viernes, 27 de noviembre de 2020

Crónica de un día

 


Amor, consideración y justicia son valores de cohesión, 
egoísmo y cerrazón lo son de desunión.
--- Ibrahim S. Lerak (Cuaderno de notas)


Suena el despertador en el vacío. Se ha olvidado de anular la alarma al levantarse. Siempre lo hace antes de que suene, lo para y comprueba que ella sigue durmiendo.  Se prepara para la larga rutina diaria, aunque hoy la tristeza le gana por una cabeza de momento. Contra ella, una sonrisa y un poco más de ejercicio; luego las abluciones diarias y el desayuno. Aún no ha amanecido, el día es frío y la ventana en la cocina estaba mal cerrada. Definitivamente el día no acompaña.

Hay un ritual que no cambia y le ayuda a sentirse mejor. Sabe que hay quien espera su mensaje, aunque solo sea para desear un buen día acompañado de una foto del amanecer. Mensaje personalizado para cada uno de los conocidos de su gimnasio. Es un guiño recíproco, ya que ellos también contestan sus deseos de buen día y al ser personales crea un vínculo más fuerte entre ellos. Por ello los abrazos son más cálidos cuando se retan a ver quién aguanta más. Un rato que vale lo que paga por él, es su Leteo particular donde borra el día y entra en una nueva dimensión, la de su vida privada. Pero antes hay mucho por hacer, queda todas las horas para llenar con alegría y responsabilidad.

Deja el desayuno preparado con esmero. Todo a punto para cuando ella se levante. Sabe que es una tontería, pero deja siempre como firma un corazón con un punto en el centro. Simbología barata, no es más que un “estás en el centro de mi corazón.” Hace años que lo hace, desde que el amor les unió en una exposición de arte. Revisa que todo esté a punto y espera la llegada de la asistenta: una refugiada siria, que sacó de la calle al darle un empleo y adelantarle un dinero para que pudiera vivir. ¿Qué vio en ella?  Ni lo sabe, posiblemente la mirada. “La verdad se ve a través de los ojos” y, sea cierto o no, él lo cree así. De momento la máxima no le ha fallado. 

El día es algo más duro de lo habitual, o quizá se lo parece a él. No hay dos sin tres: el despertador, la ventana, ¿cuál será el tercer incidente? Es una pregunta tonta, el día, la fecha, el 13, y no cualquier trece, es 13 de octubre. Una fecha que le relaciona con los templarios, aunque solo sea por la fecha. Lo leyó por casualidad otro trece de octubre en un lugar del que guarda mal recuerdo. 

Hay, efectivamente, discusiones fuertes en el trabajo. Se ve obligado a intervenir con autoridad, pero envuelta en un guante de seda. Aclara, guía, manda, pero también atiende. Todos y cada uno de sus empleados le consideran un líder y no un simple jefe. Tiene su respeto y de algunos incluso su admiración. Durante la mañana se evade un momento y llama a casa. Deja un mensaje en el contestador y cuelga. Es como el corazón del desayuno. Un detalle, algo que le gusta hacer, aunque hoy… hoy no es el mejor día. Pero si no das de lo que andas escaso ¿de qué sirve dar algo? El valor está en compartir lo que no sobra, incluso lo que nos falta. Hoy la alegría de momento no está siendo abundante. 

Al mediodía come siempre en el mismo bar, conoce a los camareros y pregunta por sus familias, brevemente pues no es cuestión de entrometerse, pero sí de comentar los temas del día, mostrar empatía y sincero interés; la gente no es una máquina a la que le pones una moneda y aprietas un botón. Todos necesitamos ser escuchados y la atención personalizada ayuda, se agradece y se devuelve. No lo hace con intención aviesa, simplemente es así, trata a los demás como quisiera que le trataran a él. 

Hoy no irá al gimnasio, hoy tiene algo más importante que hacer. A través de la asistenta entró en contacto con los refugiados y participa en un voluntariado de barrio para repartir alimentos y ayuda. Para ir de calle en calle es demasiado viejo, hay otros que lo pueden hacer. Pero él tiene una buena posición en una empresa y puede orientar, aconsejar e incluso dar clases a quien lo necesita. Es algo que va desde arreglar CVs hasta intermediar en asuntos más o menos oficiales. Ahora está intentando que un pueblo abandonado de Valladolid pueda ser ocupado legalmente por estos refugiados y que puedan contribuir con su esfuerzo a mejorar la llamada España vacía. Parece que la idea no ha caído en saco roto y las conversaciones van bien encaminadas. Si esto lo hicieran todos los países de Europa la mitad de los refugiados serían ciudadanos productivos y se evitaría la despoblación de los países e incluso los problemas de natalidad. La ayuda al prójimo es necesaria en todo momento, eso lo aprendió en el Sáhara, en las patrullas nómadas del desierto, cuando por sus ideas fue agraciado con un destino militar “especial”. Allí aprendió a convivir, a entender que una sociedad multicultural no es una sociedad integradora y sobre todo, aprendió a escuchar con paciencia y a pensar en lo que decía. Aún recuerda largas noches de discusiones entre el judío practicante, el muecín y él mismo. No arreglaron el mundo, pero ampliaron mucho sus mentes y su capacidad de dialogar. 

Cuando termina vuelve a casa. Antes ha hecho como por la mañana, ha dejado un mensaje de voz en el contestador.  Si el corazón es un símbolo entre ellos, la llamada es un signo de amor que aún dura. Este pensamiento le duele -más hoy- pero el día acaba y tampoco han sido, al fin y al cabo, demasiado grandes los tropiezos que ha tenido. Ya es de noche y, como cada noche, la ve sentada frente al espejo. Él desde detrás la mira y peina suavemente, con la delicadeza de quien está habituado a ello. El pelo largo siempre le ha gustado y ambos lo saben. Sigue dejándoselos y ve la sonrisa en la boca y los ojos agradecidos. Cada día la peina por la noche. Le alisa el pelo, se lo cuida. Cada semana se lo lava un par de veces, un pelo negro, suave, un pelo que enamoró y sigue enamorando. Ella, quieta, se deja hacer. Como cada noche desde hace tantos años. El mismo ritual sin cambiar casi un ápice, sin palabras, solo con miradas que se entrecruzan, aunque él sabe que no es así exactamente. La peina y la acicala delante del espejo. Él suele sonreír también, sabe que ella lo necesita, se lo dice con los ojos tiernos que guardan la luz especial del amor. ¿No es el amor en todas sus acepciones (y la fraternidad en su versión social) lo que puede salvar al mundo? Están juntos desde hace mucho y así seguirán.  Muchas veces cree él que en su mirada reflejada en el espejo hay un toque de tristeza, pero es efecto de la luz. Muchas veces él le contaría tantos sueños y tantas cosas…pero sabe que ella no le contestará que solo vive en su mundo interior, si es que lo hay. Él recuerda sus versos cuando las preocupaciones no le dejaban dormir y repite interiormente cada una de sus palabras: 

Cuando te asalten las preocupaciones
encáralas con una sonrisa
pues tú tienes el poder del tiempo.
Ellas te presionan, saben
que obligarte a pensar en ellas
es reconcomerte el alma y crearte miedo.

Cuando te asalten las preocupaciones
no te alteres
tómalas y desmenúzalas
no las dejes crecer.
Guárdalas en una esquina de tu mente
y libéralas de una en una
cuando estés dispuesto para la lucha.

Pues el tiempo las debilita
Y la serenidad las destruye.
Toma tu mejor sonrisa
prepara tus pensamientos
crea tus argumentos
evalúa si hay razón
para cambiar tu humor.

Si no es el caso
continúa sonriendo,
ganaste la batalla, estate contento,
pero prepárate para la guerra
y siempre recuerda
que obligarte a pensar en ellas
es reconcomerte el ama y crearte miedo.

El truco para ganar
es hacerles frente y no dejar
que vengan juntas.

Y si aun así te sientes mal 

toma mi mano
toma mi alma
y juntos ganaremos la batalla.

Recuerda como le ayudaron estos versos, recuerda el tiempo feliz que duró poco y que marcó su vida.  No quiere pensar en los otros momentos, aunque muchas veces necesita evadirse, creer en la vida y sentir su frescor. Son memorias duras, pero se superan. Lo pone en todos los libros de autoayuda, ¡siempre se sale del pozo!, aunque las palabras bonitas no sirvan para nada cuando estás en él. Todo proceso debe interiorizarse y sublimarse si hace falta. Hay que aprender a administrar las emociones. 

Recuerda el día en que el coche se saltó la valla y la embistió. Ese día, un trece de octubre, en el que él llevaba el anillo de boda y había quedado con ella. Cuando llegó solo estaba la policía, un conductor borracho y el gentío. La ambulancia ya había salido; en el hospital confirmaron que no habría solución si no se recuperaba a corto plazo. La operación no sirvió y posteriormente se detectó la esclerosis avanzada. No, no quiere recordar los malos momentos, solo los de la alegría. No hay fotos en la casa, si muchos cuadros y muchas figuras de bronce, su colección favorita de los viajes.

Amorosamente saca la silla de ruedas del cuarto de baño y la lleva a la ventana para que la brisa refresque su tez y alborote el pelo. Él, él la mirará como siempre desde lejos. Sabe que tiene sueños y ataduras, pero cree en la vida a pesar de todo. Le pone una fina manta en el regazo, besa su mejilla y mira su sonrisa y sus ojos, ambos congelados desde el accidente. La acaricia y espera que se acabe el día: trece de octubre, décimo aniversario del accidente. 


5 comentarios:

  1. Se agradece la vuelta :)) De todos modos hasta los héroes dudan, así que te recordaré aquello de si non è vero, è ben trovato.

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    1. De hecho, Herminio, siempre hay una parte de verdad y una parte inventada. Este texto se apoya sobre otro anterior de gran realidad. Fue escrito como continuación del pasado, integrado en el presente, un guiño para la vuelta tras un tiempo de ausencia no exactamente involuntaria, pero en el que la pandemia tiene su peso específico elevado.
      Gracias por el apunte :))

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  2. Recuerde el alma dormida, / avive el seso y
    despierte / contemplando, / cómo se pasa la
    vida / como se viene la muerte / tan callando.
    Coplas I, Jorge Manrique

    “No hay diferencia entre la vida y la muerte. ‘¿Entonces por qué no te mueres?’, le preguntó uno. ‘Porque no hay diferencia’, respondió,” Tales de Mileto (625/624-547/546 a.C.) citado en Diógenes Laercio, Vidas de los filósofos ilustres.
    Profunda y descripción detallada que nos lleva a ponernos en la piel del narrador que nos cuenta con sobriedad, ternura, pero sin caer en el dramatismo una historia en tercera persona. Sorprendente final, deja un silencio en el lector, un crujir del alma, creando un espacio a la reflexión y devolviéndonos la pregunta sobre qué sentido tiene la existencia en estas condiciones.
    Me ha encantado

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    1. Quizás la intención era más mostrar la fuerza del amor que llega a la renuncia personal y a crear una vida en torno a él. Los valores mostrados son de amor personal y por el prójimo. No podemos ser indiferentes a una realidad social que nos toca cada día. Lo que fue, fue y lo que ha de ser ha de ser.
      Gracias por el apunte Sombra :))

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  3. No creo que exista amor más puro que el que se siente y se demuestra cuidado al prójimo.
    Albardan ¿qué te digo que no sepas ya? Eres de alma noble.
    Un abrazo grande, grande y sincero

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