miércoles, 5 de junio de 2013

Sawu Bona, Sikhiona, K



(A K., amigo y compañero del viaje vital, in memóriam)


Los hombres no dejamos de buscar y de preguntarnos por lo que nos rodea y por nuestros semejantes. Somos un animal preguntón y si bien es cierto que muchas veces las respuestas que creemos haber encontrado nos separan, lo que nos une es la búsqueda, el reconocimiento y la integración de uno mismo en el entorno. Un entorno que nos obliga a aceptar la realidad y compartirla con otros. Para ello debemos adaptarnos y reconocernos.

Es entre las tribus del norte de Nathal en Sudáfrica donde el equivalente a "buenos días" u "hola" es SAWU BONA, lo que literalmente quiere decir "te veo". Un miembro de la tribu respondería a eso SIKHIONA ("estoy aquí"). Claramente es algo importante ya que hasta que no nos ven no existimos. Es como si el hecho de vernos nos diera la entidad y esto es el reconocernos. Por mucho que "estemos aquí", si no se nos reconoce, si no se nos ve, no somos más que fantasmas.

También son importantes los rápidos cambios del mundo de los negocios y los de nuestro entorno en particular que hace que gente que conocemos durante años desaparezca de pronto y deje literalmente de estar ahí, que dejemos de verles. La vida suele llevarles por nuevos derroteros y los perdemos de vista por largos períodos. Lo dice más claro el proverbio francés y alemán: "Lejos de los ojos, lejos del corazón" o en su versión castiza: "ojos que no ven, corazón que no siente".

Cuando conocemos a alguien aparece inmediatamente la reacción defensiva de la amígdala y clasificamos a la persona en amigo o enemigo. En cuestión de segundos decidimos si nos es potencialmente dañino o no. Luego viene el tiempo de reflexión que básicamente consiste en observar la coherencia de la persona: sus dichos y sus hechos. Con el tiempo vamos construyendo una relación más o menos estrecha y más o menos cambiante a tenor de lo que nos toca vivir. (La verdad es que no hay nada que "nos toque vivir", el futuro lo creamos cada día, cada instante, con nuestras acciones.) Solemos colaborar espontáneamente con quien tiene algo que no sabemos describir pero que aprehendemos de su manera de ser y de lo que dice y muestra. No recordaremos con el tiempo las palabras; las falsearemos, las modificaremos; lo que queda siempre es la emoción de lo que sentimos, del mismo modo que delante de ella no vemos a la persona sino la imagen que nos hemos formado de ella; lo que explica los enamoramientos súbitos o los rápidos pases del amor al odio.

Me costó conocer a K, inicialmente patán letrado, prepotente cultural o simplemente barnizado con unas micras de purpurina. Con el tiempo me di cuenta de que no era más que un ingenuo que creyó que estar a la puerta del hospital para dar ánimos era mejor que inventar la pastilla anti-cáncer. Le vi subir y bajar, sonreír cuando comentaba que la buena educación es indispensable: "saludo a los que veo al subir, porque son los que se alegrarán también al verme bajar". "Lo que sube como una palmera cae como un coco", solía repetir cuando veía los cambios en la empresa. Una empresa que le dió todo y todo se lo quitó. Como los dioses, que juegan con los hombres a su antojo.

Las empresas las forman personas si, pero personas que se despojan de la humanidad para ejercer el cargo en bien de unos fines que les vienen impuestos por quienes ya olvidaron los valores morales y humanísticos y juegan a ser reyes. Sin valorar a las personas, a los vasallos, que son siervos para jugar y parar o no guerras en función del capricho del momento. Como en 1645 cuando la guerra entre Suecia y Polonia se paró un tiempo para que la reina Cristina de Suecia pudiera escuchar al castrado Ferri. Le gustaba tanto su canto, que enterada de que Ferri cantaba en la corte polaca, pidió al rey que se lo cediera dos semanas. Envió un lujoso barco para llevarle a Suecia y transcurridas las dos semanas la guerra continuó.

Tanto las empresas como la sociedad actúan de modo independiente a la voluntad de las personas. Son entes que se conforman en segundo plano y modifican entornos para desarrollarse y sobrevivir. Un ejecutivo sin alma sube, un político sin ideales triunfa. Creamos entidades que nos son necesarias, tanto que les damos una vida de la que no somos conscientes. Y estas entidades aúpan o eliminan en función del interés del momento. 

La primera muerte de K la viví casi sin darme cuenta; solo un cambio en su optimismo radiante y normal en él, mostró que la agonía había comenzado. Como muchos lo atribuí a problemas personales no resueltos que yo conocía por sus raras confidencias. Pero el tiempo mostró la evidencia y la segunda muerte llegó. Celebrada según los ritos tradicionales, algo para lo que se había preparado y que tenía previsto desde hacía tiempo. Para la tercera muerte falta tiempo. Falta que nos olvidemos de él. Algunos lo harán pronto. Unos ya lo hicieron y otros .... otros tardaremos hasta que nos toque entrar en la casa sin puertas ni ventanas.

Un compañero dijo en la ceremonia que si el mundo se medía por la grandeza de las personas, el mundo había encogido de golpe. Sé que la emoción le hubiera embargado de haberlo oído. Como alguno que otro le debo más que una amistad. 

Por doquier que vayas y doquier que estés, recuerda:
Sawu bona K, Sikhiona.





1 comentario:

  1. La verdad es que no hay nada que "nos toque vivir", el futuro lo creamos cada día, cada instante, con nuestras acciones.

    Un ejecutivo sin alma sube, un político sin ideales triunfa.

    ¡Tienes razón! Gracias por la reflexión.

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