y luego a casa, donde el niño se sienta arropado).
    La formación de los docentes, especialmente en la escuela pública es excelente. El fallo de la docencia está en nuestro sistema , en nuestros temarios, en nuestros horarios. Para acabarlo de rematar decir que sufriremos la ley Wert, pero ese será ya otro tema.

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  3. No puedo copiar un documento, ahi va una opinión de expertos dividida en dos partes.

    Respecto al comentario anterior, coincido con las dos primeras partes, el último párrafo lamentablemente no puedo compartirlo, visto lo visto en las escuelas del país.

    EDUCACIÓN La relación con los hijos Llegan los 'padres helicóptero'
    Progenitores hiperprotectores que sobrevuelan constantemente sobre la vida de sus hijos

    OLGA R. SANMARTÍN Madrid 08/01/2015
    Si usted se empeña en acompañar a su hijo a una entrevista de trabajo o rellenar por él la solicitud de ingreso en la universidad, es, le guste o no, un padre helicóptero. Así se conoce a los progenitores hiperprotectores que sobrevuelan sin cesar sobre la vida de sus hijos, pendientes a todas horas de sus necesidades, de sus deseos y de su futuro.
    El término es muy popular en EEUU -donde uno de cada 10 estudiantes tiene este tipo de padres- y desde hace poco comienza a oírse también en España. El fenómeno se está expandiendo en nuestro país debido, en buena medida, a la inseguridad que ha instalado la crisis en las familias tras una década de crecimiento económico por la llegada de un mundo indefinido cuyas reglas nadie acaba de entender del todo bien.
    Según un estudio publicado recientemente en el National Bureau of Economic Research por los economistas Fabrizio Zilibotti y Matthias Doepke, la desigualdad y la crisis económica cambian los métodos educativos y hacen a los padres menos permisivos y más controladores.
    El trabajo -que llega cuando el economista del momento, Thomas Piketty (hoy en Madrid), ha puesto de moda el debate sobre la desigualdad- ha sido muy comentado en el mundo académico porque defiende que la elección del modo en que se educa a los hijos está influenciado por incentivos económicos. Los padres deciden si utilizan un estilo autoritario, persuasivo o permisivo en función de los costes y beneficios que les reporta cada uno. En los años 60 y 70, por ejemplo, se llevaba ser permisivo, entre otras cosas porque los trabajadores poco cualificados ganaban casi tanto como los cualificados y los padres podían permitirse fomentar la imaginación y la independencia de los niños frente a otros valores, como el trabajo puro y duro.

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    1. "Los últimos 30 años, por el contrario, se han caracterizado por una creciente desigualdad que se ha visto acompañada por el aumento de los rendimientos asociados a la educación. Los niños que no logran completar su educación ya no pueden aspirar a una vida de clase media y, en consecuencia, los padres han redoblado sus esfuerzos para asegurar el éxito de sus hijos", explica a EL MUNDO Fabrizio Zilibotti, catedrático de Macroeconomía y Economía Política de la Universidad de Zurich.
      La crisis y la desigualdad económica hacen a los padres más controladores con sus hijos
      "Esto no quiere decir que haya vuelto a estar de moda el estilo autoritario con castigos corporales", precisa Zilibotti, que acaba de ser elegido presidente de la Asociación Económica Europea. "Al contrario, los padres utilizan cada vez más estilos educativos persuasivos con los que impulsar a los hijos a elegir trabajar más y pensar más en su futuro".
      Los modelos autoritario y persuasivo tienen costes en términos de tiempo, esfuerzo y preocupación, pero son rentables porque el hijo responde, en el sentido de que hace más lo que se espera de él.
      El español Antonio Cabrales, catedrático de Economía de la University College London, opina que "la virtud del estudio es que nos explica que los padres que escogen un modelo u otro no están necesariamente equivocados, sino que simplemente reaccionan de manera óptima a sus circunstancias".
      "Esto sugiere que los jóvenes que están a punto de ser padres, y que se dan cuenta de los diferenciales de tasas de paro entre los que tienen sólo la ESO y los que han ido a la universidad, sean más exigentes con sus hijos a la hora de vigilar sus estudios", añade Cabrales.
      El trabajo apunta que los estilos educativos que están más encima de los hijos se asocian a las regiones con una mayor desigualdad económica y los más relajados a lugares -como los países escandinavos- con menor desigualdad.
      ¿Y en España qué ha ocurrido? ¿La situación económica influye para que los padres sean más controladores? "Mi impresión es que sí. En España veníamos de la dictadura y la gente que tuvo hijos inmediatamente después les dio una educación muy permisiva, en parte, como respuesta al régimen. En los años más recientes esto ha ido cambiando. Las familias tienen menos niños y más implicación en cada uno de ellos.Subsistir no es la obsesión básica y se abren a nuevas preocupaciones. Ahora, el futuro de los hijos es lo que adquiere importancia. La educación es una preocupación social de la que se habla en la calle", responde Antonio Villar, catedrático de Economía de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla e investigador del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie).
      Mariano Fernández Enguita, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, no tiene tan claro que la economía condicione el modelo educativo escogido por los padres tanto como dicen Zilibotti y Doepke, pero sí cree que "lo que está haciendo la crisis es que la gente se dé cuenta de que se necesita más la educación".

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    2. Durante las vacas gordas, no necesariamente había que estudiar para encontrar un empleo bien remunerado. Chicos que colgaron los libros a los 15 años encontraban trabajo en la construcción ganando más que un licenciado. Pero ahora los padres son conscientes de que esas matrículas de honor, ese máster, esas prácticas sin remunerar en una firma de renombre son las que van a diferenciar a su hijo de entre los 2,2 millones de jóvenes menores de 34 años que están en paro.
      De ahí que muchas familias opten por modelos educativos más tradicionales frente a proyectos pedagógicos más innovadores. Según la Encuesta Mundial de Valores, el 63% de los españoles apuesta por que sus hijos trabajen duro, frente a otros valores como la independencia y la imaginación, que son más ensalzados en la media de los países de la OCDE, pero aquí no.
      "La exigencia no siempre es bien trasladada y, en vez de acompañarles, les sustituye"
      De ahí el auge de los rankings sobre los mejores colegios, las mejores universidades y las carreras más demandadas, que son consultados de forma un tanto obsesiva. Las familias sienten que ya no pueden permitirse el lujo de que el hijo estudie Filología Eslava, por mucho que le guste.
      "Vivimos en una sociedad cada vez más competitiva, que cada día exige más a nuestros hijos: más conocimientos, habilidades, mejores resultados... Y, al final, esta mayor exigencia es asumida por los padres y no siempre bien trasladada a nuestros hijos: queremos que lleguen a su futuro con la mochila lo más llena posible y tratando de eliminar cualquier obstáculo, error personal o intelectual que se interponga en su camino", señala el pedagogo Jerónimo García Ugarte, colaborador del portal educativo Superpadres.com.
      La crisis ha aumentado la preocupación por el futuro y ha disparado el miedo de los padres a que sus hijos se equivoquen "y a que no sean capaces de alcanzar por sí solos todas esas exigencias que pensamos que la sociedad les demanda", añade. Por eso "intentan sustituirles, en vez de acompañarles en su proceso de maduración".
      El filósofo José Antonio Marina está de acuerdo: "Estamos en una cultura del miedo.Hay un sentimiento de precariedad y provisionalidad y una reacción, que es la sobreprotección, el pensar que el niño no va a saber desenvolverse".
      Por eso, hay cada vez más padres helicóptero, padres apisonadora (que allanan el camino para que su hijo no tenga dificultades) y padres guardaespaldas (que se convierten en la sombra de sus hijos para que nada ni nadie pueda dañarles). Lo hacen con buena intención y con mucho cariño, pero, en ese afán por controlarlo todo, acaban anulando la independencia y la autonomía de los críos. Según los expertos, éste es "uno de los mayores errores en la educación de los hijos".

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    3. "Los niños con padres sobreprotectores desarrollan menos competencias emocionales y a la larga son más inseguros", advierte la psicóloga Silvia Álava, autora del libro Queremos hijos felices.
      Javier Urra, ex Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, constata que el fenómeno de la hiperprotección va en aumento. "Los padres están para ayudar a caminar a los hijos, no para vivir por ellos. Doy clases en la universidad y he visto a un padre ir con su hijo, de segundo curso de carrera, a entregar la solicitud de ingreso. 'Es por echar una mano', se justificaba el padre. Pero está haciendo a su hijo incapaz. Si un chico, a esa edad, no sabe gestionar su matrícula, no debería estar en la universidad".
      De la mano a la entrevista

      Una directora de Recursos Humanos entrevista a un chico que aspira a un trabajo. Al día siguiente, el padre del entrevistado le telefonea para preguntarle qué tal ha ido. Ella le responde: "¿No cree que esta llamada que acaba de hacer es tan contraproducente que sólo por eso no voy a contratar a su hijo?".
      La historia (real y reciente) la cuenta el filósofo José Antonio Marina, pero cualquier educador, psicólogo o persona que trabaje con jóvenes puede contar ejemplos parecidos de 'padres helicóptero'. La psicóloga Silvia Álava constata que hay progenitores que acompañan a sus hijos a entrevistas de trabajo y que incluso quieren estar presentes durante el momento en que se realiza la prueba. "Yo he regañado a un padre porque acompañó a su hijo a una entrevista. Al chico no le van a coger en la vida, porque da la imagen de que no está capacitado. Incluso sé de padres que admiten que cada día llevan a sus hijos en coche al lugar en el que éstos trabajan".
      Álava sabe más casos de 'padres helicóptero'. Recuerda que, cuando daba clase en la Universidad Autónoma de Madrid, se encontraba con progenitores que acudían a entrevistarse con el profesor para revisar exámenes que habían realizado sus hijos y que no habían obtenido la nota esperada.
      "Vas a cualquier universidad madrileña el día en que tiene lugar la Prueba de Acceso a la Universidad y no veas la cantidad de padres que hay comiendo con sus hijos. En mi época, cuando era la Selectividad, no había ningún padre y los que la hacíamos comíamos con los amigos. El año pasado pasé por la Universidad Complutense y vi cómo los padres llevaban a los chicos a hacer el examen".
      ¿Y no les da vergüenza a esos jóvenes, muchos de ellos ya mayores de edad, el hecho de ser vistos en público junto a sus progenitores? "Es un perfil de chicos sobreprotegidos", responde Álava. "No se sienten seguros ni se sienten autónomos. No han desarrollado competencias de seguridad y muchas veces son ellos mismos los que les dicen a sus padres: 'No me dejes solo, no me dejes'. Pero hay que dejarles que vuelen".
      "Ahora que ha terminado el primer trimestre y vienen las notas, muchos padres hacen lo posible y lo imposible para que sus hijos aprueben, aunque no hayan estudiado. Hasta llegan a justificar ante los profesores, mintiendo delante de los hijos, el que no hayan trabajado lo suficiente. Dicen incluso que han estado malos...", cuenta el pedagogo Jerónimo García Ugarte, profesor desde hace muchos años en un colegio de la zona norte de Madrid.
      "Yo les preguntaría a estos padres: '¿Qué es mejor? ¿Que su hijo de nueve años apruebe el trimestre de Matemáticas o Lengua o que aprenda que no cumplir con sus responsabilidades tiene unas determinadas consecuencias?' Al final, la sobreprotección tiene mucho que ver con el modo en que miramos la educación de nuestros hijos. Si miramos solamente a corto plazo, a lo que es mejor para ellos hoy, nos acercamos más a esa sobreprotección. En cambio, si miramos más allá, a lo que será mejor para ellos el día de mañana, cuando tengan que tomar definitivamente las riendas de su futuro, estaremos más cerca de ser cada día mejores padres", reflexiona García Ugarte.

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    4. La psicóloga Margarita Montes Arribas reconoce que en su consulta se encuentra a menudo con "situaciones verdaderamente llamativas»: «Abuelas que insisten en venir y contar ellas de primera mano lo que realmente le pasa a su nieto". "¡La cara que ponen las pobres cuando pido que, de momento, entren únicamente los padres!", exclama.
      ¿Algún caso especialmente llamativo? El de un ejecutivo de 35 años que pidió una primera cita con Montes. Hacía casi un año que lo había dejado con su novia y él seguía sintiéndose muy triste. Le contó a la terapeuta que sus padres, que vivían en Lugo, insistían en acudir a la sesión. Incluso localizaron el teléfono de la psicóloga y la llamaron. Ella accedió a darles cita a todos. "Pero, en vez de entrar en una infinita discusión sobre la conveniencia de sobreproteger o no a los hijos, pedí a los padres que se quedaran en la sala de espera. Cinco minutos antes de que terminara la sesión, les hice pasar y de forma cariñosa les felicité por el hijo tan estupendo que habían educado. También les agradecí su inestimable apoyo aguardando en la sala de espera, porque el hijo sabía que les tenía cerca. Les hice saber que podía ser útil si querían volver, a la sala de espera, en las siguientes sesiones".
      "En cada momento del crecimiento de la persona, ésta debe pelear por sus propias batallas.Debemos darnos cuenta de que no ayudamos a nuestros hijos dándoles la solución, sino prestándoles el apoyo desde fuera. Si en la adolescencia los chicos no toman decisiones, nunca tomarán la iniciativa y esto producirá disfunciones sociales tremendas en todos los niveles", concluye José Antonio Marina.

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  4. Gracias por los comentarios, todos interesantes. Lo que queda claro es que Juan logró provocar; esperemos que no quede en saco roto.
    :-))

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  5. Probablemente en el pasado la familia tuvo un papel más educador y la escuela un rol más instructor, pero ni la primera fue exclusivamente educadora ni la segunda absolutamente instructora.
    En mi opinión, la escuela tiene una misión instructora y educadora al mismo tiempo, y ambas son inseparables e ineludibles. Sin embargo, este planteamiento no exime a las familias de su labor educadora ayer, hoy y siempre. El concepto de familia habrá cambiado, pero no su función, que es, entre otras cosas, la de educar a los hijos. Después, la escuela llegará para continuar esa labor. Ambas, familia y escuela, son responsables de la educación, pero mientras la escuela es responsable solidaria, la familia es responsable necesaria. Como señala Villant D. “A la escuela y a los docentes de hoy se les exige todo lo que la sociedad, los estados y la familia no están haciendo”.

    Ciertamente hoy ya no se concibe el aprendizaje como una acumulación de datos, que para eso están todos ellos a un golpe de clic, pero también es cierto que las nuevas tecnologías nos lo han puesto tan fácil algunas veces que nuestras mentes se han acomodado y se han vuelto perezosas.

    Por último, no neguemos a los conocimientos históricos, incluidos personajes como Napoleón, su importancia. Al fin y al cabo de los errores y aciertos del pasado (especialmente de los primeros) también se aprende.







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    1. Gracias por el comentario.
      Juan diría que una familia tan diferente a la anterior (como concepto) no puede mantener la función tradicional y, sin embargo, la sociedad sigue requiriendo una educación "de base" para seguir existiendo y avanzar. Cuando en un binomio una de las dos partes no funciona la otra debe variar o, si queremos mantener el resultado, cambiar a un trinomio. Algo hay que hacer desde luego. Quedarse quietos es continuar con la degradación del sistema.

      Tiene razón Villant D. ... la familia no cumple con lo tradicional y su función es necesaria, Si no funciona el modelo actual habrá que cambiarlo y ésa fue precisamente la tesis de Juan.

      Los albardanes, como bufones que son, pueden lanzar pullas, pero no tienen el poder del cambio, solo el de concienciar.

      En este caso, el albardán sonríe y aunque el efecto mariposa nos lleva a otros mundos, éste acabará torciendo el rumbo para mejorar.

      De nuevo gracias a los comentaristas por su aportación.

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  6. Me parece interesante este artículo:

    http://politikon.es/2015/09/24/competencias-educativas-en-espana-novedades/

    En especial una de las conclusiones (para mí fundamental) ---> es importante resaltar que en la sociedad del conocimiento, la visión economicista del sistema educativo es perfectamente complementaria con una visión humanística de la educación: no debemos educar a los niños como máquinas de producir, sino como individuos con capacidad crítica y habilidades sociales y emocionales para integrarse y desarrollarse plenamente en una sociedad democrática, plural y moderna.

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  7. Panem et circenses. ¿Y si fuera un movimiento buscado el bajar el nivel de instrucción y de educación? ¿No son más fáciles de gobernar los pueblos que solo necesitan pan y circo? Pensar es malo. Si alguien se sacrifica y lo hace por los demás, éstos quedan liberados de tal agobio.

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